En el año 2012, tan lejano a veces y tan inmediato en cambio, Steve Chambers y Forrester Research acuñaron un término más en este diccionario en constante ebullición que es la tecnología digital. Se trataba de la hiperconvergencia, una forma rebuscada de apelar a la necesidad de que distintos servidores, plataformas en la nube, aplicaciones, sistemas de almacenamiento y demás puedan trabajar de manera conjunta, simple y con un desarrollo uniforme a todos los vértices de la ecuación.

Más allá del término de marketing que este concepto trajo consigo, al que se subieron numerosos fabricantes de tecnologías tradicionales, lo cierto es que se comenzó a ver en el sector un constante auge de hipervisores, herramientas de virtualización para cada capa de infraestructura y soluciones de orquestación que permitían abstraerse de todos los equipos bajo la superficie para operar, en la práctica, como si todo fuera un único sistema uniforme y constante.

«No podemos dejar que la nube vuelva a crear silos», afirma Rajiv Mirani 

En estas lides, Rajiv Mirani, CTO mundial de Nutanix, explica a INNOVADORES que "las empresas necesitan saber qué sistemas de hardware funcionan mejor con qué tipo de software, porque la mayoría de estructuras pueden soportar todo tipo de cargas de trabajo, pero no de manera eficiente. A ello hemos de unirle toda la complejidad de las actualizaciones y la planificación de la capacidad necesaria para cada aplicación, lo que se vuelve demasiado difícil de manejar". Ahí es donde entran en juego las soluciones de hiperconvergencia como las de este fabricante, tendiendo el manto que dota de simplicidad en la gestión de todos estos recursos digitales. Máxime cuando en la disyuntiva incluímos otro elemento fundamental: la no siempre fácil convivencia entre los despliegues cloud y los equipos instalados en centros de datos propios.

"Prácticamente todos los fabricantes hablan una y otra vez sobre la nube, centrándose únicamente en la convergencia entre distintos proveedores cloud. Pero si lo piensas un poco, esto tiene ramificaciones estructurales a la hora de entender el concepto de nube híbrida, que no puede existir sin una nube privada. No todo puede ni debe estar en la nube, y las empresas tienen que poder manejar ambos entornos con la misma simplicidad, moviendo cargas de uno a otro y desarrollando aplicaciones que aprovechen el potencial de cada una de las áreas", detalla Mirani.

"En estos momentos, la mayoría de compañías se limitan a copiar y pegar sus aplicaciones cuando las mueven de su centro de datos a la nube. Esto es altamente ineficiente: la solución real es crear una capa que te permita simplificar la creación de aplicaciones en cualquier entorno, porque las características de la nube y lo que vas a poder hacer en ella va a ser muy diferente a lo que tienes en tu centro de datos privado".

Estas dificultades para migrar grandes aplicaciones a la nube sin reprogramarlo todo podría explicar que muchas organizaciones opten por los entornos cloud para hacer pruebas de concepto, pero sigan haciendo sus  despliegues en producción en sus propios CPD. "No es suficiente con hacer prototipos: tenemos que demostrar que se puede trabajar bien en producción. Y para ello, la infraestructura en ambos lados debe ser similar, deben tener un mínimo de convergencia", sentencia el directivo de Nutanix.

Esta convivencia entre nubes y centros de datos tradicionales no es el único reclamo de los actores del creciente mercado de la hiperconvergencia, quienes también apelan a la mejor gestión del coste (eligiendo el mejor escenario para cada aplicación o comparando el precio que ofrece cada cloud en un momento dado) y a la independencia clave en un nuevo cielo, el de las nubes, que tiende a replicar los mismos silos de los que adolecen los CPD al uso. 

"Hay un problema que muy pocas personas están tratando de resolver y es cómo mover los datos y aplicaciones una vez desplegados en la nube pública. Corremos el riesgo de crear silos de nuevo; la única forma de evitarlo es con una plataforma común que te permita mover las cargas sin problema entre distintos fabricantes", confirma Rajiv Mirani.

"La migración además debe ser en todas direcciones, tanto entre nubes distintas como entre la nube y el CPD. Porque no nos podemos quedar encerrados en Amazon, tal y como están sufriendo empresas que hace diez años tomaron alguna decisión TIC y ahora no tienen otra opción. Ser abiertos es un gran valor en estos momentos y, de hecho, para muchos clientes de hiperconvergencia lo más importante no es el coste o la eficiencia, sino el reducir la complejidad y evitar quedarse atrapados en un único proveedor".

Entre las advertencias necesarias en este momento de coexistencia de paradigmas (si es que es un momento y no una constante vital de la tecnología), Mirani también apela a la necesidad de valorar los pros y contras de la nube, especialmente cuando estas decisiones de compra se le dejan a personas sin formación técnica. 

"En muchos casos, cuando un profesional necesitaba una aplicación la pedía al departamento TIC, el cual tardaba un mes en determinar los recursos propios necesarios y diseñar el despliegue. Ahora, con la nube, puedes hacerlo presionando un par de botones e introduciendo tu tarjeta de crédito en apenas cinco minutos. Pero lo que esta persona seguramente no sepa es que esto no será seguramente más barato, aunque sí se evitará tener que andar instalando parches de seguridad o haciendo actualizaciones al sistema porque otros se ocuparán de ello", afirma.

¿Podría concluirse que la hiperconvergencia, y por ende actores como Nutanix, se oponen a la tendencia hegemónica de que la nube acabará por invadirlo todo? A tenor de las palabras de Rajiv Mirani, el futuro estará marcado por un obligado espacio compartido entre el cloud computing y los centros de datos, más residuales que hoy pero imprescindibles pese a todo. «Además de todo eso, hemos de tener en cuenta que muchas empresas y organismos públicos no pueden moverlo todo a la nube por regulación o por seguridad. Algunos tipos de datos personales o confidenciales no se pueden mover fuera del país por ley, con lo que tenemos que asegurarnos de que tenemos una buena experiencia también en los sistemas propios que se ocupen de ellos", concluye el directivo.

"Al final del día, lo importante es que las empresas tengan la libertad de, ante una aplicación particular, determinar cuál es el mejor lugar para ejecutarla y hacerlo en base a una combinación de reglas físicas (el mejor rendimiento) y económicas (el menor coste). Esa es la única forma de tomar la mejor decisión y diseñar realmente cómo queremos estructurar la compañía".

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