Rafel Jordá es mallorquín. Tras completar sus estudios como ingeniero aeronáutico y trabajar en empresas del sector aeroespacial, tomó la decisión de irse a Reino Unido. “Pertenezco a esa generación que se tuvo que salir de España para continuar creciendo en su profesión”, cuenta no sin cierto pesar en una conversación con D+I. “No fue fácil, pero para mí fue una necesidad y creo que di el paso acertado”.
Su propósito era arrancar una empresa dedicada a diseñar, fabricar, operar y lanzar pequeños satélites –aquellos que pesan menos de 250 kilos– a la medida de empresas, instituciones y Gobiernos de todo el mundo. Open Cosmos nació hace cinco años y su primer proyecto lo completaron en seis meses.
“Tras el éxito que conseguimos, levantamos una ronda de financiación de alrededor de siete millones de dólares y a partir de ahí fuimos creciendo de forma orgánica”, relata Jordá. Ahora cuenta con un equipo de más de 50 personas de 17 nacionalidades diferentes.
Los satélites que desarrollan se usan fundamentalmente para tres cosas: recopilar datos críticos de la Tierra para tomar decisiones económicas, medioambientales o de seguridad; proporcionar servicios de telecomunicaciones a escala global; o desarrollar ciencia y tecnología espacial.
Aunque su sede está en el Harwell Space Cluster, una de sus pretensiones es impulsar la industria aeroespacial en nuestro país, donde ya cuentan con una subsidiaria. “Desde los comienzos de la compañía la idea era expandirnos en España. Hace un par de años hemos empezado a acelerar nuestro crecimiento aquí”, afirma desde su casa familiar en Mallorca, donde está pasando unos días antes de volver a Reino Unido.
Control de cosechas e infraestructuras
Entre sus actuales proyectos, Abierto Cosmos lidera un consorcio español creado para impulsar una constelación de 30 satélites de observación terrestre. “El objetivo es conseguir datos directos y de gran resolución que puedan dar información sobre asuntos críticos como el impacto de la desertificación o de la subida del nivel del mar sobre las costas”, describe Jordá.
“También va a ayudar a la digitalización de muchos sectores que podrán usar esos datos para optimizar su productividad y eficiencia. Nos hemos dado cuenta–añade–de que cuando damos visibilidad sobre el tipo de datos e imágenes que se pueden captar con estos satélites, en cualquier sector empiezan a surgir una gran cantidad de ideas sobre posibles usos”.
Entre los ejemplos de aplicación menciona la monitorización de infraestructuras por parte de empresas aseguradoras para conocer cuál es su estado, o saber qué regiones serán más susceptibles de sufrir una inundación ante una catástrofe natural para la toma de decisiones. En el sector agrícola, el control de los cultivos a partir de imágenes satelitales facilitará la estimación del volumen de las cosechas, la cantidad de fertilizante necesaria o cómo distribuir el agua.
El consorcio lo forman 23 empresas y entidades, entre ellas Sener, el Instituto Astrofísico de Canarias, el clúster espacial de la Comunidad de Madrid, IEEC, i2CAT o ICGC, y la inversión prevista es de 147 millones de euros. Las primeras estimaciones apuntan a que este consorcio generará un 10% más de empleos de calidad en el sector espacial y alcanzará una facturación superior a 500 millones de euros en 2026.
“Para nosotros es una constelación estratégica porque hay una gran demanda de imágenes de alta y media resolución; pero además creemos que es lo que necesita el sector para que todas esas pequeñas y medianas empresas que generan desarrollos tecnológicos avanzados sean capaces de traccionar con un volumen y una capacidad de producción significativa”, explica Jordá. “Queremos que esta tecnología esté al alcance de un mayor número de compañías y del sector público para que puedan tomar mejores decisiones”
Imágenes por satélite y datos más precisos
Está previsto que la primera fase del proyecto empiece a operar en menos de dos años. Consiste en la construcción de modelos digitales para abordar con datos frecuentes y de alto valor científico los principales retos a los que se enfrenta España en cuanto a sostenibilidad, digitalización y optimización de diferentes sectores económicos.
Los satélites incluirán, entre otros elementos, novedosos sistemas de propulsión, cámaras de observación con inteligencia artificial, un sistema de comunicaciones de alto ancho de banda o la integración de aplicaciones con los servicios terrestres y satelitales de Internet de las Cosas (IoT, por sus siglas en inglés).
“En una constelación de este tipo no solo es importante la resolución de las imágenes, también con qué frecuencia se pueden captar, es lo que se denomina ‘tiempo de revisita’. En función de esto, las aplicaciones serán de uno u otro tipo. No es lo mismo que se tomen datos una vez al mes, que una vez cada dos días”, detalla el director de Open Cosmos. “Los 30 satélites permitirán registrar los distintos planos orbitales que son necesarios para realizar monitorización de cambios a corto plazo”.
Además, se desplegará una plataforma de datos en la nube donde será posible analizar el entorno para una toma de decisiones efectiva. Esto permitirá aplicaciones directas en agricultura, protección civil y ambiental, energías alternativas, gestión de infraestructuras, prevención y detección de desastres naturales, etc. De este modo, monitorizarán el medioambiente o el impacto de la huella humana desde el espacio, contribuyendo así a cumplir con los objetivos del Pacto Verde Europeo (European Green Deal).
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