Datos e información se están convirtiendo a gran escala en historias y noticias falsas (fake news), en lo que algunos interpretan como una injerencia tecnológica en la expresión democrática y libre de las sociedades actuales. Esto va más allá del escándalo de Facebook y Cambridge Analytica o de las raras maniobras en las interfaces de usuario de Facebook durante las elecciones en Islandia en octubre pasado. Son solo dos claros y preocupantes síntomas de lo que está pasando.
La obsolescencia en los sistemas democráticos y sus instrumentos de participación ha sido uno de los temas de debate de pensadores, científicos y tecnólogos en el TED de Vancouver (Canadá), celebrado esta semana bajo el título La Era del Asombro. Uno de los nexo en común de la mayor parte de las charlas de este evento ha sido la idea de que los sistemas políticos democráticos no han evolucionado lo suficiente y están presentando síntomas de obsolescencia en comparación con la evolución de la sociedad en pleno cambio tecnológico.
En síntesis, el diagnóstico es que los sistemas democráticos deben actualizarse, cambiar y mejorar. Una de las charlas destacadas fue la del investigador César Hidalgo, que dirige el grupo de investigación Collective Learning en el laboratorio del MIT Media Lab. Según Hidalgo, “la democracia tiene una interfaz de usuario muy mala”, por lo que si pudiéramos mejorarla seguramente “podríamos usarla más y mejor”.
Esta idea solo fue el principio de una serie que, seguro, va a levantar ampollas en el estamento político, social y de los mass media. “¿Qué pasa si, en lugar de alejarnos de los políticos, tratamos de automatizarlos?”. ¿Cómo? Sí, “automatizarlos” para ir, por ejemplo, “hacia una democracia directa basada en una inteligencia artificial que externalizara los votos con un algoritmo predictivo”.
Obviamente, aplicar esa idea en la práctica tendría muchas consecuencias que nos pueden dar incluso vértigo. Se trataría de entender “la política como algo ligado a un sistema de democracia directa alimentado por agentes digitales personalizados que votarían por nosotros, para nuestro beneficio y por el bien común”. Pero Hidalgo no se quedó en el qué, sino que también pensó en el cómo. “Elegimos y dependemos de los políticos para agregar puntos de vista y necesidades de los electores, pero los políticos son paquetes ineficaces y llenos de compromisos espurios”, que, añadió, “no tienen en cuenta adecuadamente las necesidades individuales de sus electores”.
Uno de los quid del conflicto actual con los políticos tiene que ver con “un problema de ancho de banda cognitivo”, en relación con la velocidad actual de la realidad, subrayó en su charla Hidalgo. En este punto lanza una idea radical: crear “un agente digital que podría dar a los ciudadanos la posibilidad de votar sobre las políticas propuestas, integrando sus criterios y ayudando a tomar decisiones a una escala mayor”. Estos agentes digitales podrían conectarse para formar una especie de ‘parlamento automatizado’, y así, quizá, podríamos tener un cámara que tenga “tantos senadores como ciudadanos”.
“Los votantes estarían conectados a un agente digital individualizado que recopilaría información sobre nuestras necesidades concretas, visión y puntos de vista en relación a la política, mediante los datos e información que publicamos en las plataformas sociales y las búsquedas. Funcionaría, esencialmente, como un Spotify político”.
En las caras que ocupaban el auditorio del citado encuentro había asombro y preocupación al imaginar todo esto. Quizá por eso, César lanzó una frase para tranquilizar: “Estos agentes digitales tendrían que ser sistemas de software extremadamente seguros”. Además, matizó que su disertación en esta charla ha sido solamente un ejercicio conceptual, pero le gusta imaginar cómo y qué podría hacerse con esta tecnología si se implementara. “Quizá dentro de 20 o 30 años, pensar en aumentar la democracia con inteligencia artificial podría valer la pena”.
Tal vez, por lo radical de las visiones de César Hidalgo y por su forma de exponerlas, podría pensarse que son opiniones raras y una excepción, pero no es así. Hay otros científicos y pensadores que expresan ideas que convergen con las suyas. Hay más, pero pongo aquí como ejemplo la de otro participante en el mismo encuentro TED: Yuval Noah Harari, quien afirmó ante el público del TED que “el mayor peligro al que se enfrenta ahora la democracia liberal es que la revolución en la tecnología de la información hará que las dictaduras sean más eficientes que las democracias”.
En el mismo sentido que Hidalgo, Harari incidió en que con “el auge de la inteligencia artificial, el procesamiento de datos centralizado podría dar a las dictaduras una ventaja crítica sobre las democracias relativamente descentralizadas”. Y nos envió un serio aviso: “Si eres ingeniero debes encontrar las formas de evitar que demasiada información se concentre en muy pocas manos (y mentes), y a los que no son ingenieros, les digo que piensen cómo conseguir evitar ser manipulados por quienes controlan los grandes sistemas de datos”.