A estas alturas no debería sorprendernos la cantidad de residuos que llegan al mar y a los ríos provenientes de la actividad humana. Algunos de sus efectos hace tiempo que son visibles, pero otros siguen pasando desapercibidos, afectando no solo la biodiversidad también a la salud de las personas.
Una de esas amenazas es la presencia de microplásticos que acaban en los océanos. Contaminan sus aguas, pero también son ingeridos por las especies que habitan en ellas y que, en muchos casos, acaban en nuestros menús.
Algo similar ocurre con los medicamentos. Parte de sus compuestos terminan en medios acuáticos tras la descarga de las plantas de tratamiento de aguas residuales, pueden acumularse y acabar en el organismo de peces o moluscos que forman parte de nuestra dieta.
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Entre los fármacos identificados, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) constituyen un grupo terapéutico de especial preocupación para el medioambiente. No solo por su elevada presencia en el agua, también porque son los que principalmente se acumulan en los productos del mar.
A este grupo pertenecen aquellos medicamentos que alivian el dolor y reducen las inflamaciones y la fiebre, como el ibuprofeno. Un principio activo que en dosis de 400 mg se puede adquirir sin receta y al que se recurre de forma excesiva para solventar dolencias comunes.
Extracción por ultrasonidos
Para identificar cuánta cantidad de este compuesto llega a los medios acuáticos, un grupo de investigadores de la Universidad de Sevilla han desarrollado un método analítico para la monitorización del ibuprofeno y sus principales metabolitos (producto que queda tras la descomposición de un fármaco) en mejillones.
El procedimiento consiste en “la extracción asistida por ultrasonidos, limpieza por extracción en fase sólida y determinación analítica mediante cromatografía líquida con detector de espectrometría de masas”, describen los autores de la investigación en el trabajo publicado en la revista' Analytical and Bioanalytical Chemistry' (ABC)
La identificación del ibuprofeno en moluscos bivalvos es especialmente útil, ya que son filtradores naturales que pueden acumular sustancias presentes en los medios acuáticos. Esto los convierte a los mejillones en buenos indicadores del grado de contaminación del agua.
“Hasta la fecha, la determinación de compuestos farmacéuticos en mejillones se ha limitado principalmente a los compuestos originales, a pesar de que sus metabolitos pueden estar presentes en el medio acuático en concentraciones más altas y pueden tener una mayor toxicidad”, explican los investigadores.
“Además, las pocas metodologías existentes para el análisis de compuestos originales y sus metabolitos en mejillones se limitan a antibióticos, carbamazepina (medicamento antiepiléptico), diclofenaco (medicamento antiinflamatorio) y fluoxetina (fármaco antidepresivo)”, añaden.
El método desarrollado por el equipo de la Universidad de Sevilla ya se está aplicando en ensayos toxicológicos en el Centro de Investigación Marina y Ambiental (CIMA) de la Universidad del Algarve, en Portugal.
Además de para determinar el grado de contaminación del agua, también se están realizando pruebas con este procedimiento para comprobar los efectos del ibuprofeno en los mejillones. También se contempla como un método válido para los controles de calidad de estos alimentos.