China tiene un sueño: liderar la inteligencia artificial (IA) mundial. En octubre de 2017, durante el 19º Congreso del Partido Comunista, su presidente, Xi Jinping, reiteró su deseo de que el país se convirtiese en una “superpotencia científica y tecnológica”. Y para conseguirlo, dominar la investigación y el desarrollo de ‘cerebros’ digitales es clave.
Jeffrey Ding, del Instituto por el Futuro de la Humanidad de la Universidad de Oxford, analiza en el informe Deciphering China’s AI dream las capacidades del gigante asiático en una carrera que, de momento, cuenta con un número uno inequívoco: Estados Unidos.
Para entender la obsesión china por la IA hay que remontarse a marzo de 2016, cuando el orgullo de toda una nación se resquebrajó. ¿El culpable? Un programa informático llamado AlphaGo. Este software, desarrollado por la empresa DeepMind (adquirida por Google), consiguió batir al magnífico Lee Sedol, campeón mundial de Go. Aunque en Occidente es prácticamente un desconocido, en Oriente este juego está considerado como un arte. Con más de 2.500 años de antigüedad, supera en complejidad a cualquier otro juego de estrategia. Su origen no podía ser otro que China.
La partida (ya histórica) de DeepMind contra Lee Sedol alcanzó una dimensión trascendental. Interpretada como un pulso entre el humano contra la máquina, la derrota del ‘sapiens’ tambaleó los cimientos de nuestra existencia, especialmente, la de los creadores de Go. “AlphaGo demostró que los avances en inteligencia artificial están relacionados con el prestigio nacional y el estatus de las grandes potencias”, señala el trabajo de Ding.
Pero el daño a la honra no es motivo suficiente para accionar la maquinaria de I+D de todo un país. Siempre suele haber una razón de mayor peso, pongamos como ejemplo, el dinero. “El beneficio económico es el motor principal del sueño chino”, dice el informe. Según PwC, en 2017 China estaba posicionada como el país que más podía ganar con el desarrollo de la IA, con un impacto potencial del 26% en el PIB nacional. El círculo se cierra.
En julio de 2017, el Gobierno chino presentó el Plan para el desarrollo de una nueva generación de IA, la prueba indiscutible de la posición prioritaria que alcanzaba esta tecnología para el país. Según este programa, para 2020 la industria de inteligencia artificial china estará “alineada” con la de los países más avanzados. Para 2025, será la líder mundial en determinados campos. Para 2030, se convertirá en el principal centro de innovación del mundo.
En su informe, el investigador de la Universidad de Oxford analiza la posición actual de China en la carrera para conseguir su sueño de inteligencia artificial, basándose en cuatro factores clave como son el desarrollo de hardware, la cantidad de datos disponibles, la investigación y el ecosistema comercial.
La gran debilidad, el hardware
Hasta ahora, el gigante asiático había confiado en la importación y la adquisición para mejorar en hardware. “El desarrollo de procesadores y chips puede ser el componente más difícil del plan chino de inteligencia artificial”, reconoce el informe. En 2015, el país tan sólo ocupaba el 4% del mercado global de fabricación de semiconductores, mientras que Estados Unidos alcanzaba el 50%. “China es particularmente dependiente de empresas extranjeras en cuanto a GPU’s, que son la mejor opción para entrenar los algoritmos chips específicos para IA”.
Para superar esta debilidad evidente, en octubre de 2017, el Ministerio de Ciencia y Tecnología anunció un proyecto para invertir en chips específicos para redes neuronales artificiales. Además, el Gobierno ha animado a las empresas domésticas a firmar acuerdos con firmas internacionales para facilitarles el acceso a la tecnología de producción de chips de alta calidad. Sin olvidar la apuesta a largo plazo por la supercomputación.
A diferencia de anteriores apuestas de China por la tecnología, por primera vez los gigantes tecnológicos y las startups ‘unicornio’ nacionales empiezan a competir con algunos de los líderes mundiales en diseño de hardware para inteligencia artificial. La joven empresa Cambricon, por ejemplo, ha desarrollado chips seis veces más rápidos que las GPU estándar para aprendizaje profundo. Sin embargo, el camino es muy largo. “Alcanzar el dominio del hardware tomaría mucho tiempo, si es que eso llega a ocurrir”, subraya Ding.
