Desde finales del siglo XX y con el inicio del XXI, la tecnología nos ha facilitado la vida a todos. Paralelamente, la cultura de las empresas ha ido cambiando durante los últimos 20 años más rápidamente a como venía siendo habitual desde la segunda mitad del siglo pasado donde costaba movilizar los cambios corporativos por la rigidez de la gestión y la toma de decisiones. Pero todo se ha acelerado después de dos décadas.
Primero por la sostenibilidad y la búsqueda del propósito de las organizaciones; segundo por el desarrollo de la tecnología que ha ido haciendo a las organizaciones más dinámicas y, tercero, por la crisis del COVID-19 que ha hecho replantearse a todas las empresas su lugar en el mundo, a la vez que han tenido que apostar decididamente por el teletrabajo sino no lo tenían implantado. Sin duda, el desarrollo de la digitalización va a acelerar un cambio en el día a día de las organizaciones, y en su oferta de productos y servicios, que posiblemente no tenían previsto.
Las empresas han pasado de pensar sólo en maximizar el beneficio a integrar en su gestión la creación de valor compartido en el entorno y los países donde desarrollan su actividad. La sociedad y los inversores han ido demandando mayor transparencia a las compañías, que han tenido que repensar su propósito y acercarlo a los ciudadanos. La Agenda 2030 sigue marcando la hoja de ruta para hacer más habitable el Planeta y la ONU acaba de revisar el impacto que el COVID-19 va a tener en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible.
El impacto del coronavirus nos va a cambiar a todos y nos encontramos en un momento que tenemos que aprovechar para salir reforzados como sociedad. Este cambio también se va a producir en la cultura de las organizaciones y todas las que se atrevan podrán aplicar la cultura de las startups, que durante la pasada década han impulsado una manera de trabajar más horizontal y no tan jerarquizada.
Por otra parte, la flexibilidad laboral y la conciliación han ido ganando terreno en las empresas, aunque en España, según un estudio reciente de Adecco, solo teletrabajan 1,5 millones de españoles, lo que representa apenas un 8% de la población ocupada, menos de 1 de cada 10 personas. Ahora que las compañías, quieran o no, van a tener que adaptar su día a día a la movilidad de sus equipos para desarrollar su actividad y el impulso del teletrabajo, seguramente aumentará el compromiso de los empleados con su responsabilidad y con la empresa.
Las startups han sido pioneras en impulsar metodologías de trabajo ‘agile’ que facilitan el desempeño, pero también en han sido más ágiles que las grandes empresas a la hora de diseñar estrategias, implementar acciones y tomar decisiones.
Innovación sostenible
Ante la incertidumbre del futuro, todos nos hemos apresurado a preguntarnos cómo será nuestra sociedad, nuestras empresas o nuestro día a día tras este primer confinamiento o una vez que haya vacuna para el COVID-19. Lo iremos viendo poco a poco, según vaya discurriendo la crisis sanitaria, social y económica en la que estamos, pero desde el punto de vista de las empresas, además de adaptarnos a la nueva realidad, podemos aprovechar para impulsar la innovación sostenible y pensar cómo queremos que sea nuestra organización a medio plazo.
Como nos recuerda Ideo, una de las compañías de referencia en innovación a nivel global, todo proceso de innovación tiene que tener presente a las personas y preguntarse qué necesitan, si de verdad lo necesitan y cómo mejorará su vida. La innovación se inicia con la inspiración, el desarrollo de una idea y su implementación.
Para ello, lo primero que hay que hacer es pensar en si esa innovación que desembocará en un producto o servicio será necesaria para la gente, es lo que se conoce como desirability en inglés y ahí el proceso de escucha es fundamental. Después en cómo desarrollar esa ideas y los recursos y la tecnología que se requerirán, o feasibility. Y, por último, en su viabilidad económica o viability.
Puede ser que en muchos procesos de innovación se hayan olvidado de poner a la persona en el centro, aunque hayan sido un éxito de ventas o se haya extendido su uso. Por eso, ahora todas las organizaciones tienen una oportunidad única de incorporar la innovación sostenible en su cultura corporativa para que todos los equipos, no sólo el de innovación, trabajen con un mismo foco: mejorar la vida de las personas, pero siendo responsables en toda la cadena de valor, apostando por la economía circular desde la concepción del producto o servicio, desarrollo, comercialización e implementación, así como en su final, pensando en el reciclaje.
La nueva cultura de las empresas pasará por poner a la persona en el centro y como eje de toda su actividad, pero también por agilizar y facilitar las decisiones y procesos, así como apostar por la sostenibilidad y la innovación sostenible. No dejemos pasar la oportunidad, y sobre todo no olvidemos que todos podemos y debemos desarrollar iniciativas innovadoras que generen impacto, por pequeñas que puedan ser o parecernos, ¡es nuestro nuevo pacto humano!
Abel Navajas, cofundador y CEO de Woonivers, tutor y profesor del master de Innovación y Diseño en IED