En el actual entorno económico de inflación y de crisis, ¿sale a cuenta ser sostenible? Yo diría que, pese a todo y más que nunca, sí. Eso sí, con mesura, con incentivos, con consenso y con rigor.
A nadie se le escapa la compleja situación que estamos viviendo y el empeoramiento que se avecina. Hoy, en España, los alimentos son un 14% más caros que hace 12 meses. A eso se suma la subida del precio de las materias primas y especialmente de la energía, que es fundamental para producir alimentos que no son frescos, así como conservarlos y transportarlos a sus destinos. La tendencia al alza en los precios es patente fruto de la situación geopolítica internacional que, de forma inevitable, está impactando en el entorno macroeconómico.
Esta semana, el Gobernador del Banco de España ha anticipado que el organismo prevé revisar a la baja sus estimaciones sobre el crecimiento económico en 2023 y al alza las previsiones sobre la inflación para los próximos años, si bien su objetivo es estabilizar la inflación a medio plazo.
Estas previsiones están en línea con las realizadas para el área del euro. Y es que el diagnóstico del Banco Central Europeo (BCE) sobre las perspectivas de la economía de la zona euro arroja una “sustancial” ralentización de la actividad económica para los próximos trimestres.
Volviendo a la pregunta inicial, ¿es financieramente sostenible la sostenibilidad? Existe una vinculación entre los factores económicos y la sostenibilidad. De hecho, la llamada taxonomía europea es un sistema de clasificación de actividades económicas medioambientalmente sostenibles, desarrollado por la Unión Europea. Lo que busca es estimular las inversiones financieras y relacionarlas con la consecución de los objetivos de descarbonización de la economía europea y en el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas.
De hecho, aquellas empresas y sectores que incorporan objetivos de sostenibilidad y ofrecen servicios directamente relacionados, por ejemplo, el sector del turismo, transportes, alojamiento o restauración, están registrando incrementos en el consumo por parte de los clientes. Cada vez más, los productos ‘sostenibles’ son más atractivos para el consumidor.
El estímulo de sectores ‘motor’, como el comercio o el transporte
En este entorno, es fundamental que exista un equilibrio entre la regulación internacional en materia de sostenibilidad y su impacto en los sectores vinculados. Tal es el caso de las medidas ‘Fit for 55’, un paquete legislativo publicado por la Comisión Europea el pasado mes de julio para reducir las emisiones netas de gases de efecto invernadero en, al menos, un 55% para 2030.
Esta semana hemos conocido el informe 'Volando hacia un futuro sostenible', realizado por la consultora Deloitte, que arrojaba datos en relación con el coste socioeconómico para España debido al solapamiento de medidas impositivas sobre el sector aéreo. Según el mismo, el coste socioeconómico de las medidas fiscales del ‘Fit for 55’ (impuesto al queroseno) podría suponer una caída del 0,9% del PIB y la pérdida de 236.000 empleos en 2030.
Es importante apostar por el desarrollo de tecnologías que contribuyan a reducir las emisiones de CO2, como es el caso de los combustibles sostenibles SAF (Sustainable Aviation Fuel) y favorecer su producción para reducir su elevado precio, hasta 6 veces más caro que el combustible convencional.
Ya hay muchas aerolíneas de pasajeros y de carga que están haciendo esfuerzos considerables y que integran sus objetivos medioambientales de alcanzar emisiones netas cero en 2050 en su estrategia ESG (Environnment, Social & Governance).
Afortunadamente, también hay buenas noticias. A pesar de la situación geopolítica internacional y del pesimismo de los mercados, se prevé que el comercio internacional crezca más rápido en 2022 y 2023 que en toda la década anterior. Así lo revela un informe publicado por la NYU Stern School of Business, que mapea las tendencias y perspectivas más importantes del comercio mundial de bienes.
El documento, que abarca 173 países, incluido España, arroja una luz positiva sobre la resiliencia del comercio mundial y subraya el potencial de países emergentes como Vietnam, India y Filipinas, que están progresando a enorme velocidad, gracias a su apuesta por la innovación y la conectividad.
Por tanto, es fundamental que las medidas regulatorias estimulen el crecimiento de sectores ‘motor’ y que se siga apostando por la sostenibilidad, como un factor integral en las estrategias de desarrollo de negocio. Es, sin duda, un reto ambicioso que debe acometerse con mesura, con incentivos, con consenso y con rigor.
*** María Luisa Melo es directora de Asuntos Públicos y Regulación para Europa Occidental y Sur de Europa en DHL Express.