El Gobierno chino tiene el firme propósito de transformar el país en una potencia tecnológica, siendo la inversión en innovación e intangibles un objetivo prioritario. Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual, que analiza la actividad global en la materia, desvela que en 2018 la oficina de patentes China recibió casi la mitad de las solicitudes mundiales, lo que equivale a la friolera de 1,54 millones de peticiones. Detrás se sitúan Estados Unidos con 597.141, Japón, la República de Corea y la Oficina Europea de Patentes con 174.397. 

En cuanto al número de presentaciones fuera de sus fronteras, el gigante asiático ocupa un respetable quinto puesto en un constante avance con 66.429 solicitudes, detrás de Estados Unidos con 230.085, Japón, Alemania y República de Corea. Si ponemos el foco en el número de patentes en vigor en todo del mundo, los Estados Unidos continúan su liderazgo hasta alcanzar los 3,1 millones, escoltados muy de cerca por China con 2,4 millones. En quinta posición se encuentra Alemania con 703.606, seguida de Francia, Reino Unido y otros países europeos. 

Las empresas chinas Huawei o ZTE ocupan las primeras posiciones como solicitantes de PCT publicadas y cuatro de las diez principales universidades son chinas frente a la tradicional hegemonía de las norteamericanas. 

Con estos datos sobre la mesa, los recelos de los Estados Unidos y del resto de mundo no se han hecho esperar. El programa Made in China 2025 iniciado por el presidente Xi Jinping en 2015 sitúan al dragón asiático a la cabeza de las solicitudes de patentes, y no parece que el tigre estadounidense quiera ser su cola.

Las autoridades chinas ambicionan sobrepasarlo como primer inversor en I+D en el mundo y, si bien se la suele tachar de carecer de una tecnología puntera, llama la atención que su estrategia se centre en sectores como las tecnologías de la información, la industria aeroespacial, la robótica o la producción biofarmacéutica, dejando a un lado las políticas de bajo coste. El plan va acompañado de un compromiso dirigido a fortalecer la protección judicial y administrativa de la propiedad intelectual, además de la modernización de sus empresas. 

La reciente creación de nuevas zonas de libre comercio en Shanghái, que se sumarán a las ya existentes, asegura el desarrollo de estas divisiones estratégicas, ofreciendo facilidades a la instalación de empresas innovadoras.

El temor de Estados Unidos, Europa y del resto de mundo no es infundado. Mientras que el tigre norteamericano es más beligerante en sus decisiones, Europa parece más proclive a la negociación, resultando un guerrero más pacífico en esta contienda. La lucha por la innovación subyace en la actual guerra económica, suponiendo todo un reto para dragones, tigres y Kung Fu Pandas. 

ISABEL CORTÉS es directora de relaciones internacionales de PONS IP