Un 23 de agosto de 1991 se abría al mundo la World Wide Web (WWW). Popularmente conocida como la web. Solo han pasado 30 años, pero han sido tres décadas apasionantes para la humanidad que han revolucionado todos los cimientos establecidos antes.
Nadie concibe el mundo sin Internet. Pero esta tecnología no sería nada si no se hubiera abierto al mundo, al usuario común y corriente, a través de una página web, la primera de la historia, gracias a su creador, Tim Berners-Lee. Con esa sencilla página de una sola hoja -aún disponible-, Berners-Lee abriría un mundo infinito de posibilidades a la humanidad.
Desde entonces y hasta hoy, el número de páginas web ha pasado de miles a millones y durante este tiempo páginas ahora mundialmente conocidas hicieron su aparición. Es el caso de Yahoo, online desde 1994, Google, disponible desde 1998, Wikipedia, desde 2001 y Facebook, desde 2004. Tantas que, a fecha del pasado seis de agosto, el número de sitios web accesibles llegaba a los casi 1.880 millones, según la web de datos Internet Live Stats.
Un número a la par con los miles de millones de personas que usan la web a diario como herramienta imprescindible para trabajar, estudiar, cotillear, investigar o jugar, entre una lista ilimitada de actividades. Es difícil ahora imaginar nuestra vida sin la facilidad de tener toda la información que necesitas al alcance de un clic.
Sin lugar a duda, la web nos ha dado una nueva forma de vida digital. Ahora disponemos de formatos de entretenimiento, negocio y sectores de actividad online. Hemos visto el nacimiento y consolidación de gigantes como Netflix, Amazon, Airbnb y un largo etcétera de compañías y personas que reinventaron su forma de ver la vida offline. Hasta la banca, el sector más tradicional del mundo, se ha subido al carro de gestionar las cuentas de sus clientes a través de una página web.
Todo esto ha llevado consigo que la vida de millones de personas se haya reinventado, ahora convertidos en internautas, que consumen productos en línea. Quién nos diría hace unos años que tendríamos la posibilidad de llevar el colegio al salón de nuestras casas. O que veríamos a nuestros mayores hacer pedidos al supermercado vía web… o que compartiríamos nuestra vida, gustos e ideas en las redes sociales, dejando una huella imborrable de nuestro paso por este mundo, que algunos ya trabajan para borrar.
A la web también le debemos nuestro mejor soporte en los tiempos de mayor incertidumbre como fue el principio de la pandemia. Gracias a ella, hemos estado en contacto con nuestros amigos y familiares. Nos hemos informado de los avances en las investigaciones para encontrar la vacuna para la covid-19. Pero también hemos visto la soledad, así como la pérdida de muchos de nuestros seres queridos.
Nos ha abierto las puertas a un mundo infinito de información y conocimiento. No solo con la creación de nuevos medios de comunicación y, los de toda la vida que también han abierto su página web, permitiendo el acceso libre a la información a millones de usuarios. Funcionando como lo que el vicepresidente de los Estados Unidos Al Gore imaginó en 1994, una autopista de la información.
Una autopista que conecta a millones de usuarios en todo el mundo; y en buena parte, se trata de eso: una gran red heterogénea que permita a empresas y particulares conectarse e intercambiar información en todo el mundo de manera sencilla.
Nos ha dado un poder que ni el mismo Tim Berners-Lee fue capaz de imaginar cuando puso en marcha la primera página web. Un poder que en algunos casos se ha utilizado para dar voz y visibilidad a los colectivos más vulnerables todavía hoy en día, como son las mujeres y los niños. Un ejemplo reciente, el desesperado llamamiento de ayuda de las mujeres afganas. Una vez más en el punto de mira de una sociedad que aún no comprende que sin ese 50% que representamos las mujeres no será posible conseguir un mundo mejor. O el clamor de las Naciones Unidas para que tomemos medidas para salvar el mundo -recordad que estamos en código rojo-.
Pero como un gran poder conlleva una gran responsabilidad, frase celebre en una película de superhéroes, la web también nos ha traído nuevas formas de delinquir y hacer daño sin razón alguna a los demás. Tenemos el secuestro digital, el ciberacoso, las informaciones o noticias falsas -las denominadas fake news- o la suplantación de identidad digital, entre muchos más delitos digitales. Es lo que tiene el avance imparable de la tecnología.
No hay vuelta atrás ni creo que queramos regresar. Ni siquiera nosotros, que pertenecemos a una generación entre dos aguas o los más jóvenes -menos de 30 años- conocidos como nativos digitales. Nos queda solo seguir trabajando para que la web y el contenido disponible en ella sirva para romper estereotipos, dar la voz de alarma ante injusticias, crear empleo, mejorar la calidad de vida, aumentar las sinergias. En definitiva, un mundo mejor para todos.
Feliz 30 cumpleaños WWW y esperamos celebrar muchos años más de un apasionante y desafiante camino tecnológico sin precedentes en la historia de la humanidad.
*** Adriana Díaz Covaleda es Media Relations Manager y cofundadora de #SomosMujeresTech en Hill+Knowlton Strategies España.