La ubicuidad es uno de los grandes retos de la humanidad, pero, físicamente, es una utopía. La gran pregunta es: ¿también es imposible desde el punto de vista tecnológico? La respuesta, en este caso, ya no es tan rotunda.
En un futuro nos podremos valer de los robots para realizar determinadas interacciones. Podremos tomar el control de un avatar y asistir a una reunión por la mañana en Madrid y dar una conferencia después de comer en Buenos Aires.
El vídeo que acompaña a este reportaje quizá sirva para explicar con mayor claridad cómo interactuaremos en el futuro.
Surgen muchas preguntas (y muchas dudas) sobre esta auténtica disrupción. Una de ellas, la de saber dónde se están realizando las principales investigaciones al respecto, no sorprende en exceso: en Japón.
La Agencia de Ciencia y Tecnología del gobierno nipón trabaja en el proyecto Avatar Symbiotic Society, dentro del programa de investigación y desarrollo Moonshot, una iniciativa dirigida por una leyenda en aquel país como Hiroshi Ishiguro y que consiste en averiguar si es posible que las personas nos liberemos de las limitaciones del espacio y del tiempo y que se plantea como una solución al envejecimiento de la población y la baja natalidad.
El proyecto, como puede deducir el lector, es muy ambicioso y el gobierno japonés sólo ha dejado entrar en el equipo a una persona extranjera. Ese intruso es español y se llama Alberto Sanfeliu.
D+I ha contactado con Sanfeliu, profesor del departamento de Ingeniería de Sistemas, Automática e Informática Industrial, e investigador del Instituto de Robótica e Informática Industrial (IRI) –centro mixto del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y la UPC−, para abordar un tema siempre controvertido.
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Es obligado, en primer lugar, conocer cómo llegó este investigador catalán a este proyecto. "Conocí a Iroshi en 2001, cuando estuve en Japón por un viaje de trabajo durante un mes. Aún no le conocía nadie, pero empezamos a hacer cosas juntos y me involucré en muchos proyectos", arranca Sanfeliu.
Pero el momento decisivo para entrar a formar parte del equipo de Avatar Symbiotic Society llegó hace un año. "Les visité y les expliqué un nuevo paradigma en el que estamos trabajando nosotros, que es la relación entre robots y humanos, cómo tiene que ser y cómo tiene que modificarse o replantearse. Les interesó mucho y me invitaron a su proyecto", resume.
Este equipo de investigadores tiene el convencimiento de que, en el año 2050, todo lo que hoy nos parece ciencia ficción será absolutamente normal gracias a la creación de avatares cibernéticos que permitirán expandir las habilidades humanas de tipo sensorial, físico e incluso cognitivo.
"La idea es hacer realidad una sociedad en la que cualquier persona, independientemente de sus limitaciones físicas, cognitivas o sensoriales, pueda desempeñar un rol social activo sin restricciones", explican desde la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC).
Para ello se trabaja en el desarrollo de avatares y cíborgs que, teleoperados por el usuario o actuando de forma autónoma, podrán transmitir íntegramente las acciones, intenciones y reacciones de la persona en cualquier escenario y actividad social.
De este modo, el avatar cibernético podrá suplir a la persona en su actividad diaria, ya sea en el trabajo, en clase, en las visitas al consultorio médico o en la realización de gestiones cotidianas.
En el proyecto trabajan 40 científicos en ocho grupos de trabajo centrados en desarrollar distintas áreas de la tecnología. En concreto, Alberto Sanfeliu desarrolla un nuevo modelo cooperativo social (percepción-intención-acción) para los nuevos avatares cibernéticos.
"Partimos de la base de que estos robots podrán ser teleoperados al 100% o parcialmente", explica. Explicado de otro modo: podremos tomar el control de un robot que habitualmente esté operando de manera autónoma para, en un momento dado, realizar una actividad más específica que requiera de intervención humana (a distancia) o directamente estar siempre a los mandos de un robot.
De momento (se ve en el vídeo), que nadie imagine su representación física exacta. "Esa es la fase más complicada", reconoce Sanfeliu. También admite que "nos falta aún para que puedan hacer cosas físicas y manipular", aunque "ya se están haciendo cosas".
De estas cosas que se están haciendo, mucha responsabilidad recae en Hiroshi Ishiguro, considerado como uno de los cien principales genios del mundo actual por su investigación en el campo de la robótica y el desarrollo de gran cantidad de humanoides y androides.
"El cambio cultural tiene que ir acompañado por una modificación de las leyes para los humanos. Los robots tendrán sus propias leyes".
Entre otros logros, es famoso por el desarrollo de geminoides, androides con el aspecto de una persona real y que ha replicado con su propia apariencia física y también de otras personas, como el ministro de Transformación Digital de Japón, Taro Kono.
Con Avatar Symbiotic Society, Hiroshi Ishiguro da un nuevo paso adelante para conseguir una sociedad futura en la que los robots y las personas convivan en armonía. Se prevé que de cara a 2050, estos avances tecnológicos habrán cambiado nuestros estilos de vida, por lo que tendremos más libertad para elegir la ubicación física dónde estar en cada momento y las actividades a las que dedicar nuestro tiempo.
El profesor Sanfeliu está convencido de ello y frena cualquier posibilidad de desmontar la utilidad cuando se compara una reunión con avatares con una reunión por videoconferencia. "Las videoconferencias tienen muchas limitaciones. Sí que ves la cara de la persona, pero muchas de las expresiones o la empatía, no se las coges en pantalla, pero sí con un avatar enfrente", argumenta.
Aparece en la conversación la palabra limitación. En este caso, el investigador no habla de tecnología, sino de aspectos sociales. De hecho, ese es precisamente su cometido en el proyecto: saber cómo se puede mejorar esa relación entre humanos y robots.
Implicaciones éticas
"Evidentemente, esto va a tener implicaciones éticas, como está pasando con la inteligencia artificial. La diferencia es que un robot teleoperado (parcial o totalmente) siempre va a tener a una persona detrás", resume.
Para Sanfeliu, "lo que sí es necesario es un cambio cultural, y habrá sociedades que lo admitan antes y habrá sociedades que nunca lo admitan".
El investigador catalán remarca que disrupciones como las del coche autónomo "están sufriendo vandalismo por parte de los ciudadanos", así que cabe esperar que en una sociedad cuya cultura sea menos tolerante con los robots pueda comportarse con ellos de manera reactiva. Se trata de "lograr que la gente entienda que esto va a ser un beneficio para las personas".
Esa cultura, en cualquier caso y a juicio del investigador, habrá que complementarla con "modificación de leyes" para los humanos y para los robots, que "tendrán sus propias leyes".
Con todo, se trata de un debate para el que aún queda bastante. En estos momentos, grupos de investigación como este se limita a "trabajar en un nuevo paradigma para saber cómo facilitar la interacción entre robots y humanos".
Barcelona, de hecho, va a ser uno de los bancos de pruebas. Según Sanfeliu, está prevista la implementación de un avatar teleoperador en el bar de la Facultad de Matemáticas y Estadística de la UPC.
"Estudiaremos diferentes aspectos que han estudiado ya en Japón y queremos ver culturalmente cuáles son las diferencias. Y esto que haremos en el bar lo replicaremos en otros sitios".