En 2013, Elon Musk publicaba un documento de casi 60 páginas en el que describía cómo sería el futuro del transporte público y animaba a la comunidad a explorarlo libremente. Y no, no hablaba de coches eléctricos como sus Tesla ni de los cohetes al espacio de SpaceX. Lo que Elon Musk venía a proponer era el concepto de Hyperloop para redefinir el ferrocarril tal y como lo conocemos, con trenes magnéticos levitando en unos futuristas tubos que permitirían movernos a más de 1.000 kilómetros por hora.
La premisa es sencilla: la ausencia de fricción entre los vagones y el tubo permitiría alcanzar esas velocidades de ensueño, con las que podríamos llegar de Madrid a Barcelona en menos de tres cuartos de hora. Remarcamos: la idea es sencilla, pero su ejecución no tanto.
A raíz del revuelo provocado por Elon Musk, numerosos proyectos en todo el mundo están trabajando en diseñar su propio modelo de Hyperloop. Todos ellos comparten los mismos principios, pero con notorias diferencias técnicas. Entre esas iniciativas encontramos, por supuesto, al proyecto español Zeleros, y también a una de las que más atención está recibiendo a escala mundial: Virgin Hyperloop.
"Para solventar problemas del siglo XXI, es obvio que no podemos emplear tecnologías del siglo XX. ¿Por qué seguimos usando coches que son una innovación del siglo XIX?", se pregunta Josh Giegel, CEO de Virgin Hyperloop. "Necesitamos crear un sistema que nos permita vivir como queremos en este siglo sin destruirlo para el siguiente".
El directivo, que comparte una conversación con D+I durante la reciente Collision Conference, empieza su alocución remarcando los valores diferenciales con que quiere sea conocido este futurista tren magnético: "Debe ser totalmente eléctrico, por supuesto, que nos permita llevar tantos pasajeros y carga como deseemos. Y deberá ser completamente sostenible sin sacrificar velocidad ni hacernos perder horas en el aeropuerto".
De un garaje a Las Vegas
Virgin Hyperloop comenzó en un garaje, siguiendo la estela clásica de los emprendedores modernos, en 2014. Desde entonces, la startup ha trabajado en construir modelos y mostrar avances de esta tecnología a la espera de que sus ideas encuentren reflejo en las innovaciones y el conocimiento disponibles en el mercado.
De hecho, la compañía logró un importantísimo hito en 2020, cuando logró hacer un test real en Las Vegas a 170 km/h con dos pasajeros a bordo (empleados de la compañía, como no podía ser de otro modo). Era una simple prueba "para demostrar que el sistema era seguro", porque en realidad la cápsula empleada (XP-2) permitiría viajar hasta a 28 personas. Sin pasajeros a bordo, Virgin Hyperloop ya había conseguido poner a 387 km/h sus trenes.
"Hemos diseñado un tubo especial para eliminar el aire y un sistema propio de magnetismo. También nos hemos encargado de las baterías a bordo del vehículo", detalla Giegel.
Como decíamos, cada uno de los proyectos que están desarrollando la idea de Hyperloop lo está haciendo con aproximaciones técnicas diversas. Le preguntamos directamente a Josh Giegel por la fórmula magistral de Virgin Hyperloop: "Nosotros hemos surgido a partir del crowdsourcing, estamos probando el sistema en muchas localizaciones, como Los Angeles y Las Vegas".
"Apostamos por un modelo con pequeños vehículos en los que toda la tecnología vaya a bordo. Otros dividen los sistemas entre el tubo y las cápsulas, pero nosotros queremos que la infraestructura no necesite actualizaciones. Es como una carretera, podemos poner un coche de gasolina o un Tesla sobre ella. Eso es lo que nosotros buscamos y nuestra gran diferencia frente a rivales como Hyperloop TT".
A sumar otro elemento derivado de esa carga tecnológica en los vagones: la interoperabilidad. "Con esta aproximación reducimos la complejidad al ponerlo todo en el vehículo y hacer una experiencia consistente de modo que sea igual ir en un tubo en Londres o en Las Vegas".
Dardos aparte, para Giegel esta competición entre distintos proyectos es una buena señal: "Hay muchas compañías trabajando en esto, lo que demuestra que hay demanda y un gran deseo de construir el método de transporte del futuro", añade para D+I.
¿Cuándo veremos un Hyperloop?
La conversación tiende hacia la pregunta que todos nos hacemos cuando hablamos de una iniciativa tan apasionante como un tren magnético que resuelva los trayectos de media distancia sin depender del avión: ¿Cuándo será una realidad?
"Es complicado responder a eso. Hyperloop debe estar disponible en todos los lugares posibles para conseguir el efecto de red. Creo que entre 2024 y 2026 veremos proyectos piloto de carga y, un par de años más tarde, de pasajeros", adelanta Josh Giegel.
A renglón seguido, cae otra pregunta: ¿Dónde tendrá más sentido este tren magnético? "Imagina que podemos hacer lo mismo que con un avión. En Francia están prohibiendo vuelos cortos porque son ineficientes en energía y contaminan mucho. Con Hyperloop tendremos esas mismas velocidades, pero sin emisiones y siendo eficientes tanto para pasajeros como para carga".
En ese sentido, el CEO de Virgin Hyperloop finaliza con una predicción de que el mercado se distribuirá entre un 30-40% para los vehículos de mercancías y el resto para pasajeros. "Dependerá mucho del corredor, pero sin duda veremos antes la carga con la que probemos la autonomía de los vehículos. Y habrá rutas, como por ejemplo un Hyperloop a través del Atlántico, que quizás no sean eficientes para viajeros pero sí para mercancías", concluye Giegel.