Tal vez la historia le suene: tiene prisa, no puede o no quiere coger el coche y está esperando el metro o el autobús para acudir a una cita importante. Va a la estación o parada correspondiente y, oh, mala suerte, no puede llegar a tiempo porque, una vez más, el medio de transporte elegido no pasa con la frecuencia que a uno le gustaría. La situación (y la asiduidad de paso) dependerá sin duda de si usted vive en una urbe más grande o más pequeña. En cualquier caso, para el
CEO de Movilidad de Siemens, Michael Peter, estas esperas serán historia en la próxima década.
Peter, que atiende a INNOVADORES en la sede de la compañía en Múnich, tiene un discurso muy claro sobre el futuro del transporte y la movilidad: en los próximos cinco a diez años las ciudades (al menos las grandes) estarán totalmente cerradas al tráfico privado y sólo se admitirán pequeños minibuses o coches autónomos eléctricos que lleven como mínimo a unos cinco personas. El transporte público será el centro de la movilidad y podremos conocer en tiempo real qué pasa en cada uno de sus componentes. El teléfono inteligente, que ya es el eje de nuestras vidas en muchos aspectos, será también el gran protagonista en este campo. "La intermodalidad es el futuro, y pasaremos de un medio a otro prácticamente ser sin conscientes, cogiendo en cada tramo el tren, autobús, tranvía o vehículo eléctrico que más nos convenga", señala.
Para lograr este ecosistema interconectado de movilidad, el primer obstáculo a salvar es conseguir que todos los elementos involucrados en el transporte de una ciudad se comuniquen entre sí en base a un protocolo estándar. Después, "todos los elementos de control se pondrán en la nube y esto sí será completamente transformador. «Si hacemos cualquier modificación en la ruta no habrá ingeniería detrás, lo subes todo a la nube y la señal se envía a todos los afectados de forma automática. Los datos estarán disponibles para adaptar el servicio y la forma de control". De hecho, las salas de control como las conocemos hasta ahora desaparecerán, explica Peter. Y gracias al mantenimiento predictivo "no habrá fallos que no se puedan predecir",
La gestión del dato también será crucial. "Los datos nos ayudarán a saber de dónde viene la gente y hacia dónde se dirige y así podremos optimizar la oferta de transporte público". "Si sabes que hay un evento en una ciudad, debes ser capaz de, por ejemplo, reubicar tus coches de alquiler o el servicio que proveas cerca del lugar para ofrecer un mejor servicio con la suficiente antelación", dice. La predicción, por tanto, será una herramienta clave.
La conducción autónoma ya está instalada en metros y tranvías, sin embargo, en trenes de larga distancia y autobuses en entornos no controlados queda todavía más camino por recorrer. "El componente autónomo lo veremos más en el transporte regulado que en los coches individuales y empezará a ser algo habitual dentro de unos cinco años", predice Peter. "Las ciudades quieren reducir contaminación, ahorar energía y tener sistemas más seguros, y buena parte de la solución serán estos vehículos autónomos y decir adiós al tráfico indivual", asegura el responsable de Siemens.