Incentivos fiscales a la I+D, estables y predecibles
La inversión en I+D es un factor clave para el impulso de la innovación y el crecimiento económico. En este contexto los incentivos fiscales a la I+D se han convertido en las últimas décadas en un instrumento de política ampliamente utilizado.
La semana pasada la OCDE público su informe Measuring R&D tax support: Findings from the new OECD R&D Tax Incentives Database, este documento basado en datos disponible supone un análisis riguroso y objetivo respecto al valor de estos incentivos en la combinación de políticas de apoyo a la I+D a largo plazo, representando un informe clave para el diseño de políticas y en análisis del impacto de los mismos.
Fomentar y proporcionar condiciones favorables para que las empresas inviertan en I+D ocupa un lugar destacado en la agenda de las políticas de innovación. Para lograr este fin los diferentes gobiernos diseñan mecanismos en forma de ayudas directas a estas actividades, a través de subvenciones, financiación o contratación pública, y mediante ayudas indirectas, a través de incentivos fiscales.
En las últimas décadas, las ayudas indirectas han ganado protagonismo, como demuestra el presente análisis de OCDE. Así en 2018, 30 de los 36 países de la OCDE otorgaban un tratamiento fiscal preferencial para los gastos empresariales de I+D, frente a los 19 países el año 2000. En la Unión Europea el número de países que ofrece deducciones fiscales a la I+D ha pasado de 12 en 2000 a 21 en 2018.
Como podemos observar en el siguiente gráfico en países como Australia, Irlanda, Japón o Países Bajos, estas ayudas indirectas representan más del 80% del total de ayudas públicas a estas actividades. Es relevante destacar que para los países OCDE, la proporción en media de este tipo de ayudas frente al total ha pasado del 36% en 2006 al 46% en 2016, siendo una tendencia muy homogénea entre la gran mayoría de los países salvo pocas excepciones. Para los países de la UE, este mayor peso de las ayudas fiscales frente al total es aún más pronunciado, pasando del 31% en 2006 a 57% en 2016.
En 2016, las deducciones fiscales para los gastos en I+D como porcentaje del PIB es representativo para países vecinos como Bélgica (0,30%), Francia (0,29%), Irlanda (0,25%), o Países Bajos (0,17%), frente a España donde sólo representan un 0,09%.
En lo referente a la efectividad de estos incentivos fiscales, en el presente documento se emplean los índices brutos estimados de incremento de I+D (RDIR), como indicador de la capacidad de estos incentivos para inducir niveles adicionales del gasto empresarial en I+D, concluyendo que en aquellos países donde existen políticas fiscales de ayuda a la I+D+i, por cada euro invertido en este tipo de incentivos, se genera una inversión en I+D inducida muy cercana al mismo importe.
Para terminar y dado el actual clima de incertidumbre, debemos enfatizar que la efectividad de estas ayudas entre otros factores está condicionada a su estabilidad y previsibilidad a lo largo del tiempo, siendo del todo probable que unos incentivos estables y predecibles tengan un mayor impacto en la inversión en I+D.
Noelia Escobar Izquierdo, responsable Relaciones Institucionales e Intangibles en INCOTEC