El sistema auditivo de los reptiles se basa en la triangulación para ubicar y detectar los sonidos. En realidad, detectan las ondas de sonido y determinan, según cómo y dónde rebotan, la procedencia del ruido. Los investigadores de Stanford han imitado este sistema con nanosensores para detectar los ángulos de luz a partir de las ondas que producen.
El sistema está compuesto por dos nanocables de silicio, cada uno de aproximadamente 100 nanómetros de diámetro, alineados uno junto al otro, como los tímpanos de un réptil. Se colocan tan cerca que, cuando una onda de luz entra en un ángulo, el cable más cercano a la fuente de luz interfiere con las ondas que golpean a su vecino, básicamente proyectando una sombra. Al comparar la corriente en ambos cables, los investigadores pueden mapear el ángulo de las ondas de luz entrantes.
Estos diminutivos dispositivos pueden llegar a registrar diferentes características de la luz: desde su color hasta su polaridad, y, ahora, también el ángulo de la luz. El conocimiento de todos estos detalles podría apoyar los avances en realidad aumentada y visión robótica, lo que podría aplicarse, por ejemplo, en el desarrollo de los coches autónomos.
La forma tradicional de determinar la dirección de la luz es usando una lente, pero estas suelen ser grandes, por lo que una de las ventajas de este sistema es la nanotecnología. "Es difícil conseguir que un pequeño píxel de una cámara de fotos te diga que la luz viene de esta o esa dirección, porque un pixel es la centésima parte de un cabello”, explica Mark Brongersma, profesor de Ciencia Materiales e Ingeniería.