Startups extremas con sello noruego
Acudimos a Startup Extreme, una cita que congrega desde hace cinco años a la comunidad emprendedora noruega en sus famosos fiordos.
1 julio, 2019 07:00Dicen los noruegos que no existe tal cosa como el mal tiempo, sino mala ropa. Toda una lección de aplomo y capacidad de adaptación a las circunstancias que esta semana se ha puesto de manifiesto una vez más. No solo porque el clima ha hecho de las suyas en Voss, una de las principales localidades en la región de los fiordos occidentales de Noruega.
También porque por ese pequeño municipio han desfilado algunos de los emprendedores más destacados de la innovación de este país, con ocasión de la quinta edición de Startup Extreme, compartiendo a partes iguales el optimismo de una estrategia de nación por impulsar las startups con las complicaciones derivadas de ser un país pequeño y con grandes dificultades para crecer y escalar sus ideas al resto del planeta.
Los datos reflejan con notoria claridad esta decidida pero costosa apuesta por la innovación en clave noruega. En el lado positivo, y citando cifras de Argentum, el venture capital invirtió en este país nada menos que 385 millones de euros en el primer trimestre de 2019, el doble que el mismo período del año anterior. También las salidas, indicador del éxito de estas inversiones, constata un extraordinario optimismo: 33 exits en lo que va de curso por las 17 de 2018. E incluso podemos añadir más: la captación de fondos por parte de los venture capital en la región ascendió a 1.100 millones de euros en el primer trimestre del curso, lo que supone el doble que en todo 2018 junto.
En los mentideros de Startup Extreme, entre cápsulas donde dormían los asistentes y unas cervezas aderezadas de música ‘tecno’, todos los emprendedores e inversores coincídían en el diagnóstico de estos buenos resultados: «Somos los ‘late boomers’, hemos llegado los últimos al baile de la innovación pero nos estamos poniendo las pilas», nos decía uno de ellos. «En Europa ya hay demasiada competencia, así que los fondos nos vamos a mercados menos explotados y con mayor oportunidad de negocio», confirma uno de sus representantes. «Hace cinco años apenas había un ecosistema de emprendimiento. Pero la fuerte apuesta pública y, cada vez más, privada está ayudando a crear startups y a cambiar la mentalidad de la gente sobre el riesgo y la necesidad de emprender», sentencia otro más.
En el lado negativo, por aquello de la dualidad con la que partíamos en este viaje por la inmensidad de los fiordos noruegos, hay varios factores que no pueden escapar al retrato del panorama local de las startups. El primero de ellos tiene que ver con su orientación hacia el negocio. «A veces nos centramos demasiado en hacer una buena tecnología y no en cómo vamos a comercializarla», coinciden varios emprendedores. El otro, en su punto de mira a escala internacional. «Noruega sólo mira hacia Berlín y Suecia. Pero tenemos que ver lo que pasa en otros mercados», autocritíca otro inversor.
Incluso pese a estos avisos de lluvia, en la arena de la innovación noruega hay más de un rayo de sol. Es el caso de startups como Oivi, una cámara retinal con inteligencia artificial capaz de detectar enfermedades relacionadas con la diabetes en los ojos. O de Technebies y su plataforma para la evaluación de capacidades de programación en ingenieros.
También de Visualyst, fundada por el mexicano -pero afincado en Oslo-Miguel Silva, que busca acelerar el proceso de compliance de las películas y series de TV en su lincenciamiento internacional mediante machine learning. Sin olvidar propuestas en materia de semionductores (como Onio, unas pegatinas sin batería que incorporan una plataforma de computación y sensores para, por ejemplo, medir la fiebre en niños) o la movilidad eléctrica, enseña de Noruega donde las haya: Evoy quiere, en ese sentido, lanzar un barco 100% eléctrico la próxima semana con una velocidad de 60 nudos.
El nombre del evento -Startup Extreme- no es casual ni baladí. En la edición de este año, que ha abandonado las cabañas en la montaña noruega por una localización a pie de agua, se han sucedido las actividades deportivas extremas, las fiestas sin fin, charlas de calado (como la protagonizada por Casey Fenton -cofundador de CouchSurfing- y Simone Okkels sobre «ego hacking») y otras más excéntricas (tal es el caso del youtuber adolescente y autodenominado motivador, Demarjay Smith), espectáculos de paracaidísmo por sorpresa o ‘pitches’ de startups a bordo de un kayak en una improvisada piscina.
De cambios
Startup Extreme unió este año sus fuerzas a las de Ekstremsportveko, uno de los festivales de deportes de riesgo más conocidos a escala internacional. En paralelo, el evento también ha cambiado su formato y ampliado el número de participantes, de 200 a 600, bajo la dirección de su nueva CEO, Lisa Marie Nyvoll.