Cada vez que empleamos nuestro teléfono móvil o hacemos una búsqueda por internet, el software de estos aparatos se conecta con un servidor ubicado físicamente en lo que se llama centro de datos. Enormes procesadores repartidos por todo el planeta en espacios que pueden llegar a ocupar hasta 40.000 m2.
Hay millones de servidores en centros de datos en todo el mundo y todos necesitan electricidad para funcionar. Un dato: se estima que necesitan alrededor de 200 TWh / año. Dicho de otra manera, necesitan alrededor del 1% de la demanda mundial de electricidad. Una cifra que va en aumento. Aunque el uso de energías renovables para la generación de electricidad en estos centros va en aumento, la mayoría se obtiene de combustibles fósiles. Todo un problema para el medio ambiente.
Así lo explica David Mytton , estudiante del máster en Tecnología Ambiental en el Centro de Política Ambiental del Imperial College, quien recientemente ha publicado un informe en la revista Nature Climate Change sobre los progresos realizados para reducir las emisiones de los grandes centros de datos. Asegura que la computación en la nube es más ecológica porque las grandes compañías –Google, Amazon o Microsoft - invierten en energías renovables. ”Aunque no garantiza que toda la energía que ingresa a un centro de datos sea renovable”, porque también emplean energía de la red local.
El problema radica, asegura Mytton, en la falta de transparencia. “Ninguno de los datos necesarios para calcular las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) de una organización está disponible una vez que se mueven a la nube. Los informes globales agregados de los proveedores de la nube no proporcionan los datos necesarios para comprender la huella ambiental”. Se desconoce, asegura, cuáles son sus emisiones directas, que energía compra (y qué tipo de emisiones produce) y cuáles son sus emisiones indirectas.
La buena noticia es que esto puede estar cambiando. Por una legislación más restrictiva y por la propia conciencia social y de responsabilidad de las empresas. A principios de 2020, Microsoft anunció la disponibilidad de su calculadora de sostenibilidad. Esta es una herramienta para sus clientes de la nube de Azure, que proporciona un informe sobre las emisiones que generan los recursos de la nube comprados. Una información que sólo es accesible de momento para sus ‘clientes Enterprise' , pero que puede ser el revulsivo para que otras compañías se sumen a este intento por hacer más transparente esta información.
Para David Mytton, “los clientes de la nube debemos exigir que, de la misma manera que tenemos acceso a la información financiera de una compañía, podamos tener acceso a sus informes ambientales”. Conocer con transparencia y seguridad si ‘la nube tecnológica’ no se una ‘nube de contaminación’.