"Shall we play a game?". En 1983, esta sencilla e inocente pregunta (¿jugamos a un juego?), se popularizó enormemente a raíz del éxito cosechado por la película 'Wargames'.
En esa cinta, lo que comienza como una mera intrusión en los sistemas informáticos de un instituto acaba por rozar los límites de una guerra nuclear. Recordemos: estamos en principios de los 80, cuando la tecnología digital apenas rozaba la superficie de nuestras vidas.
Entre los espectadores de esta película se encontraba el mismísimo presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan. Cuando la vio, durante una escapada a Camp David (residencia de vacaciones oficial), se asustó tanto que preguntó a sus asesores si era plausible que alguien pudiera desatar el desastre nuclear a través de un simple ordenador.
La respuesta fue clara: el riesgo no solo es tal, sino que va mucho más allá. Sin dilación, en 1984, el primer documento sobre ciberseguridad nacional cobraba vida en Estados Unidos.
¿A qué viene toda esta lección de historia, de ciencia ficción y anécdotas en los despachos de la Casa Blanca? Brad Smith, presidente de Microsoft, se ha encargado de hilar fino sobre el tema en su ponencia del CES 2021.
"La ciencia ficción nos ofrece unas perspectivas muy interesantes. En este caso, 'Wargames' inspiró a los ingenieros sobre lo que podían llegar a hacer y alertó a los gobiernos y empresa de lo que podría pasar. Y lo mucho que tenían que hacer para protegerse", explicó Smith.
Pero estamos en 2021, la tecnología digital es ya omnipresente y la base de todo lo que conocemos como economía o sociedad. Ahora, como reza el directivo de Microsoft, "no estamos aprendiendo de una película, sino de la vida real".
El caso SolarWinds y la necesidad de límites
Una vida real en la que los ciberataques son el pan de cada día, afectando a personas individuales, empresas y gobiernos por doquier. Con orígenes que van más allá de las redes de cibercriminales: muchos de ellos los gestan los propios países para sus labores de espionaje.
Pero, más allá de aceptar este fenómeno como una máxima, Brad Smith pide usar la lógica y la razón para establecer unos límites que sean aceptados por todos los actores internacionales, públicos y privados.
"Los gobiernos se han espiado durante siglos. Sería iluso decirles o llegar a pensar siquiera en que dejaran de hacerlo. Pero sí que hay que establecer límites de lo que puede y no puede hacerse", defendía con rotundidad Brad Smith.
Para muestra, un botón. "El reciente caso de SolarWinds es un ejemplo de lo que nunca puede hacerse. Es un ataque total e indiscriminado a toda la cadena de suministro mundial. Se ha expandido de una compañía a muchas otras y a gobiernos de todo el planeta", alertaba el ejecutivo.
Partiendo de una premisa sencilla ("hay peligros que el mundo no puede permitirse"), Smith hizo un enérgico llamamiento al tejido digital para poner fin a estas prácticas: "Necesitamos juntarnos toda la industria tecnológica y decir, con una voz común, que este tipo de ataques no pueden hacerlos ninguna empresa y ningún gobierno. Si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo va a hacer?".
Humanos o máquinas
La ciberseguridad es quizás la temática principal de 'Wargames', pero hay otra lectura incluso más profunda de la película. Aquella que trata la relación de los humanos y las máquinas y, especialmente, la pérdida de nuestro control sobre ellas.
"Hay cada vez más miedo sobre si la humanidad puede perder el control de las máquinas. Es normal porque la ciencia está alcanzando a la ciencia ficción", reconocía Smith. "Pero al igual que hace una década hicimos todas las promesas sobre lo que traería la inteligencia artificial, ahora es el momento de replantearnos cómo hacer que la humanidad siga teniendo el control de la tecnología".
Antes que el alzamiento de los robots contra los hombres, el directivo de Microsoft alerta de riesgos mucho más inmediatos en materia de privacidad, sesgos o discriminación a través de los algoritmos. Y, para mitigar estas amenazas, la pelota vuelve a estar de nuestro lado.
"La tecnología no tiene conciencia, pero las personas sí. Tenemos que ejercitar esa conciencia, debemos analizar cada día si la tecnología que creamos se usa para el bien o el mal", sentenciaba Brad Smith.