Los fans de The Office (serie británica adaptada en EEUU con el gran Steve Carell como estrella) tienen muy claro el concepto de una oficina tradicional... y nada eficiente: trabajadores calentando la silla, reuniones sin mucho sentido ni propósito, falta total de integración de los diferentes perfiles de empleados y un total desaprovechamiento del talento personal de cada miembro del equipo.
Un modelo que, más allá de las risas que podamos echarnos al respecto, no deja de ser obsoleto y nada apropiado para afrontar los desafíos del futuro. Hablamos de tendencias como el teletrabajo (el 23% de los trabajadores del conocimiento tienen actualmente libertad para elegir donde trabaja) o la incorporación de los millennials y la generación Z al tejido productivo (en 2020, casi la mitad de la fuerza de trabajo global estará formada por estos jóvenes). Ninguno de estos paradigmas puede entenderse dentro de la oficina o las relaciones al uso que en ellas se generan y a las que todos estamos acostumbrados.
"Los empleados buscan formas de trabajar más intuitivas, en las que puedan acceder a lo que necesitan o hablar con sus compañeros con un solo botón, con el vídeo como formato por defecto, una experiencia móvil optimizada y multitud de dispositivos y aplicaciones para elegir cómo trabajar en equipo", explica Andy Brocklehurst, líder de Colaboración en Cisco EMEAR. "Si las propuestas de la empresa para trabajar colaborativamente no les convencen, ellos simplemente buscarán otras alternativas con las que sientan cómodos pero que, quizás, no cumplirán con los requerimientos ni de seguridad ni de compliance".
Así se entiende la actual dialéctica entre herramientas de reuniones virtuales (con Cisco o Polycom tratando de reinventar la experiencia al respecto), chats (con WhatsApp con herramienta muy extendida, pero cada vez más sustituida por propuestas específicamente creadas para el entorno corporativo, como Slack o Skype for Business), correo electrónico y red social (Workplace by Facebook, Microsoft Teams...) o soluciones de almacenamiento corporativo (Dropbox, Box, etc.). Y solo así partimos en un nuevo concepto donde debemos reinventar las herramientas de colaboración más básicas y la forma, por ejemplo, de reunirnos.
De hecho, si echamos la vista atrás, vemos cómo las herramientas de videoconferencia llevan con nosotros varias décadas ya. Pero sus capacidades no han terminado de calar entre los usuarios, y las razones son de lo más variadas. "La adopción en algunos casos es muy baja porque no se ha integrado correctamente con las aplicaciones de negocio ni se ha alineado con el estilo de trabajo o las preferencias de los profesionales", añade Brocklehurst. Porque cambiar el concepto de la reunión física por una virtual no es tan sencillo como parece: requiere de un replanteamiento de la tecnología misma.
Un cambio de paradigma en el que Cisco ha dado especial protagonismo a la inteligencia artificial. En su plataforma Webex, anunciada el pasado abril, la firma multinacional está trabajando para integrar reconocimiento de lenguaje natural y de rostros, detección de objetos y ruidos, machine learning y, también, capacidades de inteligencia artificial conversacional. "Lo hacemos, además, llevando la inteligencia artificial directamente al hardware, usando los chips NVIDIA Jetson que usan los coches autónomos", presume Andy Brocklehurst.
A ello debemos unir un cierto impulso de la realidad virtual y la realidad aumentada como soportes que, en casos de uso muy concretos, pueden ampliar el concepto clásico de la videoconferencia como una pantalla gigantesca y una cámara que ocupa la relevancia de una sala en un edificio corporativo o la webcam de un portátil. "Estamos viendo ya cómo las nuevas formas de trabajo colaborativo están usando la RV en entornos como la construcción, con la empresa ODG por ejemplo, o en el ámbito médico, con MedVR", puntualiza el directivo.
Los datos parecen corroborar el fuerte latido de propuestas colaborativas convergentes como la de Cisco Webex. En el caso particular de este proveedor, cada mes 116 millones de trabajadores usan esta tecnología, con 30 millones de encuentros virtuales celebrados. Todo ello soportado por una extensa red de centros de datos dedicados (dos de ellos en Europa, ninguno en España) y de puntos de acceso a la nube pública de la propia casa norteamericana.