Matt Calkins, el economista y maestro de los juegos de mesa que revolucionó el 'low-code'
El fundador y CEO de Appian defiende en entrevista con D+I el enfoque "holístico" para simplificar el desarrollo y operación de los entornos digitales.
23 agosto, 2022 02:59Es economista de formación, apasionado de los juegos de mesa por diversión. Y, por encima de todo, fundador y CEO de Appian, la compañía que introdujo el 'low-code' en el vocabulario de los desarrolladores y ejecutivos de todo el mundo. Matt Calkins es esa persona que fue capaz de ver la complejidad inherente a la programación y se decidió a resolverlo, sin saber él nada de código. O, quizás gracias a esa ignorancia técnica, vio la oportunidad de resolver un problema antaño considerado inevitable.
Quizás decir que Calkins es aficionado a los juegos de mesa es quedarse corto. En realidad, es un maestro y disputa distintas competiciones de esta curiosa disciplina que, sin embargo, encuentra paralelismos con la carrera profesional que ha seguido nuestro protagonista.
"Me encantan los juegos de mesa porque son complejos y te enseñan algo. Tienen un sentido de competición, orientada a cómo podemos entender una situación complicada y cómo podemos adaptarnos a ella. En función del juego, hay que descubrir cuáles fueron las relaciones causales en la historia, cuáles fueron las decisiones que tomaron las personas y cuáles fueron las consecuencias de esos actos", explica Matt Calkins en entrevista con D+I, con el océano Pacífico como telón de fondo.
"Reconocer la esencia misma de esa complejidad es directamente aplicable a los negocios".
[Matt Calkins (Appian): "La capacidad de cambiar es una cuestión de supervivencia para las empresas"]
No fue jugando a esos juegos de mesa, sino en un grupo de estudio de la universidad -al más puro estilo de la genial serie Community- donde Calkins conocería a los que, con el tiempo, serían sus socios (estos sí, con bagaje tecnológico) en Appian, constituida en 1999.
"No soy programador, sino economista. Nunca he escrito una sola línea de código en los 23 años de la empresa, a pesar de estarla dirigiendo desde sus inicios. Lo que sí sabía era hacer las cosas más eficientes para los usuarios, en crear valores económicos. Esa perspectiva distinta creo que me ha ayudado porque sabíamos que queríamos hacer un producto que cambiara la forma en que la gente trabajaba, pero no sabíamos qué sería", confiesa.
Pese a esa indefinición inicial, el directivo se muestra orgulloso "haber ayudado a inventar el 'low-code', una industria que no ha dejado de cambiar en dos décadas". Y, más todavía, presume de la cultura y filosofía de la compañía.
"[Los ejecutivos] no estamos siempre de acuerdo en todo, pero gracias a esos desacuerdos, podemos crear ideas inusuales Nos encanta la disidencia y alentamos a todos los empleados a hablar, especialmente cuando estén en contra de algo", afirma Matt Calkins.
Todos ellos reman en la misma dirección: dar vida al paradigma del 'low-code' que, en última instancia, no es más que democratizar el acceso al desarrollo de aplicaciones a profesionales con conocimientos técnicos más livianos. O, simplemente, simplificar el día a día de los programadores eliminando tediosas tareas y centrándose en su diseño y concepción.
"Estamos viendo a gente capaz de programar que no habría podido hacerlo antes; personas que escriben sus propios procesos, los descubren, diseñan y automatizan", coincide. "Uno de nuestros objetivos principales es abrir la puerta del 'low-code' para aquellos que no podrían ser programadores si no se lo hubiéramos puesto tan fácil. Queremos impulsar a aquellos que denominamos desarrolladores ciudadanos".
Crecimiento de doble dígito
Los resultados de Appian parecen confirmar el éxito de esta fórmula, aunque con notas agridulces. En el último trimestre de 2021, los ingresos de la nube crecieron de forma sostenida y maneja actualmente 50.000 millones de interacciones de datos por curso, 25 veces más que cuando la multinacional salió a Bolsa, hace cinco años. Pero en billetes, la firma todavía registraba 37 millones de dólares en pérdidas.
"Yo no llamaría pérdidas, sino inversión. Estamos invirtiendo intencionalmente en el negocio, innovando y distribuyendo recursos para asegurarnos de que más clientes nos conozcan. Sabemos lo importante que es obtener beneficios, pero somos capaces de autofinanciarnos", defiende Calkins.
"Fuimos inusuales en muchos sentidos, por ejemplo, llegamos a la oferta pública inicial [salida a Bolsa] con apenas diez millones de dólares en financiación externa. En aquel momento, algunos de nuestros rivales tenían hasta cien veces más. Y cuando gastamos dinero es porque invertimos, no porque no sepamos hacer dinero".
Esgrime algunos argumentos para corroborar esta premisa. El primero, que Appian cuenta con una tasa de retención de sus clientes del 98%, sin duda difícil de igualar en el sector. El segundo punto atañe a su transición a la nube, "que hicimos tan pronto que los analistas pensaron que estábamos cometiendo un error".
[Salesforce, Appian y el 'unicornio' español Typeform: humo o no humo en el 'no-code']
Pero no era un error, no, ni estaban de parranda. "En estos momentos, nuestra transición a la nube ha terminado. Ejecutamos en el cloud, tenemos a la mayoría de nuestros clientes comprando ahí y es nuestro método de uso preferido, el que seguimos alentando. El 80% de nuestros clientes en un año dado corren felices en la nube; el otro 20% tiene buenas razones para no usarla y les seguiremos apoyando", afirma Matt Calkins.
No es un simple cambio en el modo de entrega de la tecnología de esta firma. Al igual que para muchos de sus competidores, la migración a la nube promete mayores facilidades en la portabilidad y la elección del entorno en que desplegar sus aplicaciones.
Nuevas oficinas en Sevilla y tres capas de actividad
De esas inversiones, Calkins destaca la apertura de nuevas oficinas en distintos puntos del globo. Una de ellas, "hermosa", en Sevilla, que el directivo visitó antes del parón veraniego. También se están desplegando capacidades comerciales para expandir la huella de la enseña. Y, especialmente, dando vida a nuevos centros de desarrollo y ampliando su plantilla de ingenieros para seguir construyendo "algo valioso".
No quiere adelantar cuáles son los resultados tangibles que cabe esperar en innovación de dichas inversiones, pero sí remarca el camino recorrido. Appian cubre actualmente tres capas de actividad (minería de procesos, flujo de trabajo y automatización) que surge de una combinación de desarrollo propio y adquisiciones inorgánicas.
"La minería de procesos es como una radiografía, un diagnóstico que te identifica un problema, pero no los resuelve. Uno no puede coger el ratón y simplemente delegarle a un bot que lo arregle. Ahí es donde entran en juego el resto de capas, que otros competidores no pueden hacer: traducir ese diagnóstico en un flujo de trabajo, en saber qué sucederá si hacemos determinados cambios. Y luego, automatizar esas funciones con RPA para reducir la carga de trabajo de los profesionales".
Reconoce el ejecutivo que en "empresas nativas digitales esta misión es más o menos fácil, pero en grandes empresas con mucho legacy es muy complicado porque los orígenes de los datos y los procesos son muy difíciles". Por eso Appian, defiende Calkins, se ha enfocado en ser "referente en poder leer datos de múltiples bases de datos y consolidarlos", a diferencia del camino en una única dirección que han emprendido otros contendientes.
"La clave es juntar esas tres piezas para que queden bien, no sólo ponerlas juntas. Es ofrecer un único producto, una experiencia unitaria que brinde un sólo inicio de sesión, con una única apariencia", defiende Matt Calkins. "Nuestra transición, más que la de la nube, es pasar de ser una tecnología a un efecto en las empresas".