En el día de hoy se ha presentado en sociedad Observatorio del Impacto Social y Ético de la Inteligencia Artificial (OdiseIA). Se trata de un nuevo grupo de trabajo de la sociedad civil en favor de la gestión responsable de esta disruptiva tecnología, que se viene a unir a otros ya existentes en nuestro país como el think tank WeTheHumans, y que tiene a personajes de renombre al frente como Richard Benjamins (Telefónica), Ramsés Gallego (Symantec) o Mónica Villas (ex de IBM).
Durante la puesta de largo de esta organización multidisciplinar, en cambio, se produjo la constatación del mal punto de partida con el que nuestro país tiene que lidiar en estas arenas. Y, en concreto, acerca de la falta de una estrategia nacional en inteligencia artificial en la que el Gobierno lleva trabajando meses, frente la madurez de esta clase de planes en otros países.
“No quiero entrar en detalles sobre el estado de la estrategia nacional de inteligencia artificial, porque todavía está en mantillas. Ya tenemos algunos borradores pero no están consolidados”, ha reconocido Rafael Rodrigo Montero, secretario general de Coordinación de Política Científica del Ministerio de Ciencia. “En mantillas” o ‘en pañales’, como suele decirse, cuya traducción es una promesa sin fecha para ponernos al día con nuestros vecinos comunitarios y la comunidad internacional en la batalla por liderar este mercado que cada día es menos incipiente y más una realidad que escapa a nuestro control.
Rodrigo Moreno también ha adelantado que, después de los meses y meses de reuniones y trabajos entre varios ministerios, finalmente el Ejecutivo va a presentar el mapa de capacidades de IA en España la próxima semana. Tendrá como base las 200 aportaciones de entidades relacionadas con la inteligencia artificial de nuestro país. Pero recordemos que este documento no es más que un diagnóstico de la situación actual del ecosistema de IA en territorio patrio, sin ninguna propuesta ni medida concreta para favorecer esta industria o regular su actividad.
En opinión de este astrofísico reconvertido a político, el objetivo último de la futura estrategia de inteligencia artificial es que los algoritmos sean “entendibles por la sociedad y que eviten sesgos negativos”, ya que la “inteligencia artificial será un elemento de transformación de nuestra prioridad social”.
Un planteamiento que ya quedó retratado en la presentación de los trabajos preliminares del Plan Nacional de Ia, rodado este mismo año en Granada, y que recoge algunas de las líneas para la inversión en esta tecnología (como ciudades inteligentes o contenidos digitales) y los principios que deben guiar su uso (como la reducción de la brecha de género o la gobernanza de la IA). Ahora queda que todas estas palabras bonitas se materialicen en hechos que devuelvan el protagonismo al tejido innovador patrio frente a la competencia de EEUU, China e incluso Francia o Alemania.