Pensar para actuar. Es la base de la definición que la Comisión Europea da al concepto de 'innovación social' Un concepto que, según este organismo europeo, consiste en desarrollar nuevas ideas, servicios y modelos para satisfacer las necesidades sociales.
De hecho, ya en el año 2010 la Comisión lanzó la iniciativa de “Unión por la Innovación”, en la que matizaba la definición de 'innovación social' relacionándola con la capacidad de “producir los cambios de comportamiento necesarios para resolver los grandes retos de la sociedad, capacitando a la ciudadanía y generando nuevas relaciones sociales y nuevos modelos de colaboración”.
En este sentido, pensar primero, para actuar después, es una premisa que, sin duda, debe marcar cualquier innovación; sea estrictamente social por definición, tecnológica, técnica o de cualquier otro tipo. Solo así seremos capaces de dar un propósito a aquellos cambios que queramos implementar; todo ello con el objetivo de, por un lado, hacer frente a los nuevos retos que nos plantea el contexto actual y, por otro, de seguir mejorando procesos, modelos o servicios ya existentes.
Y no sólo eso, pensar también implica situar a las personas en el centro de cualquier innovación, porque solo así seremos capaces de dotar a todos los actores sociales con las herramientas adecuadas para desenvolverse de manera responsable en el mundo en el que vivimos. Asimismo, la innovación cada vez cobra una mayor relevancia como objeto de estudio en las ciencias sociales. Un hecho que tiene su principal razón de ser en que, cada vez, son más las voces que creen firmemente en que la innovación, antes que tecnológica, es social.
Es inevitable relacionar tecnología y personas, ya que no existiría la una sin las otras. Ahora bien, ¿tiene sentido avanzar hacia nuevos desarrollos tecnológicos si no es pensando en el servicio o el valor que pueden aportar a la sociedad? Sin duda, la tecnología y, en un sentido más amplio, la innovación, sólo tienen sentido si también tienen un propósito.
La comunicación ha sido uno de los principales pilares para el avance de la humanidad. Con la incorporación de la tecnología, hemos logrado elevar la conversación pública, haciéndola global y accesible a todos. Que todo el mundo pueda alzar su voz supone una nueva oportunidad para plantear y resolver nuevos retos que acucian a las personas y a la sociedad.
En esta línea, el propósito de una compañía cuya razón de ser radica en el impulso de la conversación social debería ser servir a esa conversación pública global y, así, trabajar día a día para hacerla cada vez más valiosa, sana y abierta. Así, todos los nuevos desarrollos, productos y políticas puestas en marcha, es decir, cualquier cambio e innovación que se introduzca, debería hacerse persiguiendo ese objetivo: servir a la conversación pública siempre poniendo a las personas en el centro.
Solo de este modo lograremos fomentar una conversación valiosa y sana para todas aquellas voces que forman parte de ella; democratizando así la experiencia e impulsando la participación de los creadores y las marcas que se suman a construir en positivo con la mirada puesta en esas mismas personas.
Solo a través de la conversación pública vamos a ser capaces de conectar a las personas, de escuchar lo que le importa a la gente y de construir con la palabra. Sin duda, la conversación pública, impulsada por la innovación y facilitada por una internet libre y abierta, beneficia a la sociedad al resolver problemas comunes y crear oportunidades.
Estoy convencido de que la innovación y la tecnología deben estar al servicio de las personas, para así impulsar entornos cada vez más seguros. Innovar y evolucionar no tendría sentido si no se hace pensando en las personas; si no se hace situando a los usuarios en el centro de todas nuestras decisiones, desde desarrollo de producto, pasando por todo tipo de trabajo en materia de privacidad, transparencia y seguridad.
En la medida en que las plataformas sociales poseen una dimensión de servicio público, la responsabilidad pasa por seguir trabajando para reforzar la seguridad de las personas que cada día las construyen. Por eso, los esfuerzos en innovación deben centrarse en hacer de estos espacios un lugar seguro de conversación y en empoderar a los usuarios para que tengan un mayor control sobre su experiencia, de manera que, en última instancia, sea también un espacio seguro para las marcas. Y todo porque hacer cada día mejores los espacios dónde tiene lugar la conversación social solo tiene sentido si lo hacemos bajo un enfoque humanista, es decir, pensando para actuar por y para las personas.
*** Javier Pagán es Country Manager de Twitter España