Tres simples palabras llevaron a este hombre, que atesora ahora 57 años, afroamericano y ajeno a las grandes familias políticas de EEUU, a la Casa Blanca. Yes, we can (Sí se puede, en español) fue el grito de guerra de un ilusionante Barack Obama, quien a la postre dejaría un legado de mejora del sistema sanitario público en el país, un acercamiento a rivales enconados como Cuba o Irán y una economía en pleno crecimiento tras el shock económico del años 2008.
Esos méritos, junto a la inevitable comparación con su sucesor -Donald Trump- hicieron que Obama fuera recibido, esta semana en Oslo, como una auténtica estrella de rock. En el país donde recibió su premio Nobel de la Paz, Barack Obama se dio un auténtico baño de masas con 3.000 personas esperando oírle hablar sobre tecnología y sostenibilidad, aunque lo cierto es que el expresidente -menos lúcido que en otras ocasiones, pero manteniendo su innato carisma- realmente habló de lo que quiso y cómo quiso.
Pero de su intervención en el Oslo Business Forum podemos rescatar algunas interesantes confesiones, otras apelaciones al conjunto del planeta y varios consejos para los líderes empresariales, especialmente con dardos dirigidos a Silicon Valley y su sempiterna hipocresía.
Por ejemplo, Barack Obama admitió que su "prioridad si volviera a la Casa Blanca por un día sería la sostenibilidad y el cambio climático. Queda mucho por hacer, porque solo me dio tiempo a dar los primeros pasos". Una preocupación que "no comparte la actual Administración", pero que para el expresidente supone el principal reto de la Humanidad en estos momentos, junto a la inclusión social y la gestión positiva de la globalización en un mundo dado al populismo.
Una guerra sin cuartel contra el daño creciente a la naturaleza que, en una vaga explicación, Obama espera que sea "acelerada por la tecnología, ya que en 20 o 30 años veremos mayores eficiencias y el despliegue de innovaciones que nos llevarán a donde necesitamos ir. Todo ello requiere de la implicación política y de la sociedad entera, desde ONGs hasta los negocios y cada persona a nivel individual. Eso hoy por hoy no existe".
Globalización e inclusión
Mucho más nítido fue el mensaje de Barack Obama cuando se refirió a la globalización como germen de la falta de inclusión social en muchos terrenos y, en consecuencia, el surgimiento de movimientos populistas y extremistas en muchos lugares del globo. En opinión del mandatario norteamericano, "la promesa de internet es que íbamos a poder conectar el mundo en una forma positiva, pero hemos aprendido que esa misma capacidad también sirve para fines terribles, como los terroristas que captan seguidores en redes sociales o para promover a partidos extremistas".
Más aún, para Obama las raíces de todas las turbulencias políticas en Europa y Estados Unidos en la actualidad hemos de buscarlas en Silicon Valley: "Existe un problema de desigualdad social, el capitalismo de por sí tiende a crear una economía de el que gana se lo lleva todo. Por eso, cuando uno tiene algo especial como un algoritmo o una herramienta determinada, tienes acceso a todo el mundo y manejas una arma muy poderosa. Silicon Valley es un buen ejemplo de ello. Pero en cambio, si no tienes un talento especial, serás reemplazado fácilmente. Y mucha gente se siente marginada, frustrada y enfadada por ello, lo que ayuda a crear algunas de las tendencias que vemos estos días».
En ese sentido, y frente al proteccionismo de Trump, Obama apela por un control social de la globalización que evite los males inherentes a su imparable ascenso: "Si queremos seguir trabajando en una economía liberal y de mercado, necesitamos mejores instrumentos sociales para garantizar que no se amplíe la brecha entre ricos y pobres. La globalización, combinada con la tecnología, ayuda a unir el mundo, con una cadena de suministro global, con un comercio internacional, conectando talentos de todo el mundo... En muchos puntos, los negocios han contribuido a acabar con barreras sociales y culturales. Pero en lo que los negocios no son tan buenos es en crear acuerdos económicos y políticos para unir a la gente. Tenemos a muchas personas haciendo cosas muy buenas y muchas otras quedándose atrás", admite el exdirigente.
"La gente no piensa en términos de PIB agregado, sino en si pueden comprarse una casa, si tienen un trabajo o si pueden pagarle un colegio a sus hijos. Y hay mucha gente que siente que se está quedando atrás en esta economía global y digital. Tenemos que pensar cómo compensarles por los daños de la globalización, creando estabilizadores entre el Estado y las empresas. Eso, a su vez, requiere de un Estado del Bienestar que sea eficiente y que pueda captar capital suficiente para reinvertir en donde sea necesario".
Consejos con veneno
Con la elegancia que le caracteriza, Barack Obama no dudó en ofrecer algunos consejos a los líderes empresariales congregados en la sala... y de paso soltar más dardos envenenados a Silicon Valley por la ya mencionada hipocresía que les caracteriza. "El reto para cualquier empresario es que sus negocios vuelvan a sus objetivos y valores iniciales, porque no pueden olvidar que sus beneficios dependen de la sociedad a la que se deben", explicó el expresidente.
"Realmente es frustrante ver cómo las empresas de Estados Unidos, y por ejemplo las de Silicon Valley, han utilizado sus influencias políticas para pedir recortes de impuestos o reducir las limitaciones regulatorias, pero se han mostrado mucho menos interesadas en que la sociedad mejore. Necesitamos una visión a largo plazo en ese sentido".
Súmenle a ello un alegato a favor de la inclusión de la mujer en los puestos directivos, de la integración de diferentes perfiles y culturas en la organización, de tomar "riesgos calculados" o de impulsar las diferencias generacionales como un valor y no un lastre. Esa es la receta del éxito corporativo para el que fue, durante ocho años, el hombre más poderoso del mundo.