El ‘amo’ de los datos
En 2030, China poseerá el 30% de los datos del mundo, según un informe de CCID Consulting. El acceso a grandes cantidades de información se suele citar como una de sus principales ventajas en la carrera de la inteligencia artificial. ¿Cómo lo ha conseguido? Con una política proteccionista. “Con sistemas de privacidad relativamente laxos, los gigantes tecnológicos chinos captan vastos tesoros de datos y los comparten entre las agencias gubernamentales y las empresas en común”, comenta el estudio.
Para garantizar que estos valiosos datos no salgan de casa, China está promoviendo la creación de estándares nacionales para la inteligencia artificial, que difieren “significativamente” de los internacionales, “un movimiento que podría favorecer a las empresas locales frente a las extranjeras en el mercado doméstico”. Esta política -que por ejemplo se materializa en la ley de ciberseguridad de 2017 que impide a las firmas foráneas almacenar los datos captados de los ciudadanos chinos cuando están fuera de China- “podría desincentivar el desarrollo de estándares comunes”.
Algunos actores locales ya han comenzado a exigir la liberalización de esta información, pero aún pesan más las voces que aprueban esta política proteccionista. En Top-level plans, investigadores de Tencent y la Academia China de Tecnologías de la Información y la Comunicación (CAICT) defienden que la liberalización de los datos es una forma de promover la innovación. Sin esta, dicen, “muchas aplicaciones de IA se convertirán en un árbol sin raíces”.
Que este proteccionismo hay beneficiado a China hasta el momento no significa que continúe siendo así en el futuro. Tal y como apunta el estudio de la Universidad de Oxford, si más y más datos se empiezan a compartir entre plataformas y países, otros actores se beneficiarán de este flujo de información abierta, mientras que China se mantendrá ajena en su círculo cerrado.
El reto de captar talento
“Los investigadores chinos son capaces de replicar rápidamente los algoritmos más avanzados desarrollados en cualquier parte del mundo”. Pero China sabe que necesita I+D propia para que su sueño de inteligencia artificial no acabe en saco roto. Para conseguirlo, el plan estatal incluye una sección sobre la captación de talento internacional a través de sus planes Thousand Talents. A través de este mecanismo, incentiva la contratación de los mejores investigadores extranjeros.
Aunque, ojo, es una puerta de una sola entrada: “Mientras el Gobierno promueve el flujo de talento y tecnología en el sector chino de la inteligencia artificial, impide que las compañías extranjeras se establezcan y restringe el flujo de datos fuera del país”, dice el informe.
De momento, el gigante asiático “no puede equipararse con los países líderes”. Si China cuenta con 39.000 investigadores especializados, EEUU casi duplica este número con 78.000 expertos. Según la Asociación para el Avance de la Inteligencia Artificial (AAAI) en su conferencia anual, en 2015 China presentó el 20,5% de los descubrimientos en esta materia, mientras que EEUU llegaba al 48%. Más del doble. La diferencia es notable, casi como la distancia que separa a China de la tercera posición en el ‘ranking’, Reino Unido… con un 8,2%.
Ecosistema comercial
Sin mercado, la investigación pierde su sentido. Por eso, el Gobierno chino está empezando a jugar un papel importante en la financiación de empresas de inteligencia artificial. Así, el ecosistema comercial de IA ya es el segundo mayor del mundo, aunque únicamente representa una cuarta parte del estadounidense. Del total de empresas del sector, el 42% están en EEUU y el 23% en China.
A través de los fondos GGF, el Gobierno asiático ha invertido más de mil millones de dólares en startups locales. En 2017, el 69% de las nuevas empresas de IA chinas había recibido inversión, muy por encima de Estados Unidos, donde la cifra es del 51%. “El éxito o el fracaso de su sector comercial en inteligencia artificial será una prueba de su colaboración público-privada única”.
¿Con datos es suficiente?
El informe de Jeffrey Ding corrobora que China está por detrás de Estados Unidos en tres de los cuatros motores de crecimiento de la inteligencia artificial. Sólo gana en los datos. Por tanto, ¿por qué despierta tanta expectación?
Hay voces que defienden que precisamente ese factor es suficiente para defender su futuro liderazgo mundial en esta materia. El COO de Baidu, Qi Lu, por ejemplo, argumenta que China estará mejor posicionada porque los datos son el principal factor de expansión, bastante para compensar su segunda posición en el resto de indicadores.
Pero Ding lanza una reflexión última, ¿qué pasará cuando los futuros algoritmos de inteligencia artificial necesiten menos cantidad de datos? Las apuestas están abiertas.