Cómo el modelo híbrido de hacer las cosas pasó a ser una preferencia por la pandemia
Hoy en día, no hay ninguna duda de que la llegada de la pandemia ha revolucionado completamente nuestra forma de vivir, de comportarnos, nuestros hábitos y costumbres… Ahora preferimos casas con jardín a las afueras de las grandes ciudades, en lugar de vivir en el centro, y comenzamos a pensar en cómo será el momento en el que volvamos a las oficinas, aunque está claro que ya nunca será igual, y que esta situación ha cambiado las cosas para siempre.
Si aquel 14 de marzo del 2020, día en el que se decretó por primera vez el estado de alarma a causa de la pandemia, hubiéramos sabido lo que nos esperaba, seguramente no lo hubiéramos creído. Y es que, si repasamos lo que hemos vivido en estos últimos meses, diría que las sensaciones y emociones vividas este año, han sido más fuertes y variadas que nunca.
Comenzamos con la implementación urgente del teletrabajo al 100%. El trabajo en casa, las comidas en casa, el ejercicio en casa y la educación, en casa también. Pero como no podía ser de otra forma, el hombre es un ser adaptable y nos hemos ido adaptando a todas las situaciones y realidades que han ido surgiendo. Nos acostumbramos al teletrabajo, a hacer ejercicio frente al móvil a través de Instagram, a ayudar a nuestros hijos con sus clases y deberes online, y como no, a formarnos también a través de una pantalla.
Lo que al principio se impuso como una obligación, ahora es ya una preferencia para muchos
Si bien durante el período estricto del confinamiento la modalidad a distancia, permitida gracias a la tecnología, fue clave para poder seguir tanto con el trabajo como con el desarrollo normal de los cursos formativos, ahora parece que el modelo híbrido será el protagonista de todo, y el preferido por muchos.
Y es que son muchas las personas que se han dado cuenta de la comodidad, flexibilidad y conveniencia que les ofrece este modelo a través del cual pueden formarse o trabajar desde cualquier lugar y en cualquier momento, necesitando tan solo un dispositivo con conexión a internet.
Por nuestra parte, hemos notado esta tendencia de gran manera en lo que viene a ser la formación de profesionales. El año pasado, y en respuesta a la situación generada por la pandemia, pusimos en marcha un sistema que permite a los alumnos seguir las sesiones formativas en real-time de forma presencial remota, o de forma presencial en el aula, como el alumno prefiera cada día y en cada momento, o incluso, de ver las sesiones en diferido desde cualquier lugar. Y tras la implementación de este formato, que permite a los alumnos que están a distancia, vivir una experiencia igual o incluso más enriquecida que la formación presencial, nos hemos dado cuenta de que, en muchos casos, incluso aquellos que tienen las posibilidades de asistir a clases de forma presencial, optan por el modelo presencial remoto.
Entre las razones para ello, destacan: la comodidad, la flexibilidad y la conveniencia de poder atender, participar y trabajar como en el aula, pero desde casa, gracias a las posibilidades de la tecnología que permiten realizar sesiones interactivas o trabajar en equipo de forma colaborativa; la calidad de la experiencia; la posibilidad de poder conciliar y compaginar estudio y trabajo; o incluso, el miedo al contagio, aunque en nuestra escuela garantizamos el cumplimiento de todas las medidas de seguridad y distancia necesarias y posibles.
Pero este modelo también plantea algunos obstáculos, ¿cómo superarlos?
El hecho de no tener un lugar de estudio definido, como es el caso de las aulas, de no tener un contacto físico cara a cara con los profesores y compañeros a diario, o de tener que autogestionar el tiempo que se dedica al estudio, podría causar que no se aproveche al máximo la formación que se realiza a distancia.
En este sentido, es primordial que los alumnos que decidan estudiar desde casa definan en sus hogares un entorno de trabajo que fomente la concentración y la productividad durante las clases y que les evite caer en distracciones. La idea es que este ambiente sea lo más parecido posible al entorno que existe en un aula, para que el alumno pueda concentrarse en la sesión en lugar de estar pensando en hacer tareas del hogar u otras actividades, algo fundamental para absorber al máximo los conocimientos.
Por otro lado, la participación en clases también es fundamental. Si bien algunos alumnos pueden caer en el error de pensar que, por seguir las sesiones a distancia, sólo pueden participar como espectadores de estas, la realidad no puede ser más alejada. De hecho, en las sesiones híbridas en las que se juntan alumnos en el aula y otros en casa, es más importante fomentar la participación para dinamizar las sesiones y lograr una conversación fluida entre todas las partes, además de mantener la atención de todos los participantes.
Y, por último, pero no menos importante, no dejar de hacer networking, una parte muy clave de la formación business, incluso a distancia. Se trata de utilizar las diversas herramientas disponibles para conectar con compañeros y profesores, de trabajar en equipo y conocer al resto de los miembros de la clase y de ampliar el scope de contactos y conexiones a nivel profesional, cultivando las relaciones.
Y luego de todo esto ¿qué nos deparará el futuro?
Como decía al principio, esta situación ha cambiado las cosas para siempre. ¿Volveremos a la normalidad? Sí, pero nunca a la de antes de la pandemia. Y no porque no sea posible, sino porque la sociedad ha cambiado, las personas han cambiado y ahora tienen otras necesidades, demandas y exigencias.
El teletrabajo ha llegado para quedarse, la formación a distancia también, y todo parece indicar que el modelo híbrido, es el que seguirá triunfando en la normalidad del futuro.
*** Ana Delgado es Chief Education Officer en The Valley