Nuestra actitud ante las redes sociales
Con mi reciente nombramiento como directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad, he considerado que sería interesante comenzar con una reflexión sobre nuestra actitud ante las redes sociales y cuál puede ser nuestro papel ante ellas, principalmente, como educadores.
Parto de la base de que nos ha tocado vivir una época en la que internet y las redes sociales son una realidad inevitable, por lo que, al margen de otras consideraciones, habremos de afrontar esta realidad, para lo que, como ante cualquier fenómeno, es esencial un conocimiento profundo, en el que el Observatorio que dirijo, conocido como el ONTSI (Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad) tiene un papel muy relevante.
En él, entre otras labores, analizamos y divulgamos los impactos que el desarrollo tecnológico tiene en ámbitos de la sociedad, siendo uno de ellos el de la calidad de vida de la ciudadanía. Por ese motivo, en nuestra publicación 'Brújula', hemos incluido un estudio denominado 'Beneficios y riesgos del uso de Internet y las redes sociales' que pretende identificar las tendencias y valoraciones de la población internauta española, y que os invito a examinar para poder reflexionar y, en su caso, tomar vuestras decisiones.
Por mi parte, destacaría de dicho estudio que en la mayoría de los internautas mayores de quince años priman los beneficios que las redes sociales tienen para cada uno de nosotros y que nos decantan hacia su utilización masiva. En el caso de nuestros jóvenes y menores, se relacionan con la tecnología y con las redes sociales con mayor confianza, lo que puede implicar menor prudencia, por lo que, conforme a nuestras responsabilidades, debemos acompañarles para que sean conscientes de los beneficios y oportunidades que nos brindan, y también de los riesgos.
Los resultados del estudio, efectuado sobre la base de 800 encuestas, no os sorprenderán. La mayoría de los encuestados perciben, como acabo de decir, los beneficios, siendo el más señalado el que su uso permite acceder con facilidad a nuevos conocimientos y aprendizajes, y el segundo, que contribuye a mejorar la comunicación interpersonal.
Por contra, un aspecto negativo fundamental, junto a la pérdida de la noción del tiempo o el empeoramiento de la calidad del sueño, es la aparición de adicciones, riesgo que se percibe como más probable y que afecta mayoritariamente a los menores de 25 años.
Tampoco debemos perder de vista el acoso, cada día más perjudicial, en unos jóvenes poco preparados para enfrentar estos comportamientos, ni el acceso a contenidos de difícil digestión, como puede ser la pornografía, sin una experiencia y educación adecuadas.
Frente al segundo beneficio, la mejora de la comunicación, surge su antítesis: la aparición de trastornos sociales, la pérdida de habilidades de tipo social y la posibilidad de sufrir acoso, que afectaría también y de forma principal a la población más joven. Quizá por eso la mayor satisfacción con el desarrollo e implantación de la tecnología se da en los mayores de 45 años, que perciben de forma positiva tanto las tecnologías como las redes sociales.
Durante la última década, y especialmente en los últimos dos años, como habréis experimentado, se ha incrementado notablemente tanto la presencia de dispositivos tecnológicos en nuestra vida cotidiana como el uso de nuevos canales de comunicación online y el acceso a nuevas formas de consumo de contenido audiovisual. De igual modo, las redes sociales han ganado protagonismo como canal de conexión y relación con los demás.
Pero no es solo cosa de jóvenes, más de un 90% de la ciudadanía internauta utiliza WhatsApp. Le siguen Facebook, YouTube e Instagram. Tik Tok, con apenas cuatro años de existencia, ocupa el octavo lugar entre el conjunto de la población internauta, pero aquí sí se nota la diferencia de edad, al situarse en cuarto lugar de uso entre los menores de 25 años.
Contrariamente a lo que sucede con los posibles beneficios de las nuevas tecnologías, en lo relativo a los riesgos por su mal uso, estos afectarían en mayor medida a la población más joven. Casi la mitad de los internautas cree que la población entre 16 y 25 años tiene mayores riesgos de desarrollar algunos tipos de adicciones y que son el grupo que posiblemente se vea más afectado.
Aquí puede surgir el primer problema: “Si he sufrido a causa del uso de internet o redes sociales, puedo sentir un rechazo hacia ellas que limite mis posibilidades futuras”. Ello se ha detectado más en niñas, lo que puede colaborar a aumentar la brecha de género en el uso de las nuevas tecnologías.
En el ámbito nacional, el Ministerio de Sanidad ha diseñado la Estrategia Nacional sobre Adicciones hasta el 2024, que apunta a la aparición de adicciones que han traído consigo las nuevas tecnologías. Se contemplan, pues, las nuevas tecnologías y las redes sociales en esta estrategia al referirse a las “nuevas adicciones sin sustancias” entre las que incluye el juego patológico, y también videojuegos, pantallas, redes sociales…
De nuevo, en este informe del ONTSI se indica que el nivel de implantación de estas tecnologías y del uso que se hace de ellas aviva un debate sobre las posibles consecuencias que puedan derivarse de todo ello, y más si ponemos el foco en la generación a la que más afecta, que es el futuro de nuestra sociedad.
Asumimos que las tecnologías suponen un beneficio generalizado para el conjunto de la ciudadanía, independientemente de la edad, sin olvidarnos de que los riesgos también están presentes. Podemos y debemos acompañar a nuestros jóvenes para que maximicen los aspectos positivos que tienen las redes sociales y para que eliminen, en lo posible, los aspectos perjudiciales que puedan tener, estando atentos a las modificaciones de sus comportamientos habituales. De paso, ellos nos pueden ayudar a desenvolvernos mejor en estas nuevas formas de comunicación, tan naturales para ellos y novedosas para alguno de nosotros.
Os invito a reflexionar sobre estos datos, compartirlos y generar esos espacios de debate tan necesarios en estos días.
*** Rosa Díaz Moles es directora del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).