En 2006, un año antes de que Steve Jobs pariera el primer iPhone y dos antes de que Barcelona estuviera conectada por AVE con Madrid, se publicaba la primera versión de Hadoop. Se trataba de una de las bases de datos pioneras a la hora de almacenar grandes volúmenes de información, con lo que se daba el pistoletazo de salida a una de las tendencias más conocidas del panorama digital: el big data.
Ese mismo año, hace ya 13 cursos, dentro de nuestras fronteras apenas nadie había oído mencionar ese paradigma llamado a revolucionar nuestras empresas. Y mucho menos podía pensarse que una startup española, con talento local, pudiera hacerse un hueco en este mercado en ciernes. Nada más lejos de la realidad: una pequeña compañía llamada Synergic Partners rompió con los moldes al entrar en este segmento todavía naciente, con una mujer -Carme Artigas- al frente de la particular aventura.
En entrevista con INNOVADORES, Artigas explica que "primero fue un cambio brutal en las herramientas disponibles, con las que pudimos hacer procesamiento en paralelo y luego la llegada de la nube. Con ambas lo que obtuvimos fue la posibilidad de rebajar el coste de las cargas de trabajo tradicionales, pero los cambios fueron más allá, llegando a afectar directamente a la naturaleza de los negocios, no solo a la forma en que venían haciendo negocios hasta el momento".
En su opinión, el salto cualitativo se produjo cuando las empresas vieron el potencial de analizar y comparar datos, de establecer tendencias y predecir el comportamiento de sus consumidores. "Hay actores que llegan a mercados consolidados con modelos de negocio basados en datos desde el día uno. Por eso es clave que tanto la gran empresa tradicional como las pymes aborden este cambio de mentalidad, que a su vez implica cambiar la forma en que se entiende la tecnología, que hasta ahora estaba vinculada al ahorro de costes pero que cada vez debe estar más cerca del negocio, de prsonalizar los servicios que se ofrecen al cliente y mejorar la toma de decisiones de un enfoque reactivo a uno proactivo".
De hecho, la digitalización de las pymes es uno de los temas que más preocupan a Carme Artigas. "Hace falta mucha evangelización pero creo que el reto de España es ofrecer ayudas para invertir en formación del talento interno, porque las herramientas ya están disponibles para todos. Es una cuestión de urgencia, porque hay compañías que ya empezaron hace 10 o cuatro años, que han tenido tiempo para hacer pruebas y asumir errores, de tener su curva de aprendizaje".
Para subsanar ese gap existen precisamente compañías como Synergic Partners, que atesoran el entrenamiento de algoritmos y la experiencia en grandes cuentas. Esta firma en concreto fue comprada por Telefónica en 2015 y, desde finales del año pasado fue integrada plenamente en LUCA, la nueva unidad de datos del operador. Una operación que supuso la salida de Artigas de la compañía que lideraba, pero que no ha apartado a esa visionaria de la pugna digital. Todo lo contrario: Artigas se ha incorporado al consejo asesor de la consultora de comunicación Llorente y Cuenca, forma parte del grupo de embajadores internacionales de la Universidad de Stanford y está abierta a invertir y asesorar a otros emprendedores que se decidan a comenzar la misma aventura que ella llevó a cabo en 2006. Y anticipa: "El sector de la moda está a punto de vivir una gran revolución»".
Inteligencia artificial ética
Carme Artigas tampoco obvia que la inteligencia artificial, heredera de la analítica de datos que ella inició en nuestro país, está sujeta en la actualidad a numerosos debates en materia ética y de responsabilidad social. "La inteligencia artificial sin ética tiene poco recorrido. Normalmente en el caso de nuevas tecnologías suele ir primero el desarrollo técnico y luego la regulación, pero en este caso parece que ha ido a la inversa", afirma Artigas. "Y es que si no lo hiciéramos así, si desarrolláramos la IA sin ningún tipo de cortapisa o limitación moral nos podríamos encontrar con riesgos existenciales a nivel social y para el ser humano".
Por ello, la experta considera que "bienvenida sea la regulación, aunque a veces funciona mejor la autorregulación que las leyes externas. Las empresas deben ser conscientes de que aunque algo sea técnica e incluso legalmente posible no deben hacerlo si va en contra de la moral o la ética". Pero, en su opinión, la labor debe ir más allá: "Creo que tenemos de regular los derechos civiles vinculados a los derechos digitales, desde la privacidad y la intimidad a la transparencia en los modelos empleados", sentencia.