Los factores que impulsan la demanda de espacio en los centros de datos están cambiando. Por un lado, está la adopción de servicios en la nube pública por parte de las empresas, que es una tendencia creciente. Es así, que algunos expertos pronostican que esto se traducirá en una reducción en la demanda de espacio alquilado por las empresas en centros de datos, pero en paralelo provocará una mayor demanda potencial de espacio alquilado por los propios proveedores de servicios en la nube.

Por el otro, el número de dispositivos conectados a internet sin lugar a duda es cada vez mayor. A diario generamos una inmensa cantidad de datos y toda esa información tiene que procesarse y almacenarse en algún lugar. Según un estudio realizado por Cisco, a nivel mundial, los datos almacenados en los centros de datos casi se quintuplicarán en 2021. Además, la cantidad de datos almacenados en los dispositivos será 4,5 veces mayor que los datos almacenados en los centros de datos.

Ante este panorama, el cambio global hacia una infraestructura externalizada se ha asentado sólidamente. Las empresas siguen externalizando datos a nubes públicas y privadas y la capacidad de interconexión es un factor determinante, ya que los proveedores que no posean sus propios centros de operaciones deberán ofrecer opciones de conectividad en la nube a sus clientes para mantener su relevancia.

Por eso, las compañías de colocation han realineado sus estrategias y recursos para atender a los clientes que alojan infraestructura en la nube, incluyendo el refuerzo de la conectividad. La latencia y la posible reducción del rendimiento de las aplicaciones son percibidos como un inconveniente para la adopción de nubes públicas. Por ello, una conectividad fiable es fundamental para la transición de una infraestructura propia a entornos externalizados.

Mientras tanto, el Internet de las Cosas ya no es una tendencia que pueda obviar ningún proveedor de servicios de centro de datos. El internet de las cosas (IoT) traerá consigo aplicaciones y cargas de trabajo que exigirán respuestas casi en tiempo real (baja latencia), lo que obligará a emplazar la capacidad computacional más cerca del dispositivo o extremo de la red para minimizar el impacto de la latencia de transmisión.

Con estas aplicaciones sensibles al rendimiento o la latencia, el modelo de transmisión directa dispositivo-nube es insuficiente o poco rentable. Por tanto, parece probable que un buen número de despliegues de IoT terminen almacenando, integrando y desplazando datos por una combinación de instalaciones comerciales de nube pública y de otros tipos, como centros de colocation, con coexistencia de micro centros de datos modulares cerca de los dispositivos generadores de datos.

Nadie duda ya que el impacto de la nube y el IoT han llevado a la digitalización casi completa de las empresas. De esta manera, pueden generar valor, mejorar su eficiencia, trabajar de manera más rápida y mejorar sus resultados. La arquitectura más actual de los centros de datos responde ya a estas necesidades, y así han transformado la manera de almacenamiento en este boom de datos que se está produciendo.   

José Alfonso Gil, director general de Vertiv en España y Portugal