No se trata de hacer un inventario de ganadores y perdedores. Todos perdemos en esta crisis. Sino de hablar de modelos de negocio, del tratamiento de shock al que está siendo sometida la economía justo cuando abordaba, más o menos a ciegas, su adscripción a la era digital. Porque esa era la realidad, muchas empresas se venían asomando a la revolución tecnológica sin tener despejada la incógnita fundamental: cuál iba a ser su actividad central, el core de su negocio, al otro lado del espejo. En fin, qué os voy a contar. Pero la crisis del coronavirus nos deja claves muy potentes sobre cuáles van a ser los nuevos pilares estratégicos de la economía.
Estamos viendo que la concentración en cadena se impone en la distribución minorista. Los supermercados y las grandes plataformas de ecommerce se han convertido estos días en un fundamento de estabilidad social, una sola dirección empresarial ha mantenido abiertos miles de establecimientos, frente a la situación más vulnerable del pequeño comercio en el que la relación es de un propietario por local. Por contra, en la logística de última milla se ha demostrado la eficacia de la dispersión, de la atomización orquestada, esa gig economy tan criticada desde determinadas instancias.
En el ámbito industrial es muy interesante lo que estamos observando. Por un lado, empresas que han descubierto que pueden adaptar su producción a las necesidades del mercado con una flexibilidad que quizás desconocían, y producir hoy mascarillas y mañana prendas deportivas. Es la economía en tiempo real que anuncia la digitalización. Por otro, hemos comprobado que falta una pieza en el puzle del mercado: la fabricación distribuida. ¡Qué diferente hubiera sido esta crisis con una red de centros de impresión 3D encargada de materializar el producto que demanda el cliente!
En realidad, faltan muchas piezas en el puzle, lo cual es una llamada a los innovadores. Porque nos queda la sensación de que la tecnología disponible es mucho más potente que la capacidad de respuesta del sistema. Desde luego, no se podrá discutir en adelante la necesidad de automatizar determinadas tareas de la Administración, incapaz de resolver la avalancha de ERTES, y la urgencia de crear un sistema de información homogénea, interoperable e inteligente en ámbitos sensibles como el sanitario para que el big data y la inteligencia artificial anticipen y ayuden a resolver problemas.
Se da por hecho que el concepto de grandes eventos presenciales, como ferias y congresos, va a ser cuestionado, del mismo modo que la organización del trabajo y la función de la oficina. Y tenía razón el CEO de Qualcomm: las tech companies están abocadas a convertirse en media companies, con la 5G, pero también el Wifi6, las constelaciones de satélites o la fibra DOCSIS 3.0, como destaca McKinsey, listas para cambiar el mundo. Instagram se agosta confinada, la acción está en TikTok...
Habrá que adaptar la regulación a los nuevos sectores estratégicos y al cambio tecnológico. Y no sólo eso: patronales, cámaras de comercio y sindicatos tendrán que cambiar sus obsoletos modelos de organización.
Eugenio Mallol es director de INNOVADORES.