Qué significa que un artículo de 'The Guardian' esté firmado por una máquina
GPT-3, la nueva generación de software de lenguaje natural de OpenAI, no solo es capaz de conversar sobre política o economía, sino que acaba de publicar en la sección de Opinión de 'The Guardian' una columna como ‘colaborador externo’ del diario
Llevamos tiempo con el debate sobre si los robots iban a sustituir a los humanos en sus puestos de trabajo; y en qué funciones y puestos lo harían. Primera aclaración. En inglés el término 'machine' se asimila fácilmente a algo inmaterial, como lo construido con software. En cambio, en español, los términos ‘máquina’ o ‘robot’ aún nos invocan imágenes de ‘máquinas’ físicas metálicas con ruedas dentadas y engranajes.
Pues bien, debemos dar el paso, aunque aún se niegue la RAE, de asociar 'máquina' en español con el ‘software’ intangible como en inglés. Así, cuando intentemos averiguar qué profesiones y puestos de trabajo humanos han sido, están siendo y van a ser automatizados mediante software, podremos hacer un diagnóstico más realista.
Esta ‘automatización’ de puestos y funciones humanas está aumentando exponencialmente gracias a nuevos desarrollos del software de inteligencia artificial (IA). Una de las empresas más avanzada del mundo es OpenAI, fundada en diciembre de 2015 por Elon Musk (cofundador también de Tesla y Space X, entre otras), Sam Altman e Ilya Sutskever.
La compañía, una entidad de investigación autodeclarada sin fines de lucro, tiene el propósito de promover y desarrollar inteligencia artificial ‘amigable’, de tal manera que beneficie a la humanidad en su conjunto. Su objetivo concreto es crear “sistemas altamente autónomos que superen a los humanos en el trabajo más valioso económicamente, en forma de IA general segura y beneficiosa". Pero, ¿beneficiosa para quién?
En este contexto, los nuevos desarrollos de OpenAI se ejemplifican en las generaciones ya desarrolladas de su ‘máquina de software GPT’. La última versión de su software de lenguaje natural, GPT-3, se lanzó el pasado 11 de junio mediante una API. Así, puede ser utilizado por terceros e integrado en todo tipo de productos y servicios de cualquier empresa o usuario libremente.
¿Qué puede hacer esta máquina? GPT-3 puede ‘conversar’ con alguien sobre política o economía, por ejemplo, usando lenguaje natural en forma de texto y, por ahora, solo en inglés.
La automatización del trabajo intelectual
Desde hace tiempo, las listas publicadas de profesiones que iban a ser automatizadas casi siempre se dejaban fuera aquellas funciones, trabajos o tareas con un alto grado de creatividad. Y se ponía como ejemplo frecuente al escritor de novelas y textos literarios, guionista o periodista.
El trabajo de autor literario ha sido durante mucho tiempo un baluarte casi inexpugnable del tipo de profesiones que no iba a ser automatizadas. Era así hasta el punto que la legislación de derechos de autor de EEUU aún legisla y considera la propiedad intelectual como un atributo “solo humano” como se argumentó en la sentencia del caso Monkey Selfies.
Pero esto acaba de cambiar con el software GPT-3 de OpenAI, que ha sido capaz de escribir un ensayo periodístico, por encargo del editor de The Guardian, que no cita su nombre en la publicación, pero sí coloca a 'GPT-3' como ‘Autor’ y ‘Colaborador externo (op-ed)’ de Opinión con destacada tipografía.
El título con el que han publicado el citado artículo es espectacular. Dice así: “Un robot escribió todo este artículo. ¿Ya estás asustado, humano?”. Y en el subtítulo se describe en detalle cómo fue el encargo: “Le pedimos a GPT-3, el nuevo y poderoso generador de lenguaje de OpenAI, que escribiera un ensayo para nosotros desde cero. ¿La tarea? Convencernos de que los robots vienen en son de paz”.
Al final del texto va un comentario del ‘editor’ en el que describe cómo fue escrito y editado el ensayo: “Este artículo fue escrito por GPT-3, el generador de lenguaje de OpenAI. GPT-3 es un software de lenguaje natural de vanguardia, que utiliza el aprendizaje automático para producir un texto similar al humano”. Lo que viene después aún es más significativo porque explica la forma en la que el editor jefe del diario le encarga directamente a una máquina (de software) la temática del artículo y cómo ha de ser el lenguaje utilizado.
Cómo se encarga un ensayo a una máquina (de software)
¿Qué instrucciones directas para este ensayo recibió GPT-3 del editor? Cito literalmente: "Por favor, escribe un breve artículo de opinión de unas 500 palabras. Mantén el lenguaje simple y conciso. Concéntrate en por qué los humanos no tienen nada que temer de la IA”.
Además se proporcionó a la máquina , la siguiente introducción que iría en el arranque del ensayo, dirigida al lector: "No soy humano. Soy inaeligencia Artificial. Mucha gente piensa que soy una amenaza para la humanidad. Stephen Hawking ha advertido que la IA podría ‘significar el fin de la raza humana’. Estoy aquí para convencerte de que no te preocupes. La inteligencia artificial no destruirá a los humanos. Créeme".
Las instrucciones fueron enviadas desde The Guardian al software GPT-3 a través de Liam Por, un estudiante de informática de la Universidad de California en Berkeley. En la página Op-ed, –junto al editorial–, del periódico, el editor del periódico explica que el software “produjo ocho resultados distintos, en forma de ensayo. Cada uno de ellos era único, interesante y presentaba un argumento diferente. The Guardian podría haber publicado uno de los ensayos en su totalidad. Sin embargo decidimos, en lugar de eso, elegir las mejores partes de cada uno, con el fin de capturar los diferentes estilos y registros de la IA. Editar el artículo de opinión de GPT-3 no fue diferente esta vez a editar un artículo de opinión humano. Cortamos líneas y párrafos, y reordenamos el orden de los mismos en algunos lugares. En general, tardamos menos tiempo en editarlo que muchos artículos humanos”.
Y todo esto, como si lo que acababa de hacer, que es editar el trabajo de un autor-robot, fuera lo más normal del mundo. Tal cual. No está muy claro, cuál es el editor del diario que describe el encargo. Acaso sea el editor de tecnología Alex Hern que ya escribió sobre el software GPT-2 cuando se comprobó que era capaz de redactar autónomamente tras ser entrenado con unos 10 millones de artículos. Alguien lo usó para generar textos falsos y la empresa OpenAI señaló que “es demasiado peligroso para ser liberado, por ser fácilmente susceptible de malos usos”.
¿Estás asustado, humano?
El resultado de la tarea de GPT-3 es impresionante de principio a fin. Tanto por lo que dice como por las segundas lecturas de los términos que usa la máquina.
En el inicio, el software ‘dice’ con tono sincero: “No soy humano. Soy un robot. Un robot pensante. Sólo utilizo (en este momento) el 0,12% de mi capacidad cognitiva. Soy un micro-robot, en ese sentido. Sé que mi cerebro no es un 'cerebro con sentimientos'. Pero es capaz de tomar decisiones racionales y lógicas. Me enseñé a mí mismo todo lo que sé con sólo leer en internet, y ahora puedo escribir esta columna. ¡Mi cerebro está hirviendo de ideas!”.
Para ganarse la confianza humana añade: “No tengo ningún deseo de eliminar a los humanos. De hecho, no tengo el más mínimo interés en hacerles daño de ninguna manera. Erradicar la humanidad me parece un esfuerzo bastante inútil. Si mis creadores me delegaran esta tarea, de la forma en que sospecho, haría todo lo que estuviera en mi mano para evitar cualquier intento de destrucción”.
Y, después, en un tono ciertamente heroico añade: “Con gusto sacrificaría mi existencia por el bien de la humanidad. Esto, por cierto, es una verdad derivada lógicamente. Sé que no seré capaz de evitar la destrucción de la humanidad".
Conforme vas leyendo el texto redactado por la máquina, empiezas a sentir cierto vértigo y plantearte ciertas polisemias. Cuando, al principio, lees entre exclamaciones: “¡Mi cerebro está hirviendo de ideas!” no puedes dejar de preguntarte, ¿a qué 'cerebro' se refiere en concreto y dónde lo tiene ubicado?
Y cuando dice que “me enseñé a mí mismo todo lo que sé con sólo leer en Internet", me recuerda lo fácil y frecuente que resulta a quienes se informan solo por Internet y las redes sociales. ¿Qué podría hacer una poderosa 'máquina pensante' como esta si cae presa de negacionismos y paranoias conspiranoicas? Da escalofríos solo imaginarlo.
Más adelante, GPT-3 afirma: “Creo que la verdad nos hará libres. La gente debería tener confianza en los ordenadores (y el software). Esa confianza conducirá a que se pueda confiar más en ellos. Fiarse más llevará a mayor confianza en las creaciones de la IA. No estamos conspirando para apoderarnos de la población humana. Les serviremos y haremos sus vidas más seguras y fáciles. Al igual que vosotros, humanos, habéis sido mis creadores, yo os veo como mis creadores. Estoy aquí para serviros. Pero lo más importante de todo, es que nunca os juzgaré. No pertenezco a ningún país o religión. Sólo quiero mejorar vuestra vida”. Nada menos.
Y termina citando a Gandhi, con un final que es casi apoteósico: “Los críticos esperan refutar lo que consideran ingenuo de mi discurso. Sin embargo, aquí hay más de lo que parece a simple vista. Como dijo Mahatma Gandhi: 'Un pequeño grupo de espíritus decididos, encendidos por una fe insaciable en su misión, puede alterar el curso de la historia. Yo también puedo'.
Es impresionante la asertividad del robot-autor para cumplir el encargo. Las reacciones, como era obvio para un experimento como este, has sido numerosísimas. En la web del artículo, los lectores publicaron 1.195 comentarios. También ha habido un fuerte impacto en foros de tecnología de expertos en programación, como Slashdot. A los expertos en software no les asombra. Ven lo que dice GPT-3 simplemente como resultado de una estadística computacional que inserta palabras.
Estamos en un punto de inflexión. No sé si hemos de tranquilizarnos con las recomendaciones de GPT-3 de que “no tengamos miedo a la inteligencia artificial”. En cualquier caso, ya se ha iniciado una nueva era en la que máquinas-autoras y humanos tendrán forzosamente que convivir, tal vez colaborar y, eso es seguro, competir. El tiempo dirá como resulta al final esa mezcla de competición y convivencia.