Incluso antes de que el ‘big data’ y la inteligencia artificial alcanzasen cierta madurez, ya existían dudas acerca de si se podría confiar ciegamente en estas tecnologías. Las falsificaciones automáticas de vídeos (‘deep fakes’), el auge de las noticias falsas, las filtraciones de datos, los sesgos discriminatorios (como el que presentaba  Apple Card) o la vigilancia (p.ej. el veto de San Francisco al reconocimiento facial) han servido de catalizador para crear cierto desconcierto social al que las industrias están tratando de dar respuesta.

En todos los sectores ya se están utilizando las capacidades de analítica de datos avanzada y algunos modestos desarrollos de aprendizaje automático que se aplican principalmente para la personalización de productos y servicios y la automatización de procesos en diferentes sectores. También estamos empezando a ver cómo determinadas empresas están acelerando la adopción de sistemas de IA para automatizar y robotizar procesos (la llamada RPA).

En 2020, la IA seguirá mejorando sus capacidades, pero probablemente no habrá desarrollos realmente disruptivos. Como ya he mencionado, las principales mejoras estarán relacionadas con la personalización de la experiencia de los clientes y la racionalización de los procesos comerciales a través de la automatización.

Sin embargo, donde se producirá un cambio claro es en los usuarios, que van a exigir a las empresas, en las que han confiado, que utilicen sus datos de una manera más sostenible y transparente para mejorar sus propuestas de valor. Vamos a vivir un auge del concepto de ‘datos e IA responsable’, que combina principios como equidad, interpretabilidad y explicabilidad, solidez, seguridad, gobierno y ética. 

rnEuropa ya está dando los primeros pasos con en la creación de unas guías que ayuden a tener una inteligencia artificial más confiable, e incluso está trabajando en una normativa.

Los retos en inteligencia artificial son todavía enormes en todos los sentidos: necesitamos descubrir cómo implementar las tecnologías de inteligencia artificial a escala o integrarlas en los canales de una manera que refuerce la confianza. Precisamente, el ganarse la confianza de los ciudadanos, dotándolos de control sobre sus datos y transparencia sobre su uso, va a ser una de los grandes retos que va a empezar a encontrar respuestas en este año. 

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* Álvaro Martín es responsable de Estrategia de Datos de BBVA