Las cámaras termográficas identifican personas febriles con una mayor velocidad de escaneo y evitan el contacto físico. La plasmación en imágenes de la radiación por infrarrojos no es una novedad, pero es una tecnología que se ha mejorado de la mano de la aplicación de la inteligencia artificial. De este modo se consigue una medición altamente fiable en tiempo real, con una precisión de hasta ±0,3 ºC, una funcionalidad que puede resultar interesante en las fases posteriores a las medidas de confinamiento.
Así, la inteligencia artificial se suma a los intentos por paliar los efectos de la situación excepcional que atravesamos mediante la detección temprana de personas que presenten las primeras sintomatologías. Esta es una de las razones por las que se está popularizando la implantación en empresas y espacios públicos de una tecnología que hasta ahora se había utilizado eminentemente para la prevención de incendios forestales o en entornos industriales: cámaras termográficas capaces de medir la temperatura.
Pero la aportación de la IA va más allá: el sistema es capaz de guardar imágenes de las personas analizadas (un mínimo de 60 por minuto en el caso de las cámaras de mano, frente a las 12 de un termómetro convencional) y generar alertas cuando alguna de ellas sobrepasa el umbral de temperatura recomendado, lo que podría utilizarse para prevenir casos de COVID-19.
Esta capacidad analítica, unida al hecho de que se evita el contacto físico entre personas al poseer un rango de acción de entre 1,5 y 9 metros según los modelos, “convierten a estos sistemas de detección en la solución más adecuada para flujos de multitudes en movimiento como estaciones y aeropuertos, hospitales, fábricas u oficinas”, señala Belkis Blázquez, responsable de seguridad física de Nunsys.
Gracias a la incorporación de estos avances de deep learning con algoritmos avanzados, las cámaras termográficas “están convirtiéndose en una herramienta fundamental en sectores como alimentación, salud o seguridad”. Por ello, la utilización de estas soluciones está llamada a perpetuarse en el tiempo “incorporándose como una medida más a incluir en los protocolos de prevención de riesgos laborales”, opina Blázquez.