La IA tiene impacto directo en la forma en que interactuamos online y con las empresas.

La IA tiene impacto directo en la forma en que interactuamos online y con las empresas.

Tecnológicas

La inteligencia artificial mina la confianza online y promueve una regresión a la conexión con el mundo real

Publicada
Actualizada

La democratización de la inteligencia artificial generativa trae consigo numerosos desafíos y riesgos para la ciudadanía. Muchos de ellos son bien conocidos y debatidos, como los sesgos o la amplificación de la desinformación. Otros, empero, son más inmediatos pero mucho menos mentados.

Es el caso del aumento de la desconfianza o la aceleración de la economía de la impaciencia, ambos a causa de la difuminación de cualquier barrera entre lo real y lo artificial. Así lo pone de manifiesto el estudio Life Trends de Accenture en su decimoocatava edición.

En ese sentido, el informe recoge cómo más de la mitad de los consumidores ahora cuestiona la autenticidad del contenido online. Una erosión de la confianza que se debe en gran parte a los ataques de deepfakes o estafas en internet. Tanto es así que un 33% de las personas reconocen haber sido víctimas de este tipo de sucesos; un 42% en el caso de los españoles.

"Llevamos cuatro o cinco años hablando cada vez más de confianza, pero este año es el hilo argumental de todas las tendencias con los consumidores", explicaba Beltrán García-Durán, managing director de Accenture Song en España, en un encuentro reducido con medios, entre ellos DISRUPTORES - EL ESPAÑOL. "Cada vez nos sentimos más inseguros, incluso desde la propia navegación, y más presionados para comprar cada vez que estamos conectados, como admite el 48% de los usuarios".

Algo similar ocurre con la denominada 'economía de la impaciencia'. Accenture llega incluso a hablar de que tres de cada cuatro consumidores quieren más velocidad por parte de las empresas a la hora de adaptarse a sus deseos y anhelos.  Y, dado que a veces eso es imposible, recurrimos a los atajos, a la búsqueda de información de fuentes menos fiables o a la discutible sabiduría de la comunidad digital o los influencers.

"Encontramos en la multitud online el contenido relatable, no en las marcas [o en los medios]: el que encontramos afín y más humano.  Ya no es sólo el fenómeno de los influencers, que estaba asociado a cosas más superficiales, pero ahora afectan a cosas nucleares en nuestra vida, como la salud, las finanzas o nuestra propia felicidad", añade García-Durán.

En cualquier caso, vemos entre ambas tendencias un cierto cambio en la sociedad; de la conveniencia a favor de un mayor equilibrio con la confianza. En otras palabras: estamos dispuestos a renunciar a parte de la inmediatez en favor de un mayor grado de tranquilidad en nuestra actividad online. A ello hemos de unir el uso responsable y transparente de tecnologías como la IA, con claro impacto en esta controvertida dinámica.

Regreso a los básicos

El documento de la consultora mira más allá de este presente inmediato y lo que descubre es que gran parte de los consumidores están rechazando muchos de los fenómenos asociados a las nuevas tecnologías o la IA. Y ahí es cuando entra en juego el fenómeno del 'social rewilding', o revitalización social en una extraña traducción al español.

Hacemos referencia al deseo renovado de parte de la sociedad por reconectar con la naturaleza y los demás seres humanos, buscando el equilibrio entre la vida conectada y esa otra, más propia de tiempos añejos, sin la tecnología como epicentro de todo. 

Los datos así lo corroboran: el 42% de las personas señala que la mejor experiencia que tuvieron en la semana anterior fue en la vida real; el 62% en España. Y tan sólo un 15% (13% en España) apelaba a experiencias 100% digitales. Incluso el furor de las aplicaciones de citas está cayendo, con un 62% de las personas buscando estas conexiones en el mundo físico. 

"Estamos viendo muchas señales de ello: la generación Z consumiendo series de los años 90, la nostalgia predigital por los vinilos... Parecía un mundo más sencillo y simple", concluía Beltrán García-Durán. "También vemos un maximalismo y renacer de la cultura local. Vemos una búsqueda de 'textura', de sentir las cosas de forma distinta. Es un movimiento cultural, con las marcas de lujo ya aprovechando esta oportunidad de negocio".