Los vehículos autónomos son capaces de imitar las capacidades humanas de manejo y control. Perciben el medio exterior y navegan en consecuencia. La historia de los coches autónomos se remonta al año 1939 cuando el diseñador industrial Norman Bel Geddes presentó un vehículo autónomo en el pabellón Futurama de la Feria de Nueva York de ese año.
Desde los años 80 empresas como Mercedes-Benz y agencias como DARPA han evolucionado la tecnología. En 2015 un Audi SQ5 recorrió 5400 km en nueve días de forma autónoma. Ese mismo año, Google realizaba pruebas extensivas con decenas de vehículos autónomos. En los últimos años multitud de empresas están realizando pruebas con este tipo de tecnologías por su potencial económico.
En un interesante estudio de KPMG de este año titulado 2019 autonomous vehicles readiness index [2019 índice de preparación de los vehículos autónomos] se utiliza el termino vehículos autónomos para describir, internamente, la tecnología utilizada dentro de los vehículos y, externamente, las redes digitales e infraestructuras como carreteras.
El estudio menciona el nivel 5 de automatización como aquel nivel en el que el conductor humano pasa a ser un pasajero. Holanda, Singapur, Noruega, Estados Unidos y Suecia lideran el índice de los países mejor preparados para este tipo de tecnologías. El estudio describe como los vehículos autónomos puede influir en sectores específicos como por ejemplo salud, aeronáutico, ferroviario, publicidad, energía.