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La tribuna

¿Por qué necesitamos una cuenta satélite de la economía digital?

César Tello Alberto Montero
22 marzo, 2023 01:44

Uno de los efectos colaterales de la pandemia ha sido el desajuste en los instrumentos de medición de la actividad económica puesta de relieve a través de las divergencias entre variables económicas que siempre habían mantenido una correlación estable en el tiempo, como son el PIB y el empleo.

Las razones de esa divergencia son de distinto orden y, entre ellas, destaca una que hace tiempo que suele aparecer en las crónicas económicas: los problemas del PIB para medir adecuadamente la actividad económica.

En particular, y desde nuestro punto de vista, la metodología para la medición del PIB tiene dificultades para recoger adecuadamente muchos aspectos tanto de la economía digital como de los efectos de la digitalización sobre la economía convencional.

Las razones de esas dificultades son variadas, pero podrían sintetizarse en una: esa metodología fue elaborada para cuantificar la actividad económica en economías esencialmente analógicas y que usan los mercados tradicionales para determinar el valor de las transacciones. Sin embargo, gran parte de la economía digital y de los efectos de la digitalización se producen, en gran medida, al margen de esos intercambios de mercado tradicionales y esto dificulta su cuantificación.

Y es que a nadie se le escapa que uno de los rasgos más relevantes del impacto de la digitalización sobre nuestras sociedades es el de la transversalidad de sus efectos, que no se limitan tan solo a la dimensión económica, sino que la trasciende. De hecho, incluso dentro de su dimensión económica, sus efectos tampoco se restringen a la órbita productiva, alterando la combinación de factores en la función de producción, sino que desbordan lo productivo y se expanden más allá, incidiendo sobre cuestiones tales como el diseño de los productos, los canales de distribución, la forma de organización del trabajo, la gestión de los procesos o la cultura interna de las empresas.

Por otra parte, la digitalización también influye sobre los procesos de consumo a partir de la generación de nuevos tipos de mercados sustentados sobre la inmediatez de la conexión entre oferta y demanda y ha provocado la aparición de nuevos agentes híbridos difícilmente catalogables en las categorías económicas convencionales, como puede ser la del prosumidor.

Además, en comparación a otras etapas más tempranas de la digitalización, la aplicación de tecnologías transversales, como la inteligencia artificial, la computación en la nube o la realidad aumentada, va a alterar radicalmente la generación de valor y las dinámicas de muchos sectores. Lo cual constituye una justificación adicional para acelerar el proceso de análisis y cuantificación de sus impactos.

Todas estas innovaciones disruptivas están alterando los parámetros de valoración de los bienes y servicios, los procesos de generación de valor, la determinación de los precios de mercado y la categorización de los agentes que participan en el negocio económico y su rol dentro del mismo. En consecuencia, sus efectos deberían de ser incorporados a las Cuentas Nacionales y Regionales para que estas reflejen fielmente la nueva realidad económica en transición desde lo analógico hacia lo digital.

Desde Adigital se viene realizando un esfuerzo continuado para tratar de cuantificar el impacto de la economía digital sobre la actividad económica a través de la serie de informes de “Economía Digital en España”, de los cuales este año se presenta la tercera edición. Sin embargo, ese esfuerzo, con ser importante, no deja de ser una imagen de la digitalización, obtenida con una cámara analógica, como es la de las actuales Cuentas Nacionales, cuando lo que es necesario es promover la adaptación de los sistemas de información estadística oficiales a las nuevas realidades. Misión que, por supuesto, no puede corresponder solamente a Adigital.

Sin embargo, sí corresponde a Adigital animar a las autoridades españolas a que se sumen a los esfuerzos que, desde distintos organismos internacionales, liderados por la OCDE y el G20, se han promovido para la creación de Cuentas Satélite para las economías nacionales como fórmula de adaptación de la metodología de medición del PIB a las nuevas realidades digitales.

El reto que supone esta adaptación de los sistemas de información estadísticos no es menor. Hay que adaptar los sistemas a las nuevas operaciones y productos; hay que introducir mediciones para las nuevas formas de generación de valor, como son, por ejemplo, las que se derivan de la explotación de datos; hay que revisar conceptos y las tipologías de los agentes económicos, definiendo el rol que juegan agentes que pueden llegar a adquirir una dimensión híbrida; hay que introducir elementos no materiales y sustentados en la información, que son la esencia de muchos de esos bienes y servicios; hay que incorporar tecnologías e infraestructuras habilitadoras en las mediciones; y, finalmente, también hay que medir la aportación que se deriva de los nuevos mercados que se configuran a partir de la economía de plataformas.

Todo ello exige una disrupción de los sistemas estadísticos y de las Cuentas Nacionales y Regionales y creemos que España debería de estar en el grupo de países que está desarrollando esta metodología a nivel internacional.

Y es que la incorporación temprana al proceso de medición de la Economía Digital permitiría que España no solo se ubique en el grupo de países que lideran el proceso, sino que también se convirtiera en un actor relevante en su diseño y no en un mero receptor pasivo de sus conclusiones. Todo ello, además, en un contexto en el que España está avanzando hacia un nuevo modelo económico, productivo y social, donde el peso de la digitalización es cada vez mayor, tal y como evidencia el índice de Economía y Sociedad Digitales (DESI). Nuestro país cuenta con las palancas necesarias para consolidarse como hub digital: desde una situación geográfica estratégica como puerto digital, a una red de infraestructuras digitales muy desarrollada o un robusto ecosistema emprendedor, que ha prosperado en los últimos años.

En definitiva, creemos que liderar la digitalización es también liderar el diseño de la metodología para su medición y España no debería renunciar a lo segundo si quiere consolidar sus esfuerzos para ejercer su liderazgo en la Unión Europea en lo primero.

*** César Tello es director general de Adigital. Alberto Montero es profesor de Economía Política de la Universidad de Málaga y asesor de Estrategia de Adigital.

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