Quién controla la información, con qué fines y con qué limitaciones es un tema que atañe a la privacidad de los datos y que viene revelándose como un aspecto crucial desde que la sociedad moderna es tal. Sin embargo, episodios desagradables como el de Cambridge Analytica devuelven cierta actualidad al debate, sobre el cual pude reflexionar amplio y tendido con Carsten Sørensen, profesor de la London School of Economics, a quien entrevistamos en estas mismas hojas hace pocas semanas.

"Estuve cenando con Eric Schmidt [expresidente de Alphabet, matriz de Google] hará ya varios años. Y le dije a la cara que él lo sabía todo de mi, pero yo no sabía casi nada de su algoritmo", recordaba el académico. "Extrañamente, estas compañías lo quieren saber todo sobre nosotros, pero al mismo tiempo son muy reservadas sobre sí mismas. Y esa asimetría es un factor limitante en toda regla".

Limitante pero no imposibilitador, ya que bajo este modelo es con el que hemos vivido la explosión y el éxito de compañías singulares, no sólo como la propia Google, sino también Facebook, Amazon o Twitter. En cualquier caso, pregunté a Sørensen cuál podría ser la alternativa, en esta particular batalla desigual en la que el consumidor parte ya con una relevante desventaja: "Desde mi punto de vista, iremos hacia un sistema mucho más descentralizado, donde los datos más íntimos quedarán bajo mi control. Por ejemplo, podré decidir que le confío mi ADN y mis hábitos sexuales a mi esposa o a mi hermano, pero no a una gran multinacional. Eso ahora mismo no lo puedo hacer porque no hay elección: es un todo o nada en el cual aceptas todas las condiciones de uso que te impone el proveedor tecnológico".

Quizás suene utópico, quizás suponga tomar aliento para un optimista futuro donde el ciudadano tenga mayor control de su información digital. Quizás incluso el GDPR pueda ser entendido como un paso en esta dirección. Pero, teniendo en cuenta la actual obsesión por el dato y la consolidación de los grandes players en arenas incipientes como el internet de las cosas o la inteligencia artificial (futuras fuentes y gestores de datos masivos), quizás y solo quizás tengamos que seguir viviendo bajo las reglas de Google & cía.