Esta semana hemos conocido el nuevo Ejecutivo de Pedro Sánchez, en una sucesión de goteos y filtraciones que más parecían dignas de un equipo de fútbol que de la formación de un gobierno nacional. En cualquier caso, la composición del mismo ha sorprendido (positivamente) a todos, defensores y críticos, debido no sólo al perfil profesional y la experiencia acumulada de muchos de los nuevos ministros, sino también a causa de las nuevas prioridades que Sánchez ha situado en la agenda política: gran peso de las mujeres, lucha por la igualdad y contra la pobreza infantil, "anclaje en Europa" y estabilidad económica y presupuestaria. Pero, sobre todo, lo más ilusionante ha sido la designación de Pedro Duque (astronauta de la ESA y expresidente de compañías satelitales) como ministro de la recuperada cartera de Ciencia, Innovación y Universidades.
No cabe crítica alguna a tal nombramiento, todo lo contrario. Sin embargo, sorprende (y esta vez, por negativo) que la apuesta por la innovación no vaya acompañada de la misma priorización de otro tema fundamental para la economía sostenible y de valor añadido del futuro: la economía digital. Después de lo que costó que hubiera un Ministerio con el apellido de 'Agenda Digital', este asunto queda de nuevo relegado a un segundo plano en las intenciones de gobierno de Pedro Sánchez pese a que se trata del mayor tractor productivo en estos momentos y un fenómeno transversal al que ninguna industria es ajeno.
Según hemos sabido a través del BOE, las competencias respecto a la estrategia digital española ni tan siquiera estarán dentro de la cartera de Industria (como cabría pensar, por lógica e historia), sino dentro de la de Economía y Empresa, que dirige Nadia Calviño. Golpe duro a lo que se supone debería ser una prioridad de Estado -como lo es, por ejemplo, en nuestra vecina Francia-, pero que tan sólo tendrá como cabeza visible una Secretaría de Estado para la Sociedad de la Información y la Agenda Digital. ¿La única esperanza? Que al frente de ésta se coloque a un profesional experimentado y que sepa algo del tema, no como sucedía con el nefasto y controvertido José María Lassalle, responsable del área en la era PP.