Os confesaré que cuando me plantearon escribir esta tribuna, no sabía sobre qué hablar. La inspiración me la dio mi hija Marina, cuando durante una cena familiar me preguntó:
-Papá, ¿tú en qué trabajas?
Esencialmente, le respondí algo así como:
-Ayudo a las empresas a que vendan más y mejores cosas.
Mi respuesta fue poco meditada teniendo en cuenta que mi hija tiene 8 años, así que repreguntó:
-Pero ¿qué son empresas?
Esta anécdota me llevó a reflexionar sobre el concepto de empresa que tenemos cada uno de nosotros. ¿No es llamativo que cuando pensamos en una empresa, la mayoría imaginemos primero, ejecutivos trajeados, oficinas, edificios y un montón de dispositivos tecnológicos en lugar de varios compañeros hablando simplemente con un café delante? Las imágenes que nos llegan a través de internet y otros canales nos transmiten un mensaje de qué es y hace una empresa, un emprendedor@ o un/a ejecutiv@ y qué no es o no hace.
Cuento ya con 20 años de experiencia laboral, 15 de los cuales los he pasado trabajando en el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández de Elche. Desde aquí ayudo a desarrollar un ecosistema innovador basado en la relación entre tres agentes: los investigadores universitarios, las empresas del entorno y los inversores privados. Partiendo de mi experiencia, me gustaría compartir algunas reflexiones sobre la empresa y sobre el trabajo cotidiano. Espero que mis reflexiones puedan ser de utilidad tanto para quienes decidís emprender vuestro propio negocio como para quienes optáis por trabajar por cuenta ajena.
1ª Reflexión: hay humanidad más allá de la tecnología.
Emprendedores, empresarios y otros profesionales suelen preguntarme sobre tecnología y aspectos técnicos, como, por ejemplo, cuánto vale su proyecto, cuál es la mejor estrategia para crecer, qué resultados de investigación de la Universidad podrían interesarles, cuál es el software de venta más adecuado, etc. En definitiva, asuntos trascendentales que les generan curiosidad y afán de saber, pero lo que realmente les inquieta, lo que les motiva o les perturba, son los problemas habituales, las personas con las que tratan a diario (compañeros de trabajo, proveedores, clientes, etc.).
Durante mi formación en Secundaria siempre vi a mis profesores de Filosofía como seres extravagantes, enajenados e idealistas que me enseñaban cosas poco prácticas, ya que centraban su interés en la vida de los seres humanos y en proporcionar una guía para transitar por ella con más o menos acierto. Me equivocaba al pensar que no me enseñaban cosas prácticas.
Personalmente, no recuerdo la mayoría de fórmulas y teorías de física, matemáticas y otras disciplinas técnicas que también estudié, pero sí muchos de los planteamientos y apreciaciones que me explicaron algunos de esos profesores.
Aunque veréis que hay excepciones, toda la 'fauna' que habitamos una empresa (empresarios, emprendedores, trabajadores, ejecutivos, clientes, etc.) también somos seres humanos. Es por ello por lo que el modo en que crecemos en el ámbito profesional está íntimamente ligado al modo en que crecemos como personas. En el inicio de mi carrera profesional fui muy, muy iluso al pensar que dominar los aspectos más técnicos de mi profesión me garantizaría tener éxito, ya que personas y tecnología son dos caras de una misma moneda.
2ª Reflexión: para aprender y progresar, escucha un 80% y pregunta un 20%.
Escuchar activamente a padres, compañeros, jefes, clientes, etc., es oír más de lo que las palabras dicen, es entender el significado, motivación e, incluso, la emoción que hay detrás de esas palabras. Esto nos permite hacer preguntas útiles y aprender mejor de todos ellos.
Os sugiero no dejar de preguntar por miedo a parecer ignorantes: no hay preguntas tontas, solo tontos que no preguntan. O como decía Sócrates, “reconocer la ignorancia es el punto de partida para poder aprender”, esto requiere humildad por parte de quien aprende y ausencia de arrogancia por parte de quien enseña”. Desarrollemos nuestras habilidades y talentos, sin dejar de recordar que la actitud no lo es todo, pero que sin una buena actitud no conseguiremos nada.
3ª Reflexión: vista larga, paso corto y disfruta del camino.
Hace un tiempo, durante una reunión de trabajo con un emprendedor, al que conozco desde hace 5 años, me dijo que la situación de la empresa no era buena y tenía que liquidar y cerrar tras muchos meses intentando reflotar. Lo primero que le pregunté fue:
- ¿Qué vas a hacer a partir de ahora?
Su respuesta fue tan breve como visual:
-Lo mismo que hago cuando juego al Fortnite con mi hijo y me matan: aprender de los errores y jugar una nueva partida, con ese u otro videojuego.
Me explicó que tenía muy claro que su objetivo era construir su propio proyecto y ser su propio jefe. Tener la vista larga y el paso corto: saber adónde queremos llegar y, al mismo tiempo, trabajar en la realidad concreta del día a día ayuda a que corrijamos nuestros errores, nuestros fracasos, sin reproches, sin culpa. E incluso nos motiva a aprender y a empezar otra vez con más inteligencia.
*** Sergio Román García es director de Desarrollo Empresarial del Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández (UMH) de Elche.