No puedo imaginar lo que Iñaki Arrola sintió cuando falleció su sobrino Ignacio de 17 años el verano pasado, un acontecimiento reciente que marca su forma de ser hoy, y la foto de su Whatsapp.

“Una semana antes de morir, seguía preocupado por cómo te iba”. Es el final de dos horas de Zoom con él y ha querido, libremente, cerrarlo así, desprendiendo un par de lágrimas en forma de homenaje a través de la pantalla del ordenador. Desahogándose, a calzón quitado, en carne viva, como es él. Porque sabe que ahora su mundo es de otra manera, que él es otra persona: “He aprendido qué es lo verdaderamente importante de la vida, en lo que hay que centrarse”.

¿Qué más da el dinero “cuando tienes la suerte que tengo yo, y no la que tiene un rider”? ¿Qué más da el éxito cuando, siendo Business Angel “con muchos errores”, inviertes en diez compañías y “tienes la suerte de hacer seis exits que te devuelven varias veces lo invertido”? ¿Qué más da la popularidad cuando “mi hermana, monja de clausura desde hace 20 años, me baja al lugar de la vida en el que tengo que estar”? Arrola transmite con sentimiento, emoción, risas y llantos que hoy la vida, en momento de máximo aprecio hacia ella, nos pone a todos a la misma altura, y que lo demás, perdonen ustedes, es puro escaparate.

‘Ser libre es que me importa de cero a nada quién me sigue o me deja de seguir’, reza el tuit insertado de su cuenta en esta red social. Y así se presenta una de las grandes caras de la inversión de nuestro país hoy en día. “Hago lo que quiero, lo que más me gusta en cada momento, yo decido”, expresa este trébol de seis hojas de origen madrileño y ascendencia vasca y trabajadora, uno de los inversores “con más suerte” del panorama actual.

Un inversor en mayúsculas, profesionalizado, de los que se cuentan con los dedos de la mano, de los que saben que cuando inviertes, puedes perder. No lo dice él, lo dicen algunos de los emprendedores a los que el buen azar de Arrola no los acompañó y tuvieron que cerrar.

“Impaciente y generoso”. Así es como se define el protagonista de nuestro ‘perfil del inversor’ para D+I, que hoy aplica esta máxima en la negociación que afronta de la mano de otros inversores, amigos y familiares. Junto a él, su primo Ignacio, “él es la persona que gestiona el día a día de esta negociación”, el omnipresente Yago Arbeloa, entre otros, ponen toda la carne en el asador para hacerse con la propiedad del madrileño restaurante Zalacaín. “Queremos reactivarlo, darle salida, respaldar a todo el personal (y sus familias) que allí trabajaban”, expone, sin poder dar más detalles sobre el tema, que, a día de hoy, se encuentra a la espera de decisiones judiciales. Yo, voto por ellos, por su visión de los negocios y de la vida, por su derroche de generosidad continua, porque sean los próximos en devolver la estrella a este histórico templo gastronómico en el que se cerraban los grandes contratos en la capital.

Detrás de la impaciencia, generosidad y suerte que empacan a Arrola, y de sus siempre polémicos tuits, se atisba una notable humildad, posiblemente heredada de un padre que “montó su propia empresa, estuvo en paro y luchó por sacar adelante a una familia con cuatro hijos”, los mismos por los que lucha ahora.

Arrola, a pesar de los millones que le rodean o que posiblemente describan sus cuentas bancarias, en los 120 minutos de conversación que traccionamos, se exime de mencionar los asquerosos verbos de ‘tener’ y ‘ganar’. Preocupado uno por dar cifras a su audiencia, Arrola esquiva una y otra vez vanagloriarse de cuantías personales, más allá de las consabidas por el ecosistema que le ha visto crecer hasta el cielo, que le ha visto recorrer y aprender de cada proceso y de cada inversión, un largo recorrido como los 19 maratones que lleva en sus piernas. Iñaki es un corredor de fondo. “Me faltan Chicago, Boston, Atenas y Tokio”, puntualiza.

El Business Angel que fue en su día este personaje es azotado una y otra vez por sí mismo. “Perdí mucho dinero”, no tenía “método” y aprendió “a no invertir en todo y sólo respaldar startups previamente aceleradas por su cartera”. Pero la realidad, y él lo sabe y lo llama suerte, dista de tales autocríticas.

De diez startups invertidas, seis fueron salidas exitosas, tres murieron y otra “puede dar grandes alegrías”. En total ha obtenido “unas cuantas veces” de retorno de sus inversiones. Una de las claves de esta bendita fortuna es “estar en la mejor mesa, con los mejores jugadores y con las mejores cartas”, y es que ”si eres mentor de Seedrocket sólo pueden pasar cosas buenas”. Una de las seis hojas de ese trébol angelical fue Deporvillage, su pétalo de oro, que llegó de manos de esta aceleradora y donde conoció a su CEO, Xavier Pladellorens, “que sabía mucho de SEM” y del que “se enamoró otro mentor a última hora”. Pura casualidad claro. Alcanzará el séptimo cielo con la última startup que le queda en ese portfolio envidiable, una tal Lingokids, ¿os suena?

Cumpliendo con los cánones, Arrola dio un paso más en 2012, para seguir creciendo, ahora con Vitamina-K, junto a otro vidente del ecosistema innovador nacional. Rafa Garrido, “fue uno de mis grandes ejemplos a seguir, gracias a él aprendí que la generosidad es la clave para el negocio”. Y así, entre generosidad y mentes privilegiadas, y un fondo de cinco millones “que ahora no tendría sentido”, invirtieron en una quincena de startups, de las que diez permanecen vivas, tres son ÉXITos (Promofarma el más sonado) “en cifras hemos devuelto la mitad del fondo. Pienso, y esperamos un retorno final de 4 o 5 veces el fondo” y en otras dos “las cosas no salieron” como rezan en la web de Vitámina-K y como, una vez, el propio Arrola asiente cual asertivo inversor.

Si hay que ponerle nombres, Mailtrack “nunca la vendería, invertimos en Nacho sin que me contara lo que iba a hacer”, y con Eduardo Manchón con el que sin él “no hubiera habido nada”. “Gabriel Aldamiz de Chicisimo me parece también un tipo en el que volvería invertir,” añade, o los fundadores de Carto, “que son uno ejemplo”, Sergio Álvarez, Javier de la Torre y Miguel Arias, con este último fundó la comunidad de networking Chamberí Valley. También de Gonzalo Castellano Saluspot y Salupro (invertida por K Fund), “que ahora con la pandemia experimenta un gran crecimiento”.

K Fund es la joya de la corona de Arrola. Con tres fondos levantados, 50 Millones el primero, otro con Bankinter y un último de 70 millones, son ya 35 las startups que cuentan con este joven sello inversor encabezado en sus inicios por él, Carina Szpilka, con la que tiene “la suerte de trabajar” y quiere “infinito”, e Ian Noel, que ya no está ya que las cosas “no salieron bien, pero le queremos horrores”.

En sus cinco años de vida este VC ya ha vendido Billin a TeamSystem y Lucera a Masmovil, “con lo que no da ni para pagar el 10% del fondo”. Sus niñas bonitas, Factorial de Jordi Romero y Bernat Farrero y Exoticca, que “iban como un tiro, se pegaron la hostia con la pandemia y ahora vuelven a crecer”, del Pere Valles “una auténtica bestia”. También tiene la mirada fija en Urbanitae de Diego Bestard, en bob (bag on board) de “otro crack”, de Félix Campano, o en La Gran Familia Mediterránea de su “amigo” el laureado chef Dani García, “están haciendo un trabajo alucinante”, apuntilla.

Pero nada sería de Iñaki Arrola sin coches.com, portal líder de venta de coches que fundó en 2003 y que vendió en 2019 a Santander Consumer Finance “antes de la pandemia”, subraya el inversor. “Un ejemplo de las cosas que he hecho mal y la suerte que he tenido”. Al principio, afirma, “fui cutre con la gente, no despedí y contrataba barato, pero me di cuenta que necesitaba gente que subiera la barra”. También aprendió “lo que deben saber muchos CEOs”: no desprenderse de mucho equity en sus inicios y por eso, sólo cedió una parte a Idealista, liderado por Fernando Encinar, y gracias a lo cual ha logrado “bastante más de un millón de euros con la venta”. Como dice Arrola hoy, como recitaba Extrermoduro ayer, “hoy os voy a hablar desde la sabiduría que nos da el fracaso”.