Hubo un tiempo en que Facebook parecía omnipotente y omnipresente. Aunque su principal plataforma está dando sus primeras muestras de agotamiento, el buen ojo de Mark Zuckerberg en los últimos años le permitió consolidar el mayor imperio de las redes sociales que se conoce, con dos bastiones (WhatsApp e Instagram) en plena ebullición. Su enorme base de usuarios convertía a esta empresa en uno de los objetos de deseo de inversores de todo el mundo, al mismo tiempo que la sociedad terminaba de entender el calado que podía llegar a tener este nuevo universo de comunicación global.
Ese descubrimiento llegó de la peor forma posible para Facebook: las elecciones norteamericanas de 2016, en las que venció el controvertido Donald Trump, demostraron hasta que punto esta empresa -al igual que otros servicios como Twitter- había sido responsable de divulgar y extender bulos y toda clase de desinformación que pudieron alterar notablemente el devenir de esos comicios. Más tarde se asestó el golpe clave a la reputación de esta casa: una firma relativamente desconocida, Cambridge Analytica, había utilizado datos personales de Facebook para manipular conscientemente elecciones en varios países del globo.
Este escándalo llevó incluso a Mark Zuckerberg al parlamento norteamericano, en el marco de una investigación por la tibieza con que Facebook había luchado contra estos fenómenos. La Unión Europea también puso sus miras en el coloso, antaño admirado, ahora perseguido por su propio discurrir. Todo un golpe a la imagen corporativa de esta multinacional, que ahora busca redimirse por medio del mensaje más directo y pragmático que hay: el dinero.
Así se entiende el informe que Facebook ha hecho público en el día de hoy. Se trata de un estudio encargado a la firma Copenhagen Economics y en el que se trata de vislumbrar "el verdadero alcance del impacto de Facebook en la economía europea", en palabras de la propia compañía. Una muestra de 7.700 empresas en 15 países sería la muestra con que conocerlo.
¿El resultado? Cifras de impresión, aunque con numerosos matices. De acuerdo al documento, el uso de las aplicaciones de Facebook ayudaron a generar ventas por un valor estimado de 208.000 millones de euros el año pasado a empresas europeas. Se trata de una cifra casi igual a la del PIB de todo Portugal (217.600 millones de dólares) y muy superior a la riqueza de muchas naciones comunitarias. Claro que el informe habla de "ayudar a generar", con lo que se incluye cualquier operación en la que Facebook haya estado inclucrada de algún modo, no sólo aquellas que no hubieran existido sin esta red social.
En base a esa misma premisa, hay que tomar con cautela el dato de puestos de trabajo que Facebook afirma haber ayudado a crear en el Viejo Continente: alrededor de 3,1 millones de empleos. Para hacernos una idea, es exactamente la misma cifra que el número de parados registrados en España en el pasado mes de diciembre. Desde la casa estadística aseguran usar "técnicas de modelado económico estándar" pero a cualquiera se le antoja que esa cantidad está claramente sobredimensionada.
De ahí, podemos seguir con el resto del informe, que tiene como único propósito lavar la dañada imagen de Facebook. En el estudio se recoge cómo el uso de aplicaciones de Facebook ayudó a generar alrededor de 98.000 millones de euros en exportaciones el año pasado, de las que 58.000 millones proceden de ventas dentro de la UE y 40.000 millones vienen de ventas al resto del mundo.