Parafraseando al clásico anuncio de neumáticos, "la innovación sin capital no es nada". Es por ello que no hay mejor manera de tomar el pulso al estado del ecosistema emprendedor que atender a las cifras de inversión de los fondos de capital riesgo, encargados de canalizar el apetito económico hacia el tejido productivo con capacidad disruptiva.
Y, en estas lides, podemos decir que 2018 ha sido un año positivo para la inversión de capital privado en España. Según los datos provisionales facilitados hoy por la patronal ASCRI, el pasado curso se movilizó un total de 5.844 millones de euros en 670 operaciones, contabilizando todos los tipos y tamaños de inversión. Se trata de un 18% más de facturación respecto al curso 2017 (4.958 millones), si bien también un descenso del 6,4% en el volumen de actividades llevadas a cabo por el sector (hace dos años fueron 715).
Anotamos, de este modo, tres años de subidas consecutivas en el volumen invertido, recobrando el pulso perdido durante los años de dura crisis económica. Tendencia que, a juicio de esta asociación, se mantendrá a lo largo de 2019, ya que no se perciben signos de grandes cambios ni factores sustanciales que puedan variar las estrategias a largo plazo de los fondos. Reconocen, no obstante, que la incertidumbre política -no tanto en Cataluña, sino la que llega de Reino Unido con su 'brexit'- puede impactar de algún modo en los resultados futuros, pero que "nuestro país está mejor preparado que otros de nuestro entorno en términos relativos".
De hecho, España es cada vez un objetivo más atractivo para los fondos internacionales, que han incrementado un 25% su inversión en 2018 respecto al ejercicio anterior, hasta alcanzar la frontera de los 4.493 millones de euros.
No en vano, aunque los números son verdes en un vistazo global, la situación es algo más agridulce si nos atenemos al segmento del 'venture capital', el más activo en el ecosistema de base tecnológica en nuestro país. No en vano, las inversiones de fondos de VC nacional privado cayó un 7% interanual, hasta los 172 millones de euros (por el contrario, el número de operaciones se incrementó de 334 a 345), mientras que sus homólogos públicos experimentaron un descenso del 77% (de 44 a 10 millones de euros), al igual que los VC internacionales (caída del 24%, de 309 a 235 millones de euros, eso sí, pasando de 46 operaciones a 63 en 2018).
¿Suma total? 417 millones de euros invertidos (22% menos) en 510 operaciones (24% menos). Datos que sorprenden ante la pujanza de los hubs de innovación de Madrid, Barcelona o Valencia pero que responden, a juicio de Miguel Zurita -presidente de ASCRI- a la falta de "megaoperaciones como la protagonizada por Cabify en 2017 más que a la salud del sector" (no hubo ninguna inversión por encima de 100 millones) y a estar inmersos "en un ciclo natural de desinversiones, que se produce cada cinco años, para rentabilizar las inyecciones realizadas entre 2013 y 2015". En este sentido, 2018 se quedó lejos del récord del pasado curso pero superando la media de los últimos diez años (2.049 frente a 3.483 millones de euros, ejercicio a ejercicio, en desinversiones a precio de coste) pero con algunos ejemplos de éxito como la venta de Alien Vault "que son empresas de base tecnológica que se salen del clásico e-commerce", en palabras de Zurita.
Zurita subaya también que nuestro país "ha alcanzado por fin el mismo nivel que nuestros vecinos europeos respecto a la inversión de capital riesgo en relación con el PIB", justo el mismo año que el Reino Unido dejaba de ser el principal destinatario de estos fondos en el Viejo Continente. Sin embargo, el presidente de la patronal reconocía también que "queda mucho camino por recorrer y todavía hay una gran oportunidad de negocio" en el tejido emprendedor patrio.
Y es que, pese a todas las mejoras que se perciben en este sector, sigue persistiendo la sensación de que las empresas de base tecnológica siguen sin tomar el relevo de los sectores más tradicionales de la economía española. El primer indicador de ello es que, mientras que las startups TIC copan las principales operaciones de 'venture capital' (OnTruck, Glovo, LogTrust, 21 Buttons, Red Points, Lingokids, etc.), apenas encontramos ejemplos de ello en el 'middle market' (el más dinámico de la economía nacional) y ninguno entre las ocho megaoperaciones del capital riesgo (+100 millones) vividas el pasado curso.
El segundo factor a tener en cuenta es la relevancia total que las empresas tecnológicas tienen en las carteras de los fondos de capital riesgo -ligado a su vez al factor anterior, al de protagonizar muchas operaciones de VC de poco valor pero ninguna de grandes montantes-: el segmento de 'informática' apenas contabiliza 356 millones de los casi 6.000 invertidos por el capital riesgo en 2018, pero es el que más actividades registra (309) con una inversión media de un millón de euros. Por el contrario, el sector energético apenas mostró 25 inversiones, pero con una inyección media de 48 millones, con lo que suma un total de 1.194 millones de euros. Igual sucede con otro clásico de nuestra economía, la hostelería y el ocio, que movilizó 1.047 millones en 14 inversiones a una media de 74 millones por operación. O los productos de consumo, con 878 millones facilitados por el capital privado en 61 inversiones de 14 millones de media.