La conferencia general de la Unesco aprobó en noviembre de 2019 elaborar una Recomendación de Ciencia Abierta (open science) que marcara unos estándares a nivel global. El primer borrador acaba de presentarse y promueve la apertura de: acceso, datos, software y hardware, infraestructuras, evaluación, fuentes de educación, capacidad de engagement con los actores sociales y diversidad. Entre los valores que impulsa están el beneficio colectivo, la igualdad y la justicia. Es la última frontera, la del conocimiento.
Así, entre sus objetivos destaca el de facilitar una producción más equitativa, transparente y democrática, junto a una diseminación y asimilación del conocimiento científico en todo el mundo, así como contribuir a cerrar las brechas en materia de ciencia, tecnología e innovación que existen entre países, pero también entre las regiones de cada país.
Se trata de elaborar un instrumento normativo internacional sobre la ciencia abierta, en forma de recomendación, eso sí. "Es un compromiso esencial para la Unesco, para que la ciencia y el progreso científico constituyan realmente un bien común que beneficie a toda la humanidad", señalan desde esta organización internacional, que ya está trabajabdo activamente en esta cuestión: ha establecido un Consejo Consultivo y un diálogo mundial.
De este diálogo, explican, surge este informe preliminar al proyecto de Recomendación y que ahora está a la espera de que los países miembros envíen sus comentarios y observaciones a la Secretaría de la Unesco antes de que finalice este 2020.
En este primer borrador se recogen una serie de prioridades iniciales, entre las que se incluye, la definición de los principios y valores fundamentales de la ciencia abierta; la necesidad de sensibilizar y comunicar sobre ella, así como la de invertir para desarrollar modelos de negocio sostenibles. Además, también se incluye la prioridad de armonizar los marcos jurídicos de los derechos de propiedad intelectual, los derechos de autor y las patentes, así como la de coordinar los esfuerzos mundiales en materia de ciencia abierta, pero teniendo en cuenta las especificidades regionales y disciplinarias.
En estas fase inicial también se considera prioritario revisar los sistemas de investigación y de evaluación de carreras y premios, así como promover una nueva generación de colaboraciones científicas internacionales innovadoras y aquellas asociaciones innovadoras entre el sector público y el privado. En definitiva, la necesidad de crear una cultura de ciencia abierta.
Entre los obstáculos que se han detectado para llevar a cabo con éxito una transición hacia una ciencia abierta se encuentra la falta de un entendimiento común; la conectividad y el acceso a las infraestructuras; los sistemas de evaluación y recompensa basados en el factor de impacto y la cantidad de publicaciones; la falta de incentivos y de inversiones coherentes; los beneficios comerciales de la ciencia, la tecnología y la innovación frente a los bienes comunes y públicos; la fragmentación de los mecanismos de financiación/estrategias y del entorno normativo, así como la falta de capacidad humana e institucional.