“Los centros de datos tendrán que evolucionar, claro, con el aumento de capacidad que impone el crecimiento de la inteligencia artificial. Pero no será tanto a base de aumentar su tamaño, sino con más densidad de computación y almacenamiento de datos”, asegura Jean-Pierre Tournemaine, director regional de ventas para EMEA de Vertiv, a D+I - EL ESPAÑOL Es la doctrina predicada desde el mismísimo escaño del CEO, Giordano Albertazzi.
Vertiv fue oficialmente fundada en 2016, aunque hereda nada menos que 135 años de existencia de Emerson Electric, tras una larga secuencia de fusiones y adquisiciones. Se define como una compañía de infraestructura y servicios para el uso de datos. Tiene su sede en Westerville, Ohio, y, entre otras cosas, construye en sus propias fábricas centros de datos en formatos modulares, listos para instalarse luego en cualquier lugar del mundo. Vertiv lo define como “la revolución del datacenter modular prefabricado”. La última novedad es que ahora incorpora la madera como material de construcción opcional.
D+I tuvo ocasión la pasada semana de visitar su factoría en Croacia, en Rugvica, en las inmediaciones de Zagreb, inaugurada hace dos años, donde se producen, ensamblan y se verifica que todos los elementos de cada centro de datos funcionan.
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La instalación estándar incluye un sistema de alimentación eléctrica y sus controles; el UPS que asegura el mantenimiento de la energía, incluso en caso de corte o apagón en la red de suministro; las baterías que garantizan esa continuidad mientras se activa un medio alternativo de alimentación; el entramado de conexiones para la red de datos; un sistema contra incendios; y el de refrigeración para los servidores. Lo que no se instala en la factoría son los servidores propiamente dichos. Eso dependerá de cada cliente.
Una vez completada la instalación del centro de datos prefabricado, se desenchufan las conexiones y los módulos se desacoplan y separan. Es como un enorme mecano, con las piezas listas para ser trasladadas al lugar donde se han de instalar y ensamblar de nuevo. Cada módulo se ciñe al tamaño estándar de los contenedores de transporte internacional, para poder viajar en camiones o barcos.
La IA generativa es prioritaria
“Las infraestructuras tienen que cambiar rápidamente y la mejor manera de hacerlo es con módulos prefabricados”, explica Karsten Winther, presidente de Vertiv para la región EMEA, que sugiere que el presente ha sido “un año muy difícil para ser analista, pleno de circunstancias imprevistas”. “Ha habido un cambio de prioridades para las compañías que operan centros de datos, ante el lanzamiento de modelos de lenguaje amplio, para cobrar ventaja en las oportunidades que ofrece la IA generativa”, añade.
“Se está invirtiendo dinero en construir potencia computacional, frente al poder físico. Y creo que hemos entrado en una etapa de cinco años en la que habrá una gran expansión de los centros de datos. La capacidad de cómputo tiene que expandirse muy rápidamente y los módulos prefabricados van a ser parte de la solución”.
“El mercado ya se ha anticipado a nuestras expectativas en 2023 y hemos visto más de 30.000 millones gastados en IA, para entrenar modelos de lenguaje amplio”, asevera, aunque el mercado para los servidores de internet “ha bajado un 20%”. En cuanto al consumo de energía, “el 22% es para la IA”.
Lo que se observa en la visita a la factoría croata de Vertiv, sin permiso para tomar fotos, es un triple enfoque respecto al tamaño de los nuevos datacenters: el consumo de energía, la sostenibilidad y la refrigeración. Winther habla de un futuro inmediato de “eficiencia” y “centros altamente optimizados”.
De madera, pero “no se quema”
Sobre el tamaño, se puede decir que no hay límites concretos. En estos momentos hay montajes en construcción muy condensados, desde un par de módulos, hasta uno enorme, formado por veintidós módulos. Si no fuera por las columnas que consolidan internamente cada uno de ellos, podría albergar de sobra una cancha de baloncesto. El ingeniero responsable del proyecto indica que su destino será “algún lugar en Oriente próximo”. Hay muchos requisitos de confidencialidad en la comunicación.
Lo que sí aclara es que, según las circunstancias climáticas de cada lugar, el centro de datos propiamente dicho a veces queda protegido en el interior de un edificio de ladrillo y cemento, construido en torno a él.
En lo que se refiere a los otros dos puntos, Vertiv plantea conceptos muy innovadores. Por una parte, en lo que tiene que ver con la sostenibilidad, la gran novedad es la oferta de un nuevo tipo de módulo con las paredes construidas de madera. La nueva línea tiene el nombre registrado de TimberMod.
“Es un modelo que puede reducir la huella de carbono en el futuro. Hemos calculado que en una proporción de tres a uno, respecto al acero”, afirma Winther. “La madera es un producto que nosotros no vendemos”, aclara, porque la idea es que se trata de “un material más barato y disponible localmente”.
No es un planteamiento “para todos los países”, porque no será lo mismo “en los nórdicos, donde además ya hay más tradición de usar la madera para la construcción, que en los países del sur”. Lo que sí será igual es el planteamiento de diseño del módulo.“Tenemos el marco básico y el esqueleto. Y ponemos todos los elementos necesarios”, concreta, refiriéndose al sistema de energía, la UPS, baterías, circuito de refrigeración y contra incendios”.
“¿Cómo podríamos convencer a todo el mundo de que no puede quemarse porque no arderá?”, exclama Winther, para rebatir preguntas suspicaces con el revestimiento de madera. Lo mismo afirma el ingeniero que muestra, en la fábrica, un módulo experimental construido con madera, cuyo interior está todavía vacío. Con gafas de realidad virtual se puede ver cómo quedarán los diferentes componentes en su interior. Ahora se trata de mostrar la solidez y seguridad de las paredes. “Pero nada de fotos, ¿eh?”. Nada.
Energía almacenada con hidrógeno
Otra gran novedad, encajada en el capítulo de la sostenibilidad, es la incorporación del hidrógeno como sistema de almacenamiento energético a la oferta de la compañía de Ohio. El concepto es sencillo de enunciar. Seguramente, no tanto de ejecutar. Lo muestra en la visita otro de los ingenieros que van explicando sus respectivos proyectos: se trata de un armario compacto, de unos dos metros de ancho, quizás otro tanto de alto y metro y pico de fondo (no se precisaron esos detalles), dividido en tres partes.
El mecanismo tiene una conexión para la entrada de electricidad, procedente de paneles solares. Un diferencial extrae la parte de energía destinada al sistema de datos y envía el excedente a un generador de hidrógeno. La corriente eléctrica descompone agua, por hidrólisis, en sus dos elementos, oxígeno e hidrógeno, enviando éste a una bombona, en la parte central, donde se llega a comprimir hasta a 800 atmósferas. 20 o 30 veces más de lo normal.
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Cuando el Sol deja de alumbrar, por la noche o por efectos atmosféricos, el hidrógeno almacenado se envía a una célula de combustible (fuel-cell), donde se invierte el proceso anterior. El H2 se combina con oxígeno, generando un movimiento de electrones que produce, además de agua, electricidad. Y esta sirve para mantener la actividad del datacenter.
El grupo de trabajo se completa con una controladora UPS y una batería, “porque cuando se interrumpe el suministro de energía, la fuel-cell necesita un poco de tiempo para entrar en funcionamiento y alcanzar el rendimiento”, informa el ingeniero, detallando que el armario ante nuestros ojos es “un prototipo experimental plenamente funcional”, capaz de producir un kilovatio hora. “Pero es totalmente escalable, es cuestión de tamaños”, afirma.
Según Viktor Petik, responsable global de soluciones modulares integradas, “el rango de potencia que estará disponible es de entre 150 kilovatios y 3 megavatios”, contando con un módulo de potencia, complementado por la pila de combustible y el sistema de enfriamiento.
Ahora bien, esa aplicación de la pila de combustible, ¿será un sistema con el balance necesario para mantener el suministro energético sin aportaciones de la red eléctrica? El responsable del demostrador sobre el terreno, en este caso, no ofrece una respuesta rotunda: “Está pensado para trabajar sin tener que conectarse a la red”. Admite que, en todo caso, también dependerá de la zona geográfica en la que se instale.
Refrigeración de los procesadores
Y queda esa otra cuestión en la que Vertiv pone gran énfasis: la refrigeración de las CPUs montadas en los racks del datacenter, especialmente cuando se concentran en menos espacio. Karsten Winther señala la refrigeración líquida como un requisito indispensable para poder aumentar la potencia de computación con clústeres de procesadores más densos y cercanos entre sí, como lo requiere la IA y el flujo de datos.
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En sus instalaciones, la compañía aplica indistintamente, o combinadas, la ventilación por aire y el enfriamiento con agua. “No se puede tener una gran cantidad de servidores repartidos por un largo pasillo. Tienen que estar muy juntos”, advierte Winther.
“Lo que hemos visto en la hoja de ruta de los fabricantes es que buscan cómo pueden ir más allá. Para eso hay una clave: tienen que llegar a eliminar por completo la refrigeración por aire, porque es necesario acortar la altura de la carcasa [de los ordenadores]”.
“Y para lograr eso, deben reducir el tamaño del disipador de calor. La única forma de hacerlo es con refrigeración líquida. Así que vemos que viene una nueva ola de servidores súper densos, que llegará a partir de agosto de 2025”, concluye.