Se puede definir la inteligencia artificial (IA) como la ciencia e ingeniería que posibilita desarrollar máquinas y programas informáticos capaces de resolver problemas que normalmente requieren la inteligencia humana. Matemáticos como Charles Babbage o Alan Turing influyeron en su desarrollo.
En el año 1956 se asentaron las bases de la IA durante las conferencias de Dartmouth. En el año 2018, McKinsey publicaba el estudio Notes from the AI frontier: Modeling the impact of AI on the world economy [Notas desde la frontera: modelando el impacto de la IA en la economía mundial] estimando que su impacto podría generar 13 billones de dólares adicionales para el año 2030.
En el año 2017 PwC publicó el estudio Sizing the prize: What’s the real value of AI for your business and how can you capitalise? [Dimensionando el premio: ¿Cuál es el valor real de la inteligencia artificial para su negocio y cómo lo puede capitalizar?] en el que se estima que la IA podría contribuir casi 16 billones de dólares para el año 2030 de los cuales unos siete procederían de una mayor productividad y unos nueve de los efectos secundarios del consumo.
Los sectores de mayor impacto por orden de importancia serían, según el mencionado estudio, salud, automoción, servicios financieros, transporte y logística, tecnologías comunicaciones y entretenimiento, retail, energía e industria.