Siempre que veo un vídeo del grupo @jovenes CyL que conciencia sobre la despoblación de la comunidad autónoma, me emociona, y me gustaría recordar el final: Queremos poder quedarnos, queremos poder volver y no solo en Navidad.
Porque soy hija de emigrantes. Mis padres dejaron su tierra, Granada, por un futuro mejor en Madrid hace ya más de 50 años. Siempre me he preguntado que hubiera sido de mi vida si mis padres no hubieran tomado esa decisión y yo hubiera nacido y crecido en Granada. Y, ahora, hace ya casi un año que dejé mi familia en Madrid y me fui a vivir a León por motivos profesionales con un proyecto fascinante.
León a sólo a dos horas en AVE de Madrid y es una ciudad que enamora, un destino único lleno de contrastes, de gran belleza arquitectónica y una riqueza cultural enorme. Destaca su incomparable gastronomía y, por supuesto, el Barrio Romántico, y el Barrio Húmedo, donde vivo, que acoge en sus plazas y callejuelas un sinfín de bares, tabernas y mesones. No hay nada que me haga disfrutar más que ir al trabajo andando por la mañana, bajar por la calle Rúa y cruzarme con los peregrinos que comienzan su trayecto a primera hora de la mañana o, por la tarde, cuando regreso, ver el bullicio en los bares cercanos a mi casa.
León es noticia por ser parte de la España vaciada. Según datos del INE sobre población a fecha de 1 de julio de 2019, la provincia de León ha perdido 11 personas al día durante los últimos seis meses. Pero no sólo le sucede a León. Mientras Madrid y otras grandes capitales crecen y atraen talento y sobrepoblación que encarece y dificulta la vida, ciudades de tamaño mediano y pueblos del entorno rural se vacían.
Después de más de dos meses en casa, teletrabajando debido al COVID-19 y en esta situación tan excepcional y extraña en la que estamos inmersos, debemos tomar conciencia del gran aprendizaje en cuanto al impulso que le hemos dado a la digitalización en las empresas y, por supuesto, al teletrabajo. Se han roto paradigmas y lo hemos ‘normalizado’, desterrando falsos mitos y comprobando que, entre sus múltiples beneficios, destaca un notable aumento de la productividad.
España es líder en el despliegue de fibra en Europa, con más fibra óptica desplegada que en Alemania, Francia, Reino Unido e Italia juntos y nos encontramos ante una magnífica oportunidad para liderar la repoblación de la España vaciada, generando riqueza y empleo, y atrayendo talento a todas las zonas que ven cómo día a día su población va disminuyendo.
La tecnología y la digitalización son dos palancas que nos ayudaran a frenar la despoblación y a atraer y retener el talento, dotando a los empleados de las compañías que apuesten por ello de una calidad de vida inimaginable para los que, como yo, hemos vivido siempre en una gran ciudad. Y, aunque en estos días se debate sobre diversas dificultades que plantea el teletrabajo: fijar objetivos que garanticen la productividad dejando a un lado el presentismo, respetar las horas de trabajo, mantener la cultura de la empresa con los empleados diseminados, plataformas e infraestructuras que faciliten el trabajo y la colaboración entre los empleados, etc. Lo cierto es que es un reto en el que debemos trabajar.
Se ha demostrado que con las tecnologías que existen hay cientos de miles de personas que podrían trabajar sin pisar una oficina y que, de esta forma, la generación de la riqueza aumentaría y se podría fijar población, que es lo que necesita la España rural en estos momentos. Pero si algo hemos aprendido en estas semanas es que, utilizando los recursos disponibles de manera segura, todos avanzamos. Hoy, más que nunca, la tecnología acorta distancias, y es indispensable apostar por la ciberseguridad en nuestro día a día.
Rosa Díaz Moles, directora General Instituto Nacional de Ciberseguridad (INCIBE)