Hace una semana le pregunté a un notario qué sensación percibía de la economía en su despacho, un lugar donde la realidad se desnuda en tinta negra sobre folio blanco. Me respondió que entre julio y septiembre observó mucho miedo. Sin embargo, desde el anuncio de la llegada de la vacuna, parecía que se había calmado.
Es la confirmación de que la economía es pura expectativa. Y la mayor esperanza del momento, en la que están todas las grandes empresas, algunas de las medianas y buena parte de las startups, es en esa lluvia de millones de los fondos europeos. Todos están en ello, pero están en la incertidumbre. Es un caos de información desordenada y de despachos haciendo lobby para tratar de colar proyectos en forma de digitalización.
Eso se ha respirado en esta semana de D+I. Una buena parte de las piezas de Disruptores e Innovadores huelen a que ha llegado el momento del salto a la digitalización, para el que probablemente no todo el mundo esté preparado.
Un comisario europeo de origen italiano me explicó hace unos años que los países del norte lograban más fondos comunitarios porque primero analizaban bien las exigencias de los programas y después hacían proyectos para cumplirlas. Los del sur, sin embargo, tratábamos de colar a la fuerza los proyectos que ya teníamos elaborados.
Algo así debe estar pasando en este momento cuando escuchamos a algunos responsables públicos y del Gobierno lamentar que buena parte de los proyectos que se están presentando o no cumplen con los fines o "son escasos" en ambición económica.
Para una vez que tenemos lluvia de millones, no sabemos recoger el agua. "Los fondos no pueden acabar en empresas zombies disfrazadas de digitalización", explicaba el jueves el “sabio” de la Inteligencia Artificial (IA) Andrés Pedreño. Su voz, una de las más autorizadas en España en este terreno, pide valentía política para destinar los Next Generation a escalar startups, fomentar tecnologías realmente disruptoras y que sirvan de plataforma de impulso a sectores clave. ¿Se atreverán los políticos a romper esa inercia histórica de facilitar las ayudas a engrasar las mejores puertas giratorias?
La oportunidad
Sinceramente, no nos lo creemos. No nos creemos que estamos realmente ante el gran salto de la economía que viviremos en nuestras vidas. El más importante de la historia de la Humanidad, porque las máquinas en muchos ámbitos van a sustituir a nuestro cerebro, nuestra mayor aportación diferencial como especie. Y, sin embargo, tenemos una oportunidad mucho mayor de lo que creemos.
Salim Ismail, emprendedor indio impulsor de la Singularity University, se mostraba el domingo en D+I "fascinado por la creatividad y la pasión" de España, las dos cualidades fundamentales de los nuevos tiempos. Nos hemos pasado desde la última revolución industrial metiendo a la gente en tareas repetitivas y ahora se va a valorar a las personas por su "creatividad".
El teletrabajo de la Covid ha sido el impulso definitivo para escenificar el éxodo de las empresas radicadas en Silicon Valley (hasta Elon Musk huye). No necesitan estar juntos y buscan la calidad de vida, porque pueden exigir. España en ese sentido es una gran potencia, envidiable por su clima, su diversión, su libertad, su sanidad y su seguridad. Si a eso le sumamos la creatividad, la pasión y los fondos de la Unión…. Cualquiera diría que estamos ante la conjunción ideal de los astros.
Y lo estamos. Otra cosa sea que sepamos aprovechar la oportunidad. Pero aun equivocándonos, vamos a dar un salto increíble en los próximos años. Hay una eclosión del emprendimiento como nunca la habíamos visto.
No soy capaz de resumirles cada domingo todas las startups y spin off que publica Disruptores e Innovadores cada semana. Las universidades y la formación profesional deben de aprovechar el momento para inculcar que sus estudiantes vean al emprendimiento como su primera opción laboral.
Hay dos momentos en la vida para emprender. Cuando uno no tiene nada que perder, no tiene ni hipoteca ni hijos… Y cuando uno ya tiene algunos pagos resueltos, una experiencia para no cometer errores, know how para cocrear con tecnología y quizás alguna indemnización por despido o prejubilación.
He conocido a miles de startups en los últimos años y las mejores son casi siempre las creadas por personas de más de 45 años, sin límite, que unidos a desarrolladores, mejoran fallos o aportan soluciones disruptivas a industrias, bancos, aseguradoras,… Sobre todo en el ámbito de las B2B, las startups que son proveedores tecnológicos de otras empresas.
Buscar el sí
Nuestro gran freno de mano para el fomento del emprendimiento en España es la Administración, la burocracia y la obsesión de algunos funcionarios por buscar el no. Porque cuando un funcionario quiere encontrar el no por respuesta, siempre lo encuentra en esta maraña de normas y leyes superpuestas.
Tomen como ejemplo el problema de los NIE, que viene de lejos. Fue una de las primeras exigencias que el ecosistema de aceleradoras, capital riesgo y startups hicimos hace ya dos años cuando se nos preguntó desde el Gobierno en qué debíamos cambiar para ser una startup nation.
Dos años después, esta semana he vuelto a leer las mismas quejas en D+I. Para que un inversor o un fondo invierta en una ronda de una startup en España, el responsable debe hacer cola ante una comisaría de policía para obtener el NIE o hacer un poder notarial a otra persona para que lo obtenga. Tardan entre tres y seis meses en darte cita en la comisaría, pero el Registro Mercantil te exige dos meses para que registres la operación.
¿De verdad que esto no se puede resolver? ¿De verdad que no podemos hacer un esfuerzo por encontrar el “sí”, con una simple modificación legislativa? ¿Tenemos un estado de alarma ultra rápido para prohibir y no podemos tener la misma agilidad para aprobar inversiones? ¿Es esto progresismo? Más bien es regresión. El enemigo lo tenemos dentro.
Me preguntaba esta semana un colega qué me parecía la noticia que firmaba Javi Arnau en la que narraba cómo el piloto Fernando Alonso había entrado a invertir en la startup Raw Sport Drink, impulsora de una bebida isotónica bio. Le respondí que me parecía muy positivo.
La pregunta tenía trampa porque mi interlocutor sabe que nunca he sido muy partidario del circo y el postureo que durante un tiempo han desvirtuado al universo de las startups. No soy apasionado de los que cuelan siempre el término “levantar rondas” en cada frase como eje central de su discurso. Me fio más de los que explican su plan de negocio y lo basan en un crecimiento sostenido, con o sin inversión, porque quieren montar una empresa que se consolide.
Pero el monocultivo también es peligroso. Debemos tener de todo. Que los famosos apuesten por invertir en startups ayudará a que el escaso porcentaje de jóvenes con ganas de emprender se multiplique en poco tiempo. Tenemos los ingredientes básicos y de calidad para dar el salto.
En nuestra historia radica un gran imperio que se creó con pasión y riesgo. Hicimos una Transición con sensatez y sacrificio. Creamos un buen puñado de multinacionales de antiguas empresas estatales. ¿Por qué no podemos convertir a este país en un vivero de startups propias y ajenas, generando un efecto llamada?... Claro que podemos conseguirlo.
*** Rafael Navarro es editor de D+I y CEO de Inndux Digital Group