Dice Marta Martínez que "hay que ir más allá de la transformación digital, que es un concepto ya casi obsoleto", aunque conviene entender el contexto de las palabras y que se refiere a que ya hay que dar por hecho que sin digitalización de las empresas no hay nada que hacer.
Esta observación de la presidenta de IBM España es parte de su argumentación para responder que, en el mundo tecnológico, no percibe aires de esa recesión que algunos empiezan a predecir como algo inminente. "La actividad tecnológica no ha decaído y hay proyectos más allá de la digitalización", asevera.
El contexto es la presentación formal en Madrid del IBM Cloud Garage (con 'g', que es como se escribe en su origen francés y también en inglés). El espacio del gigante azul es una zona acotada con cristaleras dentro del Barrabés Growth Space, local en el que confluyen consultoría de transformación digital y coworking, casi pegado a la estación de Atocha.
El concepto de los Cloud Garages, que IBM tiene ya en 14 grandes ciudades del mundo, desde Toronto a Tokio, Dubai, Melbourne o Sao Paulo, es conectar empresas asentadas y startups. Descubrir ideas, buscar soluciones a problemas concretos y fomentar la colaboración y el acceso a tecnologías como la nube, blockchain e inteligencia artificial, para fomentar la interacción, el pensamiento creativo, "design thinking", y el desarrollo ágil de productos y servicios.
Como ya ha hecho Ferrovial, que se cita en la relación de casos de éxito. La empresa de infraestructuras ha empezado a utilizar los servicios del Cloud Garage madrileño antes de su estreno oficial para diseñar proyectos de internet de las cosas.
Martínez sitúa la actividad en este espacio sobre tres pilares: plataformas abiertas, porque "casi el 90% de las empresas tiene múltiples proveedores cloud"; inteligencia artificial, "abierta y explicable", al alcance de todas las empresas; y seguridad integrada con el ecosistema.
IBM también pone énfasis en "la disrupción blockchain", que va a tener una "enorme relevancia en el funcionamiento de las empresas", aunque la esencia es que ofrece las herramientas y servicios de su nube y, por supuesto, la inteligencia cognitiva de Watson, desde una perspectiva interoperabilidad con otras opciones. Tecnología que no se encierra en silos propietarios.
Martínez señala tres principios que deben regir el uso de la inteligencia artificial: que se use para "aumentar la capacidad intelectual humana"; que sea incuestionable que "los datos y las conclusiones que obtenga de ellos el tratamiento IA pertenecen exclusivamente a sus creadores"; y que el funcionamiento de la IA "sea transparente y explicable, no una caja negra".