La revolución digital lleva implícito el imperativo de un diálogo entre la cultura occidental y la oriental, dotadas de mecanismos diferentes para resolver los grandes dilemas. La primera se ha construido sobre el concepto de persona y venera la creación individual, en la segunda prima la idea de lo colectivo, el reflejo, la representación.

Cuando esas culturas tienen que poner en la balanza los principios de libertad y seguridad, el dilema fundamental al que se enfrenta hoy la transformación tecnológica, su predisposición es ubicarse en los extremos. Pero habrá que encontrar una solución a esta dialéctica porque las implicaciones de priorizar libertad y seguridad, en los planos económico, político y cultural, son extraordinarias. Debemos tomar decisiones y no será fácil.

Este es el tipo de reflexión que hace un directivo global español, con un puesto de primer nivel en una de las grandes corporaciones tecnológicas mundiales y experiencia de desarrollo de negocio en más de 50 países. Lógico que se muestre alucinado cuando se le pide que analice el comportamiento de España en los últimos tiempos. Andamos ocupados en asuntos que no tienen relevancia a nivel global, que "no importan", mientras otros países "nos pasan por derecha e izquierda" en la carrera tecnológica.

Los favores se cobran, y se hacen una vez

El nuevo equilibrio de fuerzas mundial reduce el número de actores a apenas dos, China y Estados Unidos. Ni siquiera Europa dispone ya de una capacidad de interlocución equivalente, sin contar con que se halla inmersa en pleno reequilibrio de fuerzas a raíz del Brexit. España, pese a ser su tercera economía, continúa el directivo, no deja de perder poder en la UE, y su debilidad se acrecienta porque necesita "pedir favores" a sus socios. "Los favores se cobran, y se hacen una vez; después ya no puedes pedir otros que quizás te interesaban más".

Duro análisis el de este directivo global que destaca la imagen de nuestro país como generador de ideas, pero esencialmente desorientado. "Los ciudadanos deben hablar dos idiomas... sin contar el regional, claro". Hay que tomarse en serio, dice, el control de la inteligencia artificial ("Facebook desconectó dos robots porque habían creado un lenguaje para comunicarse entre sí al margen de los humanos", recuerda), así como el refuerzo de la ciberseguridad: EEUU ha prohibido incorporar dispositivos fabricados en China a sus redes de telecomunicaciones, en un clima de "espionaje industrial salvaje". En España nuestras operadoras hacen uso de ellos sin precaución. Es difícil, después de escuchar a un directivo de este nivel, entender el desinterés de nuestra clase política por todo lo que sucede... allá afuera.