Blockchain es, quizás, el término de moda en los mentideros de la industria tecnológica. Desde que hiciera su aparición en escena, allá por 2009 al calor del recién nacido bitcoin, esta particular forma de entender la gestión de la información, distribuida en una cadena de bloques, ha ido conquistando los corazones (y bolsillos) de muchas empresas.
Primero porque vieron en esta innovación una manera eficiente y segura de gestionar sus procesos transaccionales. Luego porque descubrieron sus aplicaciones en la trazabilidad alimentaria o en la monitorización de la logística. Y, finalmente, porque comenzaron a aparecer casos de uso verdaderamente disruptivos sostenidos sobre esta particular red descentralizada.
Más allá del hype que no escapa a la vista de cualquiera que busque blockchain en Google (o en los informes corporativos de la mayoría de grandes organizaciones), lo cierto es que comienza a percibirse una cierta madurez en la adopción de soluciones basadas en cadenas de bloques.
Así lo explica Rodrigo Álvarez, managing director en Accenture Digital: "Llevamos ya haciendo pruebas de concepto con blockchain desde hace cinco años, pero es cierto que ha sido en los últimos tres años cuando todo se ha acelerado, entrando en alianzas, identificando y testando casos de uso para cada industria y, más recientemente, trasladando capacidades a escala local".
Este directivo considera, de hecho, que 2017 fue un año de "evangelización" sobre las bondades del blockchain, 2018 es el curso de "empezar a aplicarlo" y 2019 será el de los "proyectos masivos y más serios". Más todavía: en 2025, aventura Álvarez, "todas las compañías tendrán integrado blockchain, de una forma u otra, en el core de su negocio".
Plazos aparte, no hay duda de que las empresas han puestos sus miras en esta tecnología con el fin de mejorar la eficiencia a corto plazo (telco, logísticas como Cathay Pacific, banca, etc.), pero poco a poco se van pasando a iniciativas que parte del blockchain para crear propuestas de valor añadido, de auténtica capacidad disruptiva. Un buen ejemplo de ello es lo que Accenture viene haciendo con la eléctrica EDP en Portugal.
"Hemos creado una plataforma, basada en criptos, para gestionar de forma más sencilla la colaboración silenciosa en su organización, aquella que no se suele medir en los informes de rendimiento. Al recogerla en la cadena de bloques, podemos medir esta cocreación y asignar recompensas a los compañeros que más se presten a ayudar a los demás, emponderando y motivando al empleado. Además, el dinero que se les asigna va destinado a organizaciones benéficas de su elección", explica Rodrigo Álvarez.
Mención aparte merece también todo lo relacionado con la identidad digital, arena en la que Accenture viene trabajando con las Aduanas Europeas para gestionar de forma más eficiente y segura todo el transporte marítimo en el Viejo Continente. Añadan a estos casos los trabajos en materia de experiencia de usuario (con firmas líderes como Amadeus), la parte más legal que lideran los principales despachos de abogados de nuestro país o las pequeñas, pero atrevidas, incursiones del blockchain en el sector público.
Y, detrás de todo esto, no imaginen solo a consultores trajeados: una de las apuestas más ambiciosas de Accenture en estas lides pasa por la integración de perfiles de lo más diversos en lo que han venido a denominar como su 'Squad'.
Se trata de un equipo de 12 personas en España, repartidas entre el Digital Hub y el Liquid Studio (ambos en Madrid) y entre los que podemos encontrar a expertos en tecnología tradicional, talento "underground" (como denomina Álvarez a aquellos profesionales que vienen de la parte más embrionaria y profunda del blockchain), diseñadores, programadores de front y backend o ingenieros curtidos en plataformas como IBM Hyperledger, Ethereum, MOBI (impulsada por la consultora con las grandes automovilísticas para llevar blockchain al futuro coche autónomo) o Alastria.
A ellos se deben sumar las 200 personas formadas en un menor nivel de especialización o el RegTec Lab: un equipo técnico dedicado a examinar la regulación y tratar de encontrar las soluciones más adecuadas en base a la normativa y cuyo hub principal está en España, desde donde se coordina al resto de equipos globales.