Europa necesita conquistar su soberanía tecnológica y digital para no quedar a merced de los avances e imposiciones de Estados Unidos y China. Ese podría ser un resumen de las preocupaciones manifestadas y la actividad fuera de programa que ha venido desarrollando el Instituto Europeo de Innovación y Tecnología (EIT) durante los últimos meses, a raíz del shock por la pandemia por coronavirus.
EIT habilitó una partida extraordinaria de 60 millones de euros para luchar contra el virus. De ello dio cuenta este martes en rueda de prensa online la plana mayor de EIT, con la nueva presidenta del Consejo de Gobierno, Gioia Ghezzi, al frente. Un plan de apoyo que han aprovechado 207 proyectos empresariales y de innovación, en 32 países, con iniciativas concretas contra los efectos del covid-19 en todas las ramas de EIT.
Previamente, INNOVADORES conversó en exclusiva con el CEO de EIT Digital, Willem Jonker: "Nuestra misión es ayudar a construir una Europa digital fuerte a través de nuestra innovación y actividades de asociación, con las que hacemos crecer empresas digitales europeas para ayudarlas a convertirse en actores mundiales".
El camino que señala: "Creemos firmemente en las asociaciones público-privadas. Se necesita una industria que construya las empresas que crean la tecnología, pero al mismo tiempo hace falta gobierno. Que los políticos creen las reglas y regulaciones adecuadas para que Europa tenga un campo de juego en igualdad de condiciones con la tecnología inclusiva, dependiendo de los valores europeos. Simplemente construir la tecnología, no hace el trabajo. Simplemente hacer regulaciones, tampoco".
Consecuencias de que no sea así: "Lo sufrimos en Europa, donde también padecemos de fragmentación. Hay buenas políticas, como GDPR [reglas de privacidad] o PSD2 [reglas de pago], pero sin industria no se alcanza una posición tecnológica y digital soberana".
Un ejemplo práctico que argumenta Jonker son las aplicaciones de rastreo, como el Radar Covid español. "Estas aplicaciones tienen un componente técnico, ¿cómo se hace, qué tipo de tecnología está utilizando?, de privacidad y de seguridad: ¿se guardan mis datos, pueden ser utilizados por otros? También hay un componente legal: ¿Hay leyes específicas? ¿Es obligatorio, o es algo voluntario? ¿Hasta dónde llega la vigilancia? Y hay aspectos éticos y geopolíticos: qué tipo de exclusión se puede hacer con estos datos, ¿se usa solo aquí y quién lo controla, las grandes tecnológicas, el gobierno, el ciudadano? ¿Cuáles son los derechos y los papeles de todos estos actores?".
Así, las aplicaciones de rastreo son el paradigma de la cuestión: "Mire lo que pasó en Estados Unidos con las apps covid19: los CEO de Apple y Google se hicieron una llamada telefónica, acordaron un enfoque e implementaron el mismo sistema en Android y en iOS. Y ya está disponible. En Europa, 27 países y todos comenzaron a desarrollar su propia aplicación. No se acordó nada y todos luchan con los mismos problemas. ¿Es obligatorio? ¿La gente lo usa? ¿Será finalmente útil? ¿El Bluetooth funciona? Al final, puede que todos terminemos usando una tecnología de Apple o de Google, porque las tecnologías europeas no funcionaron. Pero todos probaron su propia aplicación".
Willem Jonker reprocha, en ese sentido, "falta de colaboración, falta de objetivos comunes, falta de un marco común y, como resultado, la ausencia de masa crítica y una alta fragmentación. Y, por supuesto, también vemos lo importante que es tener control sobre las plataformas móviles. Dos empresas determinaron la tecnología de rastreo de contactos en el mundo, porque dominan prácticamente las plataformas móviles. La independencia técnica, la soberanía digital, ayudaría a determinar la elección y a integrar los valores europeos".
Y una vez más, a la búsqueda de ‘campeones europeos’… "Hay una gran empresa europea que se llama ASAP, de Alemania, con una posición bastante sólida en la gestión de datos", detalla Jonker. "Existe una iniciativa llamada Gaia X, que también empezó en Alemania, pero con fuerte apoyo de Francia, para construir una infraestructura de nube europea y apoyar el desarrollo de aplicaciones cuyos datos permanezcan en Europa, bajo la regulación europea. También necesitamos empresas de servicios, plataformas móviles, plataformas fijas, plataformas de redes sociales para conectar, infraestructuras en la nube y aplicaciones para los usuarios finales. Si los usuarios permanecen en plataformas móviles no europeas, los datos seguirán estando en las otras empresas".
Tal vez con nostalgia, Jonker subraya que "hay un área en la que Europa ha sufrido significativamente: el espacio del consumidor. En la electrónica de consumo, hace 30 años Europa dominaba bastante los sistemas de televisión, audio y el espacio móvil. Casi todo el mundo tenía un Nokia. Hoy, los productos en su mayoría no son de Europa y las plataformas móviles no son europeas. Deberíamos pensar en la estrategia para volver al espacio del consumidor. Y en la Industria 4.0, tenemos que asegurarnos de que nos centramos en los datos de la máquina y en los datos industriales".
Otra área que preocupa al director del EIT Digital "es la atención médica. Los datos sanitarios están muy fragmentados y es muy difícil intercambiarlos. Y por último quiero mencionar las finanzas. Las plataformas financieras están cambiando el papel de los bancos tradicionales, especialmente cuando se trata de pagos. Cada vez más gente paga con un teléfono móvil y si usa un sistema de pago relacionado con el teléfono, ese pago pasa, por ejemplo, por Apple y no por un banco tradicional".
IA en el Clínico de Barcelona
Uno de los proyectos apoyados por EIT lo comanda Carolina García en el Clínico de Barcelona, avalado por EIT Health. Es un sistema de inteligencia artificial que identifica patrones en las complicaciones que sufren los contagiados de covid19. En su hospital donde “ingresaron más de 2.000”, la IA ayuda a un reconocimiento temprano del patrón al que se ajusta el paciente para empezar a tratarlo.