Descentralizar el liderazgo
Ante la reformulación de los modelos de trabajo y la apuesta cada vez más firme de las empresas por la transformación digital, cabe preguntarse: ¿Qué forma debe tomar el nuevo liderazgo para capitanear este cambio de paradigma? ¿Cómo debe articularse el propósito corporativo en la toma de decisiones? ¿Estamos preparados para afrontar los desafíos y necesidades que ha acelerado la pandemia de la covid-19?
El mundo laboral está cambiando. Hace tan sólo dos años analizábamos las profesiones del futuro, la irrupción de las nuevas tecnologías y su consecuente impacto en las compañías. Ahora, la pandemia nos ha obligado a incorporar un elemento nuevo en la conversación: cómo articular este cambio en la estructura empresarial, el organigrama, así como la manera de relacionarnos y comunicarnos. Un nuevo panorama en el que tenemos la responsabilidad y la oportunidad de crear un modelo más sostenible y eficiente; más aún cuando la incertidumbre sobrevuela el funcionamiento interno de las empresas a todos los niveles.
Si hay un elemento común en todas las compañías es el desafío de afrontar un momento histórico de transformación socioeconómica y política como el actual. Para lograrlo, será imprescindible transformar, también, el liderazgo tradicional. ¿Qué habilidades debe tener el nuevo líder?
En primer lugar, ser consciente de que los empleados y empleadas esperan de las empresas un papel e impacto en la sociedad. Por ello, sólo las compañías que sepan definir y trasladar su propósito podrán hacer frente a los retos de futuro que, a día de hoy, pivotan sobre dos ejes principales: el impulso de la agenda 2030 en materia de sostenibilidad -entendida desde un punto de vista medioambiental y económico-, y la transformación tecnológica a través de la automatización, la digitalización y la inteligencia artificial.
En segundo lugar, si el futuro del trabajo pasa por el desarrollo del modelo híbrido, el trabajo por proyectos y la colaboración entre equipos, el nuevo liderazgo debe ocupar una posición ligeramente descentralizada. En otras palabras: la toma de decisiones pasa por formar y tener perfiles de liderazgo que se conviertan en un punto de consenso entre el propósito y la misión definidos a nivel estratégico y las necesidades de los empleados. Y eso se consigue a través de un nuevo liderazgo disruptivo, basado en el modelo servant leadership.
Mediante una estructura cercana a la pirámide invertida, el CEO y los managers deben ponerse al servicio de sus equipos, para ayudarlos a crecer y evolucionar, acompañándolos en la consecución de sus retos y objetivos dentro de la compañía. Un contexto en el que las soft skills se tornan más relevantes que nunca. Y en el que el fomento de la curiosidad, la escucha activa, la creatividad y la flexibilidad en espacios compartidos son algunos marcarán las formas de liderazgo del futuro.
La descentralización del liderazgo es un elemento clave para construir una nueva cultura corporativa basada en la corresponsabilidad, la resiliencia y la adaptabilidad que el contexto actual nos exige.
En definitiva, transformar el liderazgo tradicional en un liderazgo inclusivo y basado en el empoderamiento no sólo permitirá a la organización atraer y retener el talento, sino aumentar los niveles de productividad y, en última instancia, mejorar los resultados financieros.
*** Román Campa es CEO de Adevinta Spain.