El concepto 'metaverso' ha llegado para quedarse, pero ¿sabemos realmente qué es y lo que va a suponer para nuestra identidad digital?
Podemos definirlo como una realidad digital conectada a varios aspectos del mundo físico: personas, lugares y objetos. En el metaverso los usuarios podrán compartir experiencias en una realidad digital, permitiendo la colaboración desde cualquier lugar. Es decir, un entorno virtual en el que a través de un avatar podemos interactuar con otros usuarios.
Son varias las grandes empresas del sector que se han pronunciado interesándose por esta realidad ya que a nivel económico es un proyecto muy suculento. La posibilidad de introducir los bienes digitales y las monedas virtuales a través de NFT atraen el interés de los inversores. Sin embargo, para acercar el metaverso al público general todavía es necesario resolver varias cuestiones y entre ellas, está la de la identidad de los usuarios: ¿Cómo se identificarán los usuarios y cómo afectará esto a su privacidad?
La idea del metaverso y los avatares, tal y como la propone Mark Zuckerberg, sólo puede funcionar si estamos seguros de que los usuarios con quienes nos comunicamos tienen personas reales detrás; y no solo eso, también si esas personas se presentan de forma genuina, es decir, no mintiendo acerca de su género o edad. Claramente, esta clase de mundo virtual no puede existir de forma segura sin alguna versión de autenticación sin fricción y de vida continua.
Teniendo en cuenta la dinámica de funcionamiento de este tipo de realidad, y siendo conscientes de que vivimos en un contexto en el que la técnica de deepfake –como el que vimos de Tom Cruise o Lola Flores– se están volviendo cada vez más realistas, es de vital importancia poder demostrar a otras personas que nuestra imagen digital, ya sea nuestro propio rostro a través de una cámara o un avatar, nos pertenece realmente a nosotros.
Esta idea de una identidad autónoma y portátil basada en blockchain rompería con la costumbre que tenemos en la actualidad de entregar nuestros datos personales a organizaciones centralizadas. El objetivo se puede explicar de forma muy sencilla: el metaverso debe verificar al usuario mientras protege la privacidad de su información personal y evita el fraude de identidad.
Para ello, conviene plantear procesos de verificación de la identidad digital que cubran todo el viaje del usuario a través del metaverso. El onboarding del avatar, la reverificación y la vigilancia continua son pasos imprescindibles para asegurar que un usuario es quien dice ser en todas y cada una de las fases. Cuando alguien hace algo como avatar, debe realizarse una comprobación de identidad y vitalidad en segundo plano.
En definitiva, el concepto del yo y la identidad en el mundo digital desdibujan nuestra idea sobre quiénes somos realmente y qué significa ser nosotros mismos en el entorno virtual. Lo razonable es pensar que necesitamos algún tipo de identidad interoperable, como un pasaporte, que podamos usar en múltiples configuraciones digitales para demostrar quiénes somos. En un futuro nos moveremos entre distintos entornos virtuales, del mismo modo que lo hacemos ahora entre diferentes países al viajar, y tendremos que formar una identidad que poder llevar –digitalmente- a todas partes.
*** Mariona Campmany es Digital Identity and Innovation Lead en Mitek System